Jean Paul Sartre y la eterna condena del hombre...

Jean Paul Sartre es uno de los principales exponentes del movimiento filosófico llamado existencialismo, escuela del pensamiento que resalta el papel crucial de la libertad y de la elección individual al conocer el mundo. Esta escuela gozó de gran popularidad en distintos pensadores y escritores de los siglos XIX y XX.

Su principal aporte es el destacar la importancia de la subjetividad y la libertad individual para elegir.

Para los existencialistas, entre los que se contaba Sartre, la máxima dedicación en la vida era encontrar su vocación, es decir aquella idea por la cual uno podía vivir y en caso de ser necesario incluso podrías dar la vida por ello.

El filósofo danés del siglo XIX Sören Kierkegaard, quien fue el primer escritor que se calificó como existencialista, reaccionó contra la tradición clásica de Platón, que insistía en que la moralidad y perfeccionamiento ético era el objetivo de todo ser humano.

Para los existencialistas no existe un “bien” único e inalterable, sino que somos nosotros (cada uno de nosotros) los que debemos determinar que es lo bueno, cual es la causa a la que dirigiremos nuestros pasos.

De allí que Sartre y otros existencialistas alegan que no hay ninguna base moral de la que el hombre deba partir para determinar las metas de su existencia, porque cada encrucijada en el camino, incluso las científicas, conllevan la posibilidad de dudar sobre lo “bueno” o “malo” que podría traer cada acción.

Quizá el aporte más significativo a la Ciencia de parte de Jean Paul Sartre es la idea de la “Subjetividad” es decir, que incluso como científicos (o científicos sociales, en este caso) tenemos una carga de subjetividad que contribuye a ayudarnos a llegar a la verdad.

Para los existencialistas la subjetividad no es una carga o un obstáculo, sino un factor que contribuye al perfeccionamiento de la ciencia. Sólo al de actuar siguiendo nuestras convicciones y a través de la experiencia personal podemos acercarnos al conocimiento de nuestro objeto de estudio, no como “la verdad” última y definitiva, pero sí con una mayor cercanía de la que tendríamos al tratar al tema de nuestro estudio de forma indiferente y objetiva.

Esta forma de ver las cosas ocasionó que a los filósofos existencialistas los acusaran de ser contrarios al pensamiento racional, ya que muchas veces recurrían a parábolas o cuentos para ilustrar mejor lo que querían decir. Los existencialistas trataban de demostrar que la ciencia no es tan racional como se supone.

En el caso de Jean Paul Sastre una de sus obras más conocidas es curiosamente una obra literaria, “La Nausea” (1938). En esta obra el autor plasma una de las principales ideas del movimiento existencialista. La elección.

La elección es la libertad que tiene el ser humano para elegir. Esto es algo muy particular de los seres humanos, ya que a diferencia de los animales no tenemos una esencia que nos obligue a actuar de tal o cual manera. Incluso el decidir no tomar una elección, es una forma de elegir.

Al igual que en la famosa película de Danny Boyle “La vida en el abismo” (Trainspottin) Al ser humano se le pide que tome muchas decisiones, siendo estas las que marcan el rumbo que toma su vida.

La libertad de elección implica un riesgo, responsabilidades y consecuencias. Los existencialistas dicen que cuando tomas la libertad, debes asumir el riesgo. Esta posibilidad de que alguno de los caminos lleve al abismo, te lleva a otra palabra clave en la filosofía de Sartre: el miedo y la angustia.

El abismo, esa figura que está representada en algunos casos como “El fracaso” para los existencialistas representa el concepto de “La nada”. En su libro “El ser y la nada” (1943), Sartre explica la imposibilidad de poder encontrar un camino que sea decisivamente el tuyo, el predestinado, el único.

Por ello el padre del existencialismo, Kirkegaard decía que la vida posee un carácter ambiguo, es decir no quiere decir nada por sí misma, hasta que decidimos hacia donde llevarla: sólo el individuo que asume responsabilidad por la vida propia es quien puede dejar de considerar su vida como un absurdo.

Sartre decía que a los jóvenes muchas veces sólo les quedaba la violencia para rebelarse contra ese mundo al que sus padres querían predestinarlos y en el cual ellos no querían estar, esto porque el movimiento que él empezó se llevó a cabo después de terminar la II Guerra mundial y los jóvenes del mundo estaban buscando que nuevo sentido darle a sus vidas.

El pensamiento de Sartre está impregnado de ateísmo y pesimismo de una forma explícita. Argumenta en sus obras que los seres humanos necesitan una base racional para sus vidas pero son incapaces de conseguirla y, por ello, su existencia es “pasión inútil”.

En el Ser y la Nada (1943) Sartre distingue dos modos del ser. En primer lugar, la conciencia, cuya estructura fundamental es la intencionalidad, es decir, el hecho de que el ser lleva siempre en sí un ser otro; toda conciencia es, en realidad, conciencia de algo, que es lo que Sartre llama el ser para-sí.

El otro es el mundo, que no es más que lo que es y que se define por su plenitud perfecta: lo que Sartre llama el ser en-sí.

Si se quiere comprender qué es la nada se debe leer la primera parte del libro, esta parte se titula “El problema de la nada”. En esta parte del libro se explica que “la nada” no existe en el mundo, sino que es una producción de la cociencia.

La conciencia es, en efecto, nihilizadora, es decir, puede negar lo que es. En este sentido, debe ser caracterizada como libertad; una libertad que al ser absoluta experimenta la angustia ante la responsabilidad de ser el fundamento de todos sus actos.

Para huir de esta angustia, el ser para-sí puede intentar recuperar la tranquilidad gracias a la “mala fe”: cuando la conciencia miente sobre su realidad haciéndose cosa, como el homosexual que justifica sus tendencias por su pasado y rehusa asumir la responsabilidad de su homosexualidad.

La mala fe no es un proceso inconsciente, pues Sartre niega la hipótesis freudiana del inconsciente, argumentando que no se puede censurar aquello de lo que no se tiene conciencia. La mala fe consiste en mentirse a sí mismo sin romper la unidad de la conciencia.

El ser para-sí es carencia, cuya expresión inmediata es el deseo, relacionándose entonces con su ser como con un posible, sin poder llegar nunca a coincidir consigo mismo.

Hay que entender la existencia del otro a partir de la estructura ontológica del para-sí, que Sartre llama el para-otro, y que estudia en la tercera parte de El ser y la nada: Sólo puedo sentir vergüenza bajo la mirada de otro, y mientras escapo a su mirada no soy más que mis actos: es esa mirada la que me da una exterioridad y me confiere una naturaleza. No puedo tener conciencia de mí, en el sentido de una conciencia reflexiva, sino a través del prójimo. ¿Cuáles son entonces mis relaciones concretas con el otro?

Según Sartre, adoptan siempre, como bien lo vio Hegel, la forma de conflicto: existe una “dialéctica de las miradas” en la que soy mirado y “cosificado”, reducido a la esclavitud, al mismo tiempo que estoy mirando, aunque mis tentativas por apoderarme de la libertad del prójimo (amor, masoquismo, odio, sadismo) estén condenadas al fracaso.

La cuarta parte de la obra (“Tener, hacer y ser”) continúa el estudio de los modos del ser para-sí, que adoptan la forma de la posesión (del tener), de la transformación del mundo (del hacer) y del proyecto de ser.

La libertad de la conciencia no es abstracta: se traduce por un hacer, e incluso se confunde con él. No se es lo que no se hace. Hay que hacer para ser y ser para poder hacer.

La consecuencia de esta infinitud de mi libertad es que “estoy condenado a ser libre” y soy responsable no sólo de mí mismo sino del mundo. Pero ¿de qué proyecto es mi proyecto de ser?

Vecinos extraños...

La mujer de la casa de la enredadera salía a las ocho de la noche, cuando el sol ya estaba oculto, a sacar a pasear a sus perros. Invariablemente llevaba puestos unos lentes oscuros y el aire de luto que rodeaba sus vestidos oscuros era ineludible.
Pocos se detenían a saludarla, porque sabían que ella no correspondía ninguna cortesía. Los niños rehuían su presencia, porque conocían la historia de la "Bruja que no devuelve las pelotas"
Ella tenía un hijo que daba siempre la impresión de estar vertido para dentro. Era a quien mandaba a responder todas las llamadas a la puerta y quien trataba de esbozar una sonrisa torcida en cuanto lo saludaba algun vecino, pero falto de convivencia con otros seres humanos se dedicaba a cuidar a los perros de su madre.
Algo que nadie nunca pudo averiguar era lo que hacían los radio taxis a las 2 de la madrugada, cuando la señora salía con una sombrilla larga y sus medias color carne, envuelta en la noche y evadiendo toda luz y toda mirada con rumbo desconocido.
Un día Chelo, la historiadora de la calle, pidió un taxi para ir al Aeropuerto... y al llegar a su casa el taxista lanzó un suspiro de alivio:
- Menos mal que es en esta casa... yo pensaba que era en la casa de enfrente. El taxi siempre queda oliendo raro cuando vengo a recoger a esa señora.
Chelo no dijo nada, pero lo apuntó en su libro de memorias, porque además de ser historiadora del país guardaba celosamente el recuerdo de su calle con todos sus personajes... El pintor que fumaba mariguana y constantemente tenía pleitos con la amante y el hombre del BMW, que aparecía de vez en cuando en aquella casa de vidrios polarizados y vigilancia.
En la memoria de Chelo, sus vecinos iban quedando documentados con los trazos de su pluma ágil que retrataba a golpe de letras cada segundo de vida... como cuando al prostíbulo de la calle se cambió una familia de argentinos que les pusieron nombres raros a sus hijos, como Sol, Azul y Xul...

Edificación exacta

Me parece que voy a llegar exacta
a ese recinto de paredes tibias
de piel, dudas y sonrisas
donde encuentra material la duda
para construir columnas y cornisas.

Sucede que voy lloviendo afueras
cuando la madrugada me pilla desprevenida
y se me escapa tu nombre entre las pestañas
sonreído sonido trapecista.

Dulcísima condición artera
de ser reptante en azules sueños
condición particular de las aceras
para deslizarse ansiosa de caricias.

He de guarecerme en las esquinas
de tu voz refugio de horas secas,
donde no bastan las ventanas
para salir corriendo por la puerta.

D.

Conversaciones privadas, vicios publicos

I
- Nunca me había dado tanto asco el sexo.
- ¿Y eso?
- Es que estaba en una de esas páginas de pornografía infantil...
- ¿Y por qué?
- Es que estamos haciendo un trabajo final...
- ¡Ah! ¿Si...? ¿Y que viste?
- Pues ya sabes, esas cosas donde viejos se corren en la boca de las niñas. ¡Y todas estaban sonriendo! No sé como pueden...
- ¿Correrse?
- No, sonreír. Realmente te da asco la especie humana... O mujeres. Había una mujer de 40 con un niño de unos doce...
- Oye, ¿pero a esa edad se les para?
- Pues le pregunté a Alex y dice que no.
- Ni lo han de disfrutar...
- Pues no sé, seguro no te lo imaginas...
- No, ni quiero... Ya ves que te dije que hace poco vi pornografía por primera vez.
- ¿Y?
- Pues equis.
II
- ¿Qué crees?
- ¿Qué?
- Que un señor al que le vendí boletose ganó 20 mil pesos.
- ¿Y eso?
- Pues si, regresó a mi puesto a ver y me dijo que tenía una duda... y yo ya bien tranquila que le digo... No, pues si se llevó el premio. Pero se lo dije como si se solamente hubiera ganado cinco pesos... ¡Y de todas formas me quería hasta dar un beso! ¡Hasta me ofreció una parte!
- ¡La hubieras tomado...!
- No, como crees... luego piensan mal.
D.

Perfil

Dragón melancólico,
estratega de la luz,
gatito en el pasto atrapando bichos,
cazador de dinosaurios en un tiempo
en que todo, hasta los sueños,
son escasos...
Niño enfurruñado en la vidriera,
frente al barco de madera...
diablo de tu pastorela,
anfitrión de tus historias de tinta
donde la oscuridad es trazo exacto.
Hombre de levita y sombrero,
aire de nostalgia aviadora,
general de un ejército de lego
y realidad simuladora...
D.

Hojas sueltas

El cine y sus contrastes. Ayer fui a ver una película de Jean Luc Godard, muy lejana a A bout de souffle (Francia, 1959), que ya había reseñado para la "Calle Melancolía".

"Peor para mí" (Helás pour moi, Francia, 1993) es la historia de Simon y Rachel, una pareja cuya relación ya de por sí conflictiva se vuelve un enigma cuando Simon desaparece y aparece nuevamente en la vida de Rachel, pero diciendo que es Dios.

Dios a la vez creador y creatura. Dios otro y el mismo. Dios, como un ramillete de hojas sueltas que se interpolan como las páginas de mi cuaderno de francés, sin reunirse en una historia, juntandose a través de diálogos en aparente sin sentido, confeccionados todos con retazos sueltos que el cine subtitulado no puede captar.

La multitud de voces, sonidos, arrullos, oraciones y ecos que maneja Godard en "Peor para mí"

Cine pretencioso, dice un amigo mío, que así opinó cuando le dije que también había ido a ver "La virgen de la lujuría" de Arturo Ripstein.

La anécdota también es sencilla en esta obra del 2002, que cuenta la historia de Nacho y Lola, otra pareja dispar que cae en la enfermiza relación sadico masoquista en donde el personale del tímido camarero es representado de muy buena forma por Luis Felipe Tovar.

Lola, representante de la mujer fatal que finalmente tiene sus contradicciones de dulzura y arrepentimiento, está enamorada de "El gardenia" Wilson, que no sólo no le hace caso sino que la desprecia por considerarla una rogona.

Nacho, en cambio, le pone el mundo a sus pies y Lola no es capaz de amarlo. Despreciandolo por su origen de "indio patarrajada" prefiere compartir sus bailes y sonrisas con los clientes del Café Ofelia y lo deja arreglar sus problemas y desfacer sus entuertos, sin darle ni un breve "Gracias"

Con visos de fatalidad, tanto la película francesa como la mexicana se disuelven en una trama que se torna larga, extraña, surrealista... Cuando no sabes bien a bien que podría pasar, se encienden las luces y te piden dejar el cine, quedandote con una sensación de... ¿Y ahora?

D.

Ladrillo en la pared

Parece que si no tienes un trabajo desapareces del mundo. Ni Hacienda te busca. Nadie. Toda personalidad jurídica se evapora de tu persona, como si fueras un zombie viviente, una alucinación.

En la enciclopedia todos los nombres tienen adelante su oficio: pintor, político, filósofo, arquitecto... Nadie pone Jesús Martínez Gómez: Albañil que contribuyó con la construcción de la iglesia de la Conchita ubicada en la esquina de Fuerte de Guadalupe con Lanceros de Oaxaca en un diccionario.

También el tipo de trabajo y su cuantía corresponden a una escala en la sociedad... Así te hacen creer que vales menos, que eres menos, que casi pierdes la categoría de persona sin ello.

La sociedad en la que vivimos gira en torno del trabajo. Es la condición necesaria para que existan el resto de las cosas a las que nos hemos acostumbrado con escalofriante facilidad.

Todo el mundo presiona para que te adaptes a lo que se pide de tí: las tías mayores comienzan a mirarte con aire de boda y dicen que a tu paso ya escuchan repicar campanas... Como si la felicidad fuera meter a un hombre y una mujer bajo un mismo techo para que tengan sexo los viernes y dos hijos peinados de raya en medio.

Los trabajos temporales empiezan a quedarte cortos y las miradas de suspicacia aumentan. No es extraño que Sartre diga que muchas veces a los jovenes sólo les queda la violencia para rebelarse contra todo aquello que los obliga a ser unos viejecitos quejumbrosos...

Pero también el sistema tiene una solución para eso. Te dice a eso de los 13 años... "Si, rebelate, compra Jeans de mezclilla rotos, escucha horas y horas de Happy Punk, compra alcohol y escapa de la realidad con estas nuevas drogas sintéticas que pongo a tu alcance. Trata, anda, trata de cambiar el mundo..."

Y uno se esfuerza, y busca, y te afanas en entrar a las ONG´s y salvar a las ballenas o cambias de rostro o de piel, o te vistes de negro o de colores... o alzas tu cabello en puntas, o te lo rapas... O gastas tu dinero y tu paz en una batería y en una patineta... Quien sabe que harás, pero algo haces.

Y luego cumples 40 años y las miradas arden más en la piel cuando todos dicen que no te adaptas y que eres una vergüenza... Y ya no alcanzanlas palabras, ni los escapes, ni los agujeros en la pared que hace uno para salir... Es como estar emparedado vivo en esa red de mentiras que te dicen que es la vida.

D.

Esto debe quedar claro...

Que te amo. Esto debe de quedar claro antes de quitarme el brasier y dejar ese reguero de sudor tibio en las esquinas de tu almohada, como si la noche alcanzara para cubrirme la desnudez entera, la de esa piel inexacta que busca rodearte de sal y ternura... Pero no siempre lo logra.

¿Como lograrlo, si estás en el mundo de las imagenes, en el mundo de la incidencia de la luz sobre el viento?

¿Como lograrlo, si mi mundo es de palabras intangibles, también, pero que tienen sabor a pan cuando digo pan y a elefante cuando lo pongo en tu boca, imaginandolo gris y de trompa larga, de añoranza eterna?

Si sé que las cosas pasan bajo el puente, agua fría que golpea contra las galetas...

Si sé que todo cambia y no te metes de nuevo en el mismo mar turbio de mis labios, cuando remojas allí la humedad de tu lengua...

No, ni tú ni yo seremos ya nunca los mismos... pero que te amo, de eso no debe quedarte duda cuando me bebo tu aire sabor a mandarina.

D.

Gracias

Algo sobre los cumpleaños:

Son momentos para dirigir un coro desafinado de voces que cantan a destiempo una melodía pegajosa que empieza en "Fa"

Estas son las mañanitas que cantaba el rey David...

Puede uno comer muchos chocolates... pero también tienes que invitarle a tus tías que te pellizcan los cachetes y preguntan por la fecha de tu boda.

Quizá termines lavando los trastes de los invitados, pero ellos como son de tu familia saben cosas de tí, como que te gustan los libros y si tienes suerte quizá te lleven "Las mil y una noches" conociendo tus ganas de emular a Sherezada.

También cabe la posibilidad de que no te conozcan tan bien y no le atinen a la talla de tus pantalones y te obliguen a considerar ponerte a dieta.

Pero eso es un horizonte lejano...

Además tienes amigas que te marcan a diferentes horas del día, para decirte en tres idiomas distintos (al menos) Feliz cumpleaños!

Y amigos, que recuerdan poner mensajes con buenos deseos en botellas, latas y hasta... ¿por qué no?, sobre la piel, como un tatuaje sobre el rostro de la ciudad.

Tengo mucho que agradecer.

Caminares por la Alameda y tardes de cineteca, los menús a colores de la vida, las hojas olorosas a tinta nueva y papel viejo, los besos, las canciones, los encuentros, los desencuentros, las dudas, las promesas, las palabras...

Y la familia, los amigos, el tiempo, las miradas que animan, la voz que reconforta.

El azul, el verde, el rosa, el amarillo... e incluso el color transparente de la luz refractándose en tu nombre.

D.

"El niño" o como me perdí y salí de gane

Ayer después de mi ilustrativa clase de Géneros Periodísticos donde conocí a Francisco Ortiz Pinchetti, me dirigí a la Escuela Nacional de Enfermería donde tenía que cumplir un encargo... Además de pasarme de la parada y cruzar el periférico arriesgando mi vida, todavía anduve caminando un rato antes de poder regresar a territorio conocido para volver al metro. (Que es como la fuente de seguridad materna para un capitalino perdido)


Después y jugandome otro volado con la suerte fui al CUEC, donde gracias a las instrucciones del jefe de Laura (que estudio allí) llegué sin novedades... pero vi tanta publicidad de la Cineteca, que (digo yo) secretamente nació en mí regresar a ese escenario de tantos encuentros y desencuentros de mi vida.


Así que... (de nuevo, pienso yo que) mi inconciente dirigió mis pasos hasta la calle de Centenario, donde me comí una torta antes de entrar a ver "El niño" de los hermanos Jean Pierre y Luc Dardenne.


Estos cineastas belgas se han dedicado a plasmar la realidad de una forma muy cruda, lo cual es ha merecido tanto críticas como alabanzas... En la película que vi ayer algo que me llamó mucho la atención fue la falta de fondo músical... Es como ver la vida, vamos.


La única música que aparece al mismo tiempo que la imagen es un incidente con el vals de "El Danubio azul" totalmente en contexto y para nada gratuita... El resto de la película uno se la pasa extrañando esa banda sonora a la que nos han acostumbrado desde casi el principio del cine: aunque a veces no había diálogos, la música servía para relajar la tensión o crearla.


En este caso los hermanos Dardenne prescinden de eso y se basan en la historia misma y en ocasiones en el silencio, que dice tantas cosas. Ni siquiera los créditos van acompañados de música.


La anécdota es la siguiente: Sonia, una joven madre llega con su novio Bruno, a presentarle al hijo de ambos. Bruno es un joven que se dedica a mendigar y a cometer pequeños robos, con la ayuda de un par de niños a los que siempre les toca una parte menor del botín...


El bebé constituye un obstáculo más a vencer en la ya de por sí complicada busqueda de Bruno por salir adelante, en una existencia que se limita a vivir al día, en pensar sólo en lo imnediato.


Por eso Bruno decide dar en "adopción" al niño, cambiandolo por un enorme fajo de billetes, aprovechando que Sonia lo deja un rato a cargo.


Sin embargo cuando Sonia se entera de lo que Bruno ha hecho lo denuncia y comienza para el joven una espiral de problemas que la cámara va siguiendo con paciencia infinita... como el recorrido de Bruno arrastrando un carrito para bebé vacío por las calles llenas de grafittis y gente que pasa sin prestarle atención o el intento de Bruno de hacerse del bolso de una mujer que termina en una persecusión en moto...


Siguiendo las huellas del cine de la "Nouvelle vague", por su tratamiendo de la "realidad" a la obra de los Dardenne se le ha comparado con el cine de Jean Luc Bresson y les ha ido bien en la gira de recolección de premios (les otorgaron la Palma de Oro en el Festival de Cine de Cannes 2005 ), sin embargo hay algo que no termina de convencer en la historia... quizá ese final efectista con el que cierra la película, un poco adoctrinante y pesado.


Resulta digna de mención la actuación de los dos actores protagonistas, Jérémie Renier (Bruno) y Déborah François (Sonia), quienes a través de los juegos babosos que tienen algunas parejas dicen mucho más que el diálogo que resulta minimalista en algunas ocasiones.
Aún en cartelera en la Cineteca Nacional hasta el 24 de Mayo, en horarios de 4:30 y 6:45... por si tienen ganas de verla.
D.

La rubia fulminante

Ustedes no están para saberlo, pero yo sí quisiera contarles, que el ataque de compras que sufrí el miércoles fue debido a una depresión pre - cumpleaños, conjugada con la certeza de que en más de un año no he escrito nada (Y ya ni que decir de algo que valga la pena) Nada.
Así que ayer, haciendo acopio de valor terminé un proyecto de cuento basado en una noticia que tenía botado desde principios del semestre... Y no salió gran cosa, pero me sentí un poquito mejor.
Allá va el triste caso de:
La rubia fulminante

Fue inteligible lo que le gritó desde lejos la rubia del número 22 a don Jorge, a quien nunca nadie le había preguntado el apellido. ¿Para qué? Si después de todo eran todos amigos, todos iguales, todos sin apellidos ni historias… Y sí que las había, pero las dejaban de lado un ratito.

¿Qué más daba si tenían hijos, nietos o queridas? Allí sólo eran unos pasos de baile, unos zapatos, un taconeo ágil en busca de no pisar al contrario… Y la seducción, ese arte de miradas que iba más allá de la carne arrugada y la polilla que iba cayendo entre los adoquines de la ciudadela. Al menos eso pensaba don Jorge.

Sonaban las últimas notas de “Que nadie sepa mi sufrir”, mientras la rubia se alejaba sin que don Jorge tuviera ánimo de ir tras de ella.

Algo le decía que ni siquiera su bastón podría ayudarle a alcanzar de nuevo a aquella mujer que iba echa una fiera. ¿La razón? Los celos, otra vez… los malditos celos.

Y todo porque en lugar de sacarla a bailar a ella, había sacado esta vez a la chaparrita cuerpo de uva que le había guiñado el ojo desde el baile anterior.

- Permíteme tantito, voy a ir a comprar agua. – Le había dicho la rubia 22 en cuanto se terminó una pieza de esas que bailaban siempre juntos.

No eran novios, ni amantes, ni siquiera amigos… No sabían la dirección ni el teléfono del otro. Algunas veces él se ofreció a acompañarla, pero ella siempre dijo que no y él no era tan terco. Sabía que podía ser casada. Quizá era viuda. No se sabía, realmente con las mujeres nunca se sabe.

Por eso se sorprendió que a ella se le desfigurara la cara en una mueca horrible cuando lo vio con la chaparrita cuerpo de uva del número 132. Como todas las recién llegadas la chaparrita tenía un número alto y poca agilidad… pero una bonita cintura. Seguro cuando era más joven había sido muy solicitada.

Ahora también tenía su gracia y Don Jorge no desaprovechó la oportunidad.

- ¿Me acompaña en esta pieza? – Le dijo, galante, tendiéndole una mano cuando empezó la música

No te asombres si te digo lo que fuiste
Un ingrato con mi pobre corazón
Porque el fuego de tus lindos ojos negros
Alumbraron el camino de otro amor…

Y pensar que te adoraba ciegamente…
Que a tu lado como nunca me sentí
Y por esas cosas raras de la vida…
sin el beso de tu boca yo me vi...


La tarde se iba nublando y la sonrisa de don Jorge se difuminó tras la canción, como si ese viento recio se la hubiera llevado junto con las hojas secas.

Se acordó de los momentos que había pasado con la Rubia 22, como cuando ganaron un concurso en un festival. Ella se quedó con el trofeo y él con sus números de la suerte. Ese día él la había invitado a comer unas tortas para festejar la victoria.

Se quitó el sombrero y se rascó la cabeza, alborotando los pocos pelitos que le quedaban. Sintió en la calva las primeras gotas de una lluvia incipiente.

- ¿Qué pasó, señor? ¿No me concede la otra? – Preguntó la chaparrita cuerpo de uva…
- No, ahorita no… ¿Es que qué cree…? Como ya empezó a llover, si llueve me encojo. Me voy a quedar aquí un ratito.

Don Jorge se recargó en un árbol y vio como se alejaba también la chaparrita cuerpo de uva mientras él tarareaba el final de la canción.

Amor de mis amores, vida mía,
¿qué me hiciste?
Que no puedo consolarme sin poderte contemplar…
Ya que pagaste mal mi cariño tan sincero…
Lo que conseguirás es que no te nombre nunca más…


Ni siquiera notó que los relámpagos de lejos se acercaron. Como en una cárcel eléctrica los bailadores fueron sitiados… y el primero en caer en combate fue Don Jorge, a quien encontraron bajo un arrayán con el pecho humeante, preso de la maldición de la rubia fulminante que al despedirse de él para siempre sólo pudo decirle desde la otra acera…

- ¡Mal rayo te parta!
D.

Mar de datos

Hoy es el Día Internacional contra la homofobia, el cumpleaños de la cantante Irlandesa Enya y el Día Internacional del Internet.
Aunque el tema de la homofobia me parece interesante y me gusta mucho la música de Enya, he decidido concentrarme en el Día del Internet por el cambio que ha marcado en mi vida el vivir conectada. (¿O quizá lo correcto sea desconectada? Dicen en mi casa que mi autismo ha aumentado)
Bueno, es cierto que desperdicio gran parte de mi tiempo en línea... En lugar de aprender muchos idiomas, conocer las visitas virtuales a museos en lugares que nunca visitaré y sacarle provecho, me dedico a leer los chismes en páginas de periódicos que podría comprar en la esquina y a platicar con gente que vive muy lejos, cuando a veces no me sé el nombre de mis vecinos.
Creo que muchas de las predicciones al respecto de Internet se han cumplido. Tanto los buenos augurios como los malos. Alguna vez, cuando estaba en sexto de primaria presenté una exposición sobre el futuro de la Red de Datos. Corría el año de 1995 y mi maestra me miraba con ojos de estupor, preguntandose... ¿que habrá fumado esta niña?
En ese entonces yo tenía computadora, si... Pero era una 3.86. Además mi impresora era de matriz de puntos y el procesador de textos que usabamos era Chi Writer y para guardar la información en discos de y cinco pulgadas con un cuarto...
Recuerdo que mi primer contacto con Internet no se realizaría hasta tres años después. Acudí con mi amiga Claudia a un ciber - café, en donde en ese entonces si se vendía café...
Desde aquel entonces me fascinó ver ese mundo que giraba en la esquina superior derecha de la pantalla, prometiendo las llaves de todo el orbe...
Mis papás adquirieron el servicio de Internet a través del Modem del teléfono cuando tenía 16 años. Primero me prometí a mi misma que no entraría a los chats, pues advertida estaba de que era peligroso, por la gran cantidae de gente extraña que podía acceder a ellos...
Pero como la llegada del Internet a mi vida coincidió con el Paro de labores de 10 meses en la UNAM me encontraba con demasiado tiempo libre...
Así fue que después de frecuentar muchas salas de chats, muchos foros, muchas páginas de temas varios encontré la "Sala de Escritores" donde pasaban mis mañanas conversando con aquel grupo de personas (y personajes) que hasta ahora bordean mis sueños.
La sala de escritores se fundó como foro en el 2002, pero su mayor actividad se llevaba a cabo en un salón de chat que fue abolido. Después la discusión y el número de integrantes fue en declive.
Casi al mismo tiempo que la Sala de Escritores, un hombre llamado "Carlos Dorado" me mandó una invitación a mi correo para instalar en mi computadora un programa llamado "Messenger", que venía con una prometedora descripción de todas sus bondades... Y allá voy yo, a instalarlo.
¿Que puedo decir del Messenger? Bueno, además de ser adictivo, causa de divorcios y de bodas, debo decir que es útil para recibir música (cuando los espacios de almacenamiento en mi correo era escaso) y archivos de toda clase.
En el Messenger he pasado momentos muy agradables, otros medio dramáticos y trágicos... He dicho cosas que de frente no me hubiera atrevido a decir, me he quedado estupidamente riendome frente a la pantalla.
Como herramienta de investigación el Internet me ha salvado el pellejo un par de veces. También la uso a veces como "caja boba" cuando no quiero hacer nada... Por Internet he difundido muchas cosas que he escrito, incluso cosas que no debería haber difundido...
Quizá la principal apropiación que hice a mi vida a través del Internet es esta, la creación de un diario en línea... Aunque desde niña he escrito diarios el publicarlos en Internet ha sido para mí una experiencia llena de encuentros.
Es curioso que cuando expones lo que realmente estás pensando alguien pueda decirte... "Oye sí! Yo también creo eso!" Y te sientes un poco menos solo en este mar de datos.
D.

Las compras: esa tortura pesonal

Pues si... me fui de compras. Sobre todo porque tenía un vale que me dieron en la escuela por el día del maestro y aunque se lo ofrecí a mi mamá para que pagara parte de la dispensa me dijo:

-¿Por qué no te compras algo lindo, por tu cumpleaños?

Y allá voy yo... al Centro Comercial. La verdad es que me intimidan un poco. Casi siempre que entro a la Tienda UNAM es de entrada por salida... Pero ahora me quedé un buen rato.

Mientras vagabundeaba por los pasillos me dí cuenta cuanto mal me han hecho mis padres al ponerme a comparar precios, porque no puedo entrar a un centro comercial sin tener la aprensión de revisar etiquetas por todas partes... ¿Serán mejor los acondicionadores de 550 ml. o los de 500 ml.?, ¿Serán más apropiados los botes de crema para la piel con miel o con avellanas?

La verdad me iba a gastar todo en perfumería: una crema para el cabello, un shampoo, un acondicionador... Mi mamá me aseguró que con eso se evaporaría mi vale.

Pero entonces sucumbí al fantasma de la moda y vi unas faldas que me guiñaron un ojo, con ternura nunca vista.

He de decir que yo no sé mi talla, así que escogí varias (De la 7 a la 11) y acudí al probador. Tampoco sé el procedimiento, así que el guardia me vio con algo de compasión mal disimulada y me dijo que debía registrarme antes... Ah, que gracioso. Registrarme, como en un museo.

Bueno. Allí iba yo, a enfrentarme con el zar de la moda: el espejo.

La verdad es que sigo sintiendome culpable por comprarme ropa en lugar de cosas "que realmente necesito"

Después de todo tengo ropa... pero no toda me guiña el ojal.

D.

Mesa de regalos para mi cumple

Después de que mis papás, mis abuelitos y mi tía me preguntaron ¿que cosa quería para mi cumpleaños? (que es el 20 de Mayo) decidí poner esta ilustrativa y bonita guía que les permitirá saber que es lo que me gusta, lo que necesito y lo que pueden enviarme en caso de que ninguna de las otras opciones esten disponibles.

Me gusta:

Recibir chocolates

Libros de todos los sabores, colores, tamaños, texturas, incluso los libros usados o los que ustedes leen mucho y tienen manchas de café y subrayados en sus citas preferidas

Los aretes de piedritas de colores, con alambritos, con plumas... Incluso la bisutería china de esa que venden en las tiendas donde todo es a un mismo precio.

Lencería mediana, en la talla estándar 32 B.

Necesito:

Calcetines con figuras de animalitos

Pantalones de mezclilla que no hayan sido antes de mi abuelita, mi mamá o mi papá.

Una grabadora nueva, porque la que tenía ya chupó faros.

Un Ipod, un teléfono celular y muchos otros gadgets para sentirme más "en onda"

Pueden regalarme (en el caso de que sean pobres, vivan lejos y el muy común caso de que reunan las dos condiciones)

La eterna promesa de invitarme un café y la certeza de que ese día no me dejaran plantada

Un poema (puede ser soneto, verso alejandrino o verso libre... pero que sea suyo, para que me guste más)

Dedicarme una canción y enviarla a mi correo de Gmail.

Una tarjeta electrónica con sus sucios y morbosos secretos, confesiones y ambiciones para conmigo. (Jo)

La mesa de regalos esta servida.

D.

Rodeada

Malditos recuerdos. Nos tienen sitiados. No hay sitio para escapar de ellos.

Libros, música, esquinas.

Todo tiene una referencia que nos rodea, nos muerde las narices.

A veces quisiera sufir Amnesia y empezar de cero.

D.

Mini Road Tripp

Ayer mi padre se mostró sorprendido ante la iniciativa de mi mamá para emprender un Road Tripp por Hidalgo. Así que después de consultar varias páginas de Internet se lanzaron a la aventura con sus hijas en el maletero.

La idea era llegar a Actopan, donde hay un convento de dominicos, que fue fundado por franciscanos... pero se nota que los dominicos aprovecharon los pleítos de esta orden con las autoridades Virreynales para continuar un proyecto lleno de murales en las paredes...

Al parecer el convento era de una riqueza envidiable, por el decorado que queda. Sin embargo hay mucho deterioro en gran parte del lugar, provocado posiblemente por el descuido.

Actopan es un sitio pintoresco, aunque actualmente los vecinos del centro se encuentran en un conflicto con la Presidencia Municipal que ha prohibido estacionarse en la calle principal, para evitar el congestionamiento vehícular. Antes existía la norma de que se podían estacionar vehículos alrededor de la plaza, pero solamente durante una hora...

Actualmente se han endurecido las medidas de seguridad. Según nos comentaron las multas por exceder el tiempo de una hora es de 700 pesos.

Fuimos a comer lentejas con salchichas y perejil. Después nos compramos un helado de frutas secas. Al terminar el recorrido por el poblado nos dirigimos a Pachuca.

La capital del estado de Hidalgo estaba extrañamente vacía en el centro: por obras de remodelación casi nadie pasea por la plaza príncipal donde se encuentra el histórico reloj.

El ánimo se había movido a la Plaza Juárez, en donde se presentaría por la noche la cantante tijuanense Julieta Venegas. Nosotros nos hospedamos cerca de ese sitio, así que por la noche después de cenar fuimos a escucharla.

Además de cantar "La jaula de oro", de los Tigres del Norte, cantó dos canciones más de su autoría y después de despedirse todavía regresó a recibir un reconocimiento del gobernador Miguel Angel Osorio Chong y cantar "Sin documentos, de Andrés Calamaro" y "Andar conmigo" , de su disco "Sí"

Al día siguiente desayunamos y dejamos Pachuca temprano. Nuestro siguiente parada fue Tulancingo, a donde llegamos después de bastantes inconvenientes, porque la carretera está en remodelación y hay muchos tramos sin pavimentar o con piedras, para evitar que uno pase por las obras...

Al parecer a mi mamá no le importó y metió la velocidad turbo... (jo, jo)

Llegamos a la cuna de "El Santo", cuyo nombre real fue Adolfo Francisco Guzmán Huerta. Incluso hay en la población una estatua que le rinde tributo, justo a un lado del Museo Ferrocarrilero, que está llena de fotos históricas de Venustiano Carranza, Gabriel Mancera (descendiente de Pedro Romero de Terreros) y otros próceres de la patria... (Si, el Santo incluído)

Fuimos al centro de Tulancingo, que según nos comentaron es ya la segunda población más grande del estado, después de Pachuca. Recorrimos muchas calles antes de llegar al Zoológico, que se encuentra en lo alto de un Cerro. Visitamos el Zoológico más grande del estado.

Como en todos los Zoológicos, los animales lucen tristes y confinados...

Bajamos la cuesta y le regalaron a mi mamá un refresco, por ser el día de las madres... También estaban dando rosas, pero eso ya no quizo tomarlo.

Había bailes regionales en "La Floresta" el parque que está enfrente de la catedral. También vendían cerámica y mi hermana se compró una alcancía de cerdito.

Después nos fuimos a comer unas "Tulancingueñas", plato típico del lugar en donde se usa una tortilla sofrita para envolver un trozo de queso panela, otro de amarillo y una rebanada de jamón con aguacate y jitomate. También son típicas de allá los "Guajolotes", especie de torta de tortilla sofrita rellena de diferentes ingredientes. (Carne, jamón, salchicha... y lo que venga)

Regresamos a México por la carretera de las Pirámides, que pasa por San Juan Teotihuacan.

¡Y nos dio tiempo de ir a dejarle a mis abuelos unos buñuelos que les compramos!

D.

Ni dios, ni rey, ni amo...

A mi madre...
aunque sea hoy.

El otro día leía acerca de la obra de Roberto Bolaño, escritor chileno que trae loca a Yareli... Y me di cuenta de que aunque muchas veces he buscado un modelo a seguir, un ejemplo, una fuente de inspiración, nunca he quedado satisfecha con mis pesquisas.
Cuando era niña mi intento de buscar dioses antiguos en las revistas de modas terminó en el abandono de mis intentos. Más tarde, cuando quise admirar como mis compañeras a tal o cual cantante o grupo pop del momento (desde los New Kids on the Block hasta Luis Miguel, pasando por experimentos más extraños como Locomía) me daba bastante flojera la propuesta...
Simplemente no encontré quien me despertara tanta admiración, deseo, interés. Cuando vi que mis pasiones no se movían tanto por el lado de la música como por el de las letras me dediqué a buscar el poeta, escritor o periodista del cual querría seguir sus huellas...
Y aunque he leído a muchos grandes GRANDES escritores, la pasión no me dura más que el día y la víspera.
Casi termino por creer que no tengo un modelo a seguir. Bueno, está mi mamá, claro está... ella es super genial... Pero se supone que diga esto porque es día de las mamaces y se supone que hoy se acuerda uno de cuan super genial es la mamá de uno.
Así que le dedicaré la entrada otro día.
D.

Crónica del viaje que nunca hice

Les advierto: es largo y pasó hace mucho tiempo. Pero es una deuda que tenía pendiente.

Para Anel:
por todos los viajes que no ha hecho,
pero también por todos los viajes que hará.

Crónica del viaje que nunca hice


Había olvidado el reloj en la mesa de noche, nunca pude saber exactamente que hora era... Esta prisa por llegar me daba los primeros problemas. Tenía al hombro la mochila y bajo la chamarra una bolsa de mano. Resultaba molesto cargar con tantas cosas y tomar tantas precauciones. El camino hacia el metro fue lento, aumentado por mi ansiedad. Olvidé incluso la salida que debía tomar.

En el primer mostrador, pedí mi boleto y sin trámite alguno me informaron: mi camión salía a las 12:45. Eran apenas las 10, según el reloj de la estación. Busque varias ocupaciones para pasar el tiempo antes de abordar.

Miraba a la gente buscándoles un destino. Escribía mis tonterías, otra vez, muchas veces más, buscando tu nombre en las palabras, pero nunca eras más que una sombra entre mis ruidos informes.

Llegado el momento abordé mi autobús. Me costó tanto trabajo guardar la mochila en el compartimiento de arriba que lo sentí como un presagio. Sólo la compañía de una dama a mi lado impidió que saliera disparada por la puerta al llegar una de las paradas intermedias que nos separaban. Si no fuera por esa dama (la del suéter azul y los espejuelos) no hubiese llegado junto a ti.

Ella se portó amable y me regaló algo de comer. Me sentí casi como Blanche Duboise. “Siempre he dependido de la generosidad de los extraños”. Llevaba poco dinero y lo guardaba para algún imprevisto… como el buscar un hotel en el caso de no encontrarte en donde habíamos quedado.

En la estación final el andén casi vacío me desanimó. Poca gente... ¿Dónde buscarte si he llegado 3 horas tarde? Y caminé entre los asientos (ocupados y vacíos) y al pasar a tu lado me detuve y pregunté...
- ¿Qué estas leyendo?
Estabas fumando y casi te ahogas... me preocupaste, nuevamente.
- El agente – Y ví con tu movimiento de la mano que era de Joseph Conrad y que no llevabas un reloj en la muñeca.
- Que bueno que no usas reloj, me matarías si supieras que hora es...
- ¿Qué hora es? – Me dio risa tu pregunta. Una risa nerviosa, de muchas. Cuando pude contenerme creo que dije…
- Son las 6...

Salimos buscando un camión hacia el centro. - Cualquiera es bueno – dijiste. Pagaste mi pasaje (cosa que no pasaría muy seguido) y paseamos lugares para mí desconocidos. Cada calle parecía tener envuelta una interrogante.

Bajamos en una calle cualquiera y yo seguía preguntándome. “¿Por qué no me besa?” Pero no fue eso lo que pregunté cuando volví a abrir la boca:

- Tengo que hablar a mi casa...- una banda de niños pasaba por la calle, cuando marque, mi padre me contestó.
- ¿Dónde estas?
- En la plaza- Dije yo, rápidamente, sin agregar la plaza de donde - Llegué bien, nos vemos...

Seguimos caminando a centímetros apenas de distancia. Nos detuvimos en un lugar que yo juraba conocido, tal vez en un extraño “dejá vù” que aún no me explico. Tú te detuviste a contemplar títulos de libros viejos.

- Iremos a comer- explicaste y me llevaste a una tortería. Allí el disco completo de Paulina Rubio acompañó lo que sería después el equivalente a nuestra primera cita. Una torta de salchicha fue quizá el mayor gasto de mi visita.
- Te dije que habría música de este tipo y tendríamos que acordarnos siempre
- Pero habrá mejor música y mejores momentos... espero- dijiste tú y sonreímos.

Tras comer, bajamos por una calle y pasamos cerca de la redacción del periódico en el que trabajaba uno de tus amigos. Al no hallarlo decidiste matar el tiempo antes de tu siguiente plan: llevarme al cine.

Antes disfruté del mejor momento de la tarde, a tu lado solamente, en una banca verde. Formalmente nos presentaste. Allí pasabas algunas tardes, mirando pasar la vida. Ese día un muchacho frente a la ventana arreglaba un foco, dándonos espectáculo a nosotros dos. No llevaba camisa y su cuerpo se perfilaba firme y marcado…

El tiempo paso y no te decidiste a besarme... quizá, un movimiento de mi parte habría bastado... mi cabeza reposaba en tu pecho, pero no... Ninguno de los dos se decidió. Tuve que esperar y te odié un poco por eso.

Caminamos entonces hacia el teatro de la ciudad, para ver una película francesa acerca del Rey Sol. Encontramos una fila muy larga, pero había conocidos en ella.

Al poco rato llegó un amigo tuyo y entonces sí, nos presentaste. Los ojos brillantes de tu amigo y sus labios rojos, me provocaron un estremecimiento. Pero de repente me acordé que ese viaje lo había realizado para verte, así que concentré mi energía mental en dejar los pensamientos lujuriosos a un lado y concentrarme en la película.

Entramos a la función y vimos avances de estrenos futuros, películas que ya no vería. “Insomnia” y “Afganistán”. Quizá fuera mejor no ver morir a nadie. No andaba con ánimo para masacres.

La obra fílmica de aquella noche fue impecable: el vestuario fastuoso y la música estupenda.

Salí sin muchas ganas de nada. Las cosas marchaban lentamente, hacia frío en la noche. Eran ya las 11 y tú ya tenías ansias de buscar algo para humedecer tu garganta. Compraste un mezcal en una tienda cercana y tomamos un taxi con tus amigos. Poco a poco nos fuimos alejando del centro y me dí cuenta de que vivías aún todavía más lejos…

Brillaban las estrellas sobre nuestras cabezas al descender del auto. Las estrechas escaleras a tu hogar me recibieron un tanto hoscas. Pero al llegar, me diste un tour completo por todas las habitaciones: primero las de tus compañeros de casa y finalmente la tuya, con una única cama, alteros de libros y con un espacio entre las sabanas para mi cuerpo.

La velada se prolongó. Eran quizá las 3 cuando todos decidieron que era suficiente mezcal y plática. Había guardado silencio casi toda la noche. Estaba algo contrariada, pero mientras buscaba mi pijama y te acercaste. Miraste por la ventana y encontraste una tarjeta telefónica:
-“Indio es como el viernes, la esperas con ansias” ¿Será cierto?
- No sé... pero en mi parada de autobús hay un anuncio que dice “Indio es como un beso, siempre se antoja”
- Y ¿sí se te antoja?- ¿Te bese? ¿Me besaste? Luego preguntaste – ¿Seguirás buscando la pijama? Sonreí y te seguí hasta la cama.

A media luz las sombras son mis aliadas, sólo mi boca te buscaba. Y tú me encontraste entre la noche. Pasamos el poco tiempo que quedaba abrazados. Al día siguiente, tenías que marcharte (la escuela, la rutina) pero preferiste quedarte a verme desayunar un vaso de leche.

Yo no pude quedarme con la leche en la boca, tenía mucho más que pensar además de comer. Me trajiste la guía de un festival de cortometrajes que habías visto y comentamos varias películas.

Paso el día tan rápido que no me di cuenta de que hora era cuando me dijiste
-¿Bajamos por un café?

Atravesamos calles sin que yo notara por donde íbamos. El centro de la ciudad nos recibió amable, como a dos turistas.

Escogiste la segunda mesa de un café donde conocí a un perro flaco con mucha historia y luego al muchacho que atendía la mesa, que también era tu conocido.

Pedí un americano y tú una cerveza. El café me podía durar horas, pero a las 8 ya estabamos un poco aburridos de darle vueltas a nuestras respectivas bebidas. Sin embargo, el hombre de la mesa de al lado nos dijo:

-¿Ya se van? Esta muy linda la tarde... quédense y les invito la siguiente...

Así lo hizo e incluso llamo al hombre de las canciones para que lo acompañara en su borrachera. Después de un par de corridos, reparo en que a nosotros también nos gustaba la música...

- Pida una señorita - Ante mi indecisión, el músico sugirió “Un motivo” y después, bajo la mirada complacida de nuestro benefactor, tú pediste, “”El Andariego”

La platica se alargo, hasta que empezó a diluviar.

Me quede en el quicio de la puerta, viendo llover en la plaza, mientras platicabas con tu amigo. Al voltear a verte, me llamaste y acudí como corderillo. Eran ya las 10:30 y no paraba la lluvia. Decidiste que era tiempo de irnos.

Me cubriste con tu chamarra y salimos a buscar un taxi en la noche. Finalmente se paro uno. Llegamos a tu casa mojados y te dieron una mala noticia:

- Tus libros se mojaron.- Corriste a ver los montones de libros apilados y solo acertaste a cambiarlos de lugar. Habías dejado la ventana abierta. La noche llegó más pronto ese día y mi cuerpo de nuevo te dio calor y te secó de la lluvia.

Al día siguiente no pudiste aplazar más tus obligaciones. Tenías que ir a la escuela. Yo estaba contenta. Ordené tus libros en lo que no estabas, leí un rato y me encontraste en la mesa, admirada de la lucidez de Oscar Wilde.

Leímos citas un rato, antes de que tanto pensar te dieran ganas de amarme. Desde las sabanas Wilde parecía igual de sabio pero un poco menos importante.
En la noche fuimos a comer Tacos. Pedí dos de bistec.

Al día siguiente fui a conocer tu escuela. En el mismo autobús venía tus amigos, pero yo me quedé como autista, mirando por la ventana. Los días se me iban demasiado rápido.

Al llegar a tu escuela me dejaste en el centro de cómputo, revisando mi correo. Cuando saliste de tu clase, bajamos a la cafetería y me sentí como en casa… Quien sabe, quizá incluso me hubiera podido acostumbrar a esas rutinas.

Regresamos a tu casa y destendimos nuevamente la cama. Estábamos en eso cuando llegaron visitas. Era otro de tus amigos: sus ojos claros y profundos me conquistaron, por eso, cuando brindábamos con un cuarto de tequila tiré mi vaso y tuve que ir a bañarme.

Me puse un vestido, recordando que tenías fiesta por la noche. Una vez que tu amigo se fue fueron llegando otros… parecía una auténtica tertulia. Yo tenía ya sueño y después de cantar unas cuantas canciones y beber media cerveza, me retire a dormir.
Me fuiste a buscar y me llevaste con engaños de nuevo a la fiesta. Fue poco lo que platiqué con tu amigo el periodista, pero bastó para convencerme de se necesita mucho estómago para esa profesión.

Por fin, al verte en la ventana, me acerqué y te pregunté algo ridículo. Tu me contestaste no sé que, pero supe que nuestro momento se acercaba. Desde el otro lado de la mesa, moviste tu cabeza y me lancé en tu búsqueda, en pos de ti y de tus brazos.

A mi lado quedaste rendido hasta el día siguiente. Ya casi se habían ido todos; solo quedaban un par de trasnochados sin ganas de ir a la escuela. A las 12 de la mañana quedó descartada la idea de ir a las clases del viernes.

Tras acabar con las 5 chelas y 2 mezcales, aún quedaban ganas de bailar. Me tuve que administrar y repartir mi tiempo entre tres.

Fue una buena tarde el viernes. El sábado, sin embargo, no estaba tan tranquila, porque una de tus amigas había amenazado con ir a visitarnos. No sé si notaste mi intranquilidad, pero contribuiste a calmarme, cuando bajamos de nuevo (esta vez muy despacio, porque el día de la fiesta, te habías caído) y nos sentamos en una banca a cantar todas las canciones que cruzaron por nuestra mente.

Al medio día ya estaba yo tranquila y de regreso en tu casa, armando un rompecabezas, cuando llegó tu amiga acompañada con refuerzos. Platicaron intrascendencias un buen rato.

Yo decidí irme a dormir temprano, dejándote a solas con ella, comiéndome mi hígado. Me fuiste a buscar y me dijiste

- Espera

Y te esperé bajo las cobijas hasta la 1 de la madrugada.

Era mi última noche contigo. Debíamos aprovecharla y una vez más, mi piel te guardo. Al día siguiente me di un baño antes de empacar todo para finalmente decirte: -Me voy.

Hiciste tú también tu maleta, pero ibas con distinto destino. Un taxi nos llevo y ya en la estación se hicieron necesarios los besos de despedida.

Se acabo así la historia del mejor viaje de mi vida. Un viaje que nunca hice.

Crónica de un desencuentro

Sé que le prometí a Anel que pondría la "Crónica del viaje que nunca hice". De hecho la corregí para su publicación. Pero por el momento me la saltaré y pondré primero esta otra.

Crónica de un desencuentro

Confieso que cometí un error al no pedirle al Maestro Jorge su número telefónico.
Francamente no lo pensé, hasta que llevaba un rato esperandolo...
Pero segura de la calidad literaria del material de lectura que llevaba, me dejé llevar de la mano de Giovanni Sartori por un mar de críticas bien asestadas a la cabeza del hommo videns. Era una deuda histórica por saldar: tantos años en la carrera de Ciencias de la Comunicación sin haber leído completa la crítica a "La sociedad teledirigida"... Semestres enteros simulando, haciendo creer al amable auditorio (profesores, compañeros de clase... incluso amigos) que ya había pasado lo que ellos consideraban "Bibliografía básica..." Pero no.
No fue hasta ayer que decidí abrir el libro que reposaba en mi estante... desde hace más de un año, cuidadosamente envuelto en celofán. Y hoy, al salir de la clase, una vez instalada junto a las puertas de la biblioteca lo abrí, como quien busca las revelaciones en los papiros del mar muerto... No encontré eso... pero me entretuve un rato, hasta que noté que ya iba en el capítulo seis y no se veía ni rastro del Maestro.
¿Me había equivocado de lugar, de día, de hora, de facultad, de ciudad, de planeta? ¿Era que estabamos destinados a nunca encontrarnos, entre las mil, dos mil, tres mil, enésimas mil posibilidades que nos ponía el destino en las narices? ¿Acaso tendría yo un repelente a los jugadores de squash o él un radar que lo hacía evitar comunicólogas que no tenían en su conocimiento la bibliografía básica del curso?
Todo eso pensé, con la velocidad misma del pensamiento y sabrá dios que habría seguido pensando si no hubiera llegado mi amiga Laura, a quien no esperaba encontrarme a esa hora y tampoco en ese lugar... a quien ya me imaginaba empapelada en su escritorio tristisimo, pauperrimo y escondido de TV UNAM donde labora como becaria.
- ¿Qué haciendo a estas horas? - Preguntó ella, con la familiaridad de quien ya sabe mi nombre y no anda a ciegas por el mundo, preguntandose si seré la escultural morena de curvas peligrosas o la sencilla y carismática chica con cara de bibliotecaria...
- Pues aquí... - Y relaté la historia que ya es conocida por mi lector.
- ¡Ah! Pero ya son las 12... - Pues sí...- Y con mi pausada y ecuánime voz, que ha marcado estilo le dejé un recado al Maestro en la puerta amarilla de la biblioteca, con letras rojas y caligrafía mixta:
Jorge: Te esperé hasta las 12, pero tuve que irme. Luego platicamos.
D. S.

Spencer Tunick y las misteriosas motivaciones de los mexicanos

Dicen que hay tantos motivos como personas existen. Sin embargo habría que preguntarse, de verdad... ¿Por qué 18 mil mexicanos se levantaron antes de las cuatro de la mañana para ir a desnudarse al Zócalo?
Algunos, claro, movidos por el morbo, la curiosidad, el placer infinito de ver a las viejas encueradas...
Unos cuantos más, quizá, por el auténtico deseo de fundirse en una masa anónima en igualdad de condiciones en un país en donde eso nunca pasa... Sea la ropa, el automóvil, el tipo de celular, la escuela a la que fuiste o incluso a la que no fuiste, te cataloga, separa, divide.
Quizá algunos con afán contestatario, de protestar, de ser, de decir, de hablar, de expresarse.
La variante de "porque en México hace un resto de calor" no aplicaba a las 4 de la madrugada, aunque en realidad SI hace un resto de calor y a eso de las 9, cuando se acabó el jolgorio ya había como 22 grados centígrados. (Temperatura ambiente, todos sabemos que una plancha de cemento como es el Zócalo amanece muy fría por la mañana)
Por allí me sugirieron que es una forma de protestar contra el oscurantismo eclesiástico y las hilachas...
Pero nah... No creo.
Habrá quien de veras aprecie el arte, como abstracción y quería tener la foto original, por lo que la única forma que encontró (en lugar de ir a una subasta) fue la de posar desnudo.
Y claro... están los que salieron de una boda en el Centro de Banqueros de México y totalmente incróspitos (vease "borrachos) decidieron irse a meter borlote. (Pero a esos no los dejaron)
Las razones para los mexicanos pueden ser muchas. Lo que sí es que podemos decir que por fin superamos a Barcelona en algo... (No, no fue en el nivel del fútbol. Lástima)
Es curioso que ahora que el país está involucrado en una terrible lucha entre los cárteles de la droga y el ejercito, entremezclada con el conservadurismo de la ultra derecha y los enfrentamientos de las distintas corrientes de izquierda que no podrían ponerse de acuerdo aunque de ello dependiera su subsistencia; un grupo numeroso de ciudadanos decida por razones aún para mí desconocidas levantarse tan temprano para ir a encuerarse.
D.

Alter egos

El otro día platicaba con Natalia (cuyo nombre real no revelaré aquí) acerca de los alter egos, y como cada alter ego debería de tener su propia personalidad...
Yo ya llevo muchos años con el seudónimo de Darina Silverstone... recuerdo que cuando lo idee sólo pensaba en tener un eufónico nombre para los chats... luego Darina fue adquiriendo su propia personalidad... una especie de hombre araña de traje negro... Jo.
Algunas personas, como mi amiga Verónica, siguen llamándome Darina a pesar de conocerme en persona...
Cuando era niña tenía dos personalidades alternativas, según me pintara el día...
Una se basaba en una compañera de mi escuela que me fascinaba por ser tan rebelde, inquieta y hacer francamente lo que le venía en gana. Ella se llamaba Rubí y siempre me pareció el ideal de libertad irrefrenable y arrebatada...
Así que cuando quería hacer mi santa voluntad me ponía la cara de Rubí y me valían los regaños y las reconvenciones armoniosas.
Luego me enteré que esa fuerza destructiva se llama "Ello", pero por alguna desviación de mi conciencia siempre la identifique como "Ella", llena de impulsos y obsesiones psicóticas.
También tenía el equivalente a un "Super yo", para los días que tenía que ir a visitar a mi abuelita o impactar de muerte a los papás de una amiga...
Sólo que en aquellos lejanos ayeres no sabía que había una instancia psíquica llamada así...
Entonces le llamaba Leticia
Y desde entonces Lety es el personaje de todos mis cuentos en donde hay chicas buenas a las que les va mal... porque es innevitable dejar de asociar al super yo con una especie de tiranía del destino... El bien no siempre es recompensado.
Para el curso de el profesor Raúl Parra me inventé otro seudónimo que he usado en un par de certamenes literarios... pero ese no lo revelo, por si usted, estimado lector, es algún día jurado de mi obra.
D.

Entre las cuerdas

Hoy me tocó lavar la ropa. En realidad me relaja el olor a suavitel, el ronroneo de las lavadoras y el chapoteo del agua.

Pero ahora que están de moda los performances debería de proponer a alguna artísta plástica de renombre que armara una instalación con los patrones que se hacen con la ropa mojada y recién tendida, que se va acomodando en patrones cromáticos dependiendo del orden en que haya sido clasificada.

Al ser una familia de cuatro integrantes, al menos usamos 6 colores de ropa a la semana, que forman igual número de cargas de ropa, que va quedando entre las cuerdas del patio de tender entrecruzandose...

Todo sea por que no declaren un día loco a mi padre por acudir con una camisa blanca teñida de rosa por la acción colorante de un suéter rojo con ánimo de destacar.

D.

Abismos

Los abismos que el amor tienen se recorren paso a paso y pieza a pieza... ¿Como surcarlos con mis pies tan cortos y mi cabeza tan hueca?

Debo confiar, entonces, en que el camino que sigo es el correcto...

En que no extraviaré mi conciencia en algun pozo del desierto...

En que no perderé mis ojos en ningún Oasis falso.

Me entrego a tu boca con voluntad.

Me refuerzo en la paz de tu silencio.

Me siento una y todas con esa misteriosa luz divina, que es verte, sin tocarte, así de cerca...

Así de cerca que casi me bebo tu voz.

Así de cerca, que no te siento...

Tú, razón y guía. En este abismo tan grande, tan infranqueable que parece el amor de esquina a esquina...

Bouquet

Ayer tuve dos sueños. Uno de ellos tenía que ver con el día de las madres. Supongo que después de todo tanta publicidad subliminal si hizo su efecto y me encontraba de compras en un centro comercial, en donde en la sección de jardinería tenía una promoción especial para que armaras tus propios ramos el día de las madres.

En cada estante había un tipo de flor (rosas, claveles, gardenias, pensamientos) o plantas de decoración (hojas de dólar, ramas de pino, flores secas de color lavanda, espigas de trigo) con los que podías armar tu propio "original diseño de adoración filial"

Pensando que me resultaría más barato... (jo, que ingenua yo) me puse a cortar flores del supermercado y armé un colorido conjunto lleno de pensamientos y violetas silvestres, cuyo precio por alguna extraña razón nunca pude ver.

Luego, en un estante diferente, compré un vidrio de cristal cortado y llevé mi arreglo floral a la sección de "Facturas" donde me aseguraron que todo me había salido al muy razonable precio de 25 pesos. (Que genio de las finanzas soy, dios mío...)

Al llegar a la caja y pretender pagar con la morralla oficial que acompaña a toda buena desempleada me encontré (oh, desgracia) con que el precio total del arreglo era de $550 pesotes...

Y además de atacarme y correr con el tipo de Facturas para reclamarle, llegué a un acuerdo financiero: me dieron las flores por 100 pesos y agregaron de regalo un desodorante de conocida marca para hombres que quieren volver agresivas a la mujer más tierna...

Publicistas... Illescas tenía razón, si son perversos... Igual que en Futurama se meten hasta en mis sueños.

D.

El hada azul

Hoy regresé a mi casa después de una jornada bastante infructuosa y abordé el transporte de vuelta a casa. Era un pesero muy pintoresco, pues entre los pasajeros viajaba una viejecita con un abrigo naranja brillante y boina negra. Junto a ella iban sentadas tres niñas de tercero de kinder o primero de primaria (nunca supe bien) con suéteres rojos y despeinados propios de un salón de clases...
Para completar el cuadro policromo, subieron a vendernos pilas unas chicas vestidas de azul, que tras anunciar su producto se bajaron...
- ¡Mira! Son hadas... desaparecieron - dijo una de las niñas de suéter rojo.
D.

El vuelo del águila


Hoy fui al centro a recoger las migajas de la marcha...
Lo que encontré fue bastante sorprendente, porque casi no había gente, el metro estaba casi vacío y yo me pasé en una explanada en la que sólo estaban los vagos del culto a la bandera (los que persiguen la línea de sombra que deja el asta) y un par de familias despistadas que aprovechaban los primeros aires de mayo para alzar papalotes.
A las seis de la tarde salieron los soldados a recoger la bandera y una multitud de curiosos se alinearon en cuadro...
En un momento bajó la bandera de sus altitudes y se alinéo con la del palacio, como si una fuera la sombra de la otra y el soldado solitario que se encontraba encima del segundo piso del Palacio Nacional fuera la proyección a escala de uno de esos dibujos que me mandaban a hacer en la Preparatoria, cuando tomaba clases de perspectiva.
En un primer plano se alzó un papalote en forma de águila... Seguido por un papalote en forma de dragón chino que parecía perseguirlo en el aire...
La tarde murió en el zócalo. Yo llevé mis pies a otra parte y el aguila aterrizó en una explanada vacía, sin bandera y sin fe.
D.

Una mujer que caminaba sobre las vías

Se llevó a cabo la fiesta de fin de año de la oficina en la calle de Ferrocarril de Cuernavaca. La verdad yo no ubicaba mucho el rumbo, pero...