Empleo Precario - La sopa

I. Empleo Precario
Ahora que de nuevo soy desempleada (La pregunta aquí sería ¿dejé de serlo alguna vez?) me he quedado pensando en lo que dijo Henry al observar a los jovenes que limpiaban el parabrisas del taxi en el que ibamos:
- ¿Son pobres?
-Eh...
No supe que decirle exactamente, puesto que según algunos calculos económicos si un limpiavidrios recibe 1 peso por cada alto, al finalizar del día tendrá más de lo que gana un obrero con un empleo de salario mínimo.
La misma lógia aplica a los "Viene, viene" o vigilantes informales de los estacionamientos publicos. ¿Cuál es la ganancia real en un día de mendigar con un niño en brazos, de vender chicles o de vender discos piratas? ¿Cuanto de ese dinero se va en mordidas, en drogas, en sindicatos de vendedores ambulantes?
La cantidad de empleos precarios en México incluye una gran diversidad de fauna urbana no inventariada... Algunos mendicantes son tan populares que acaparan dos o tres estaciones del metro. Hay personas que ya tienen estudiada su rutina... Incluso la mujer de cabello blanco a la que siempre se le descompone el carro o la desesperada madre de familia que dejó las llaves dentro del auto, son historias que ya he escuchado muchas veces...
La flaca memoria hace que repitan sus cuentos una y otra vez.
Algunas veces creo que valdría la pena intentar una de esas versiones, porque no parece muy alentador el panorma laboral. Quizá sea por mi falta de organización, visión, planeación y adecuación a los modelos existentes... pero creo que es un asco buscar chamba.
II. La sopa
Ayer soñé que estaba en una boda y no me traían la sopa. La gente a mi alrededor ya estaba comiendo el guisado y a mi nada... Nada. Ni siquiera la cucharilla para comer mi sopa.
- ¡Revolución, revolución! - Gritaba yo por el salón.
Y me trajeron mi sopa.
- ¡Puaj! Le falta sal.
La señora de al lado me preguntó:
- ¿Qué opina usted de las trivialidades, señorita?
- Es lo único importante de la vida. Los grandes temas siempre estarán allí... Sólo podemos ocuparnos hoy día de las trivialidades.
- Eso es cierto - Todos en la mesa asintieron... y fue el mejor momento de mi semana.
D.

El cielo de los platos

Desde que regresamos de Europa mi abuela insistía en comprarse una vajilla cuadrada... Así que tras varias expediciones al centro, mi mamá decidió llevarla a que escogiera personalmente su vajilla. Visitamos muchas casas de platos en las calles de Artículo 123 y López... pero mi abuela no terminaba de escoger ninguna...
Incluso encontró unos platos navideños (en Junio, sí, es muy bonita época para los platos navideños) que terminarán empolvandose 364 días al año... Nos repartimos los platos entre mi hermana, mi mamá y yo, para llevarlos sanos y salvos hasta la casa...
Pero mi determinada abuela decidió que París bien valía una misa... así que nos trepamos a un taxi y llegamos a un conocido establecimiento de tiendas departamentales donde subimos seis pisos (¡Seis!) para llegar a la sección de hogar...
Tras deambular por entre docenas de artículos (las más de ellos sólo servían para coleccionar polvo, como adornitos de cristal, flores de plástico y esculturas de porcelana...) mi abuela encontró "La vajilla perfecta" (una que ya habíamos visto más barata, en otras tiendas) pero claro, en este almacén estaba "de rebaja" y además se la entregaban a domicilio, cosa que me pareció muy bien, porque yo estaba cargando siete platos y ya estaba bastante cansada.
Así que mi abuela sacó su todo poderosa tarjeta... que no pasó los designios del dios de la banca.
Ya estabamos todos muy tristes, pensando en que la excursión al cielo de los platos había sido infructuosa cuando...
¡Oh, recordé que yo traía también mi tarjeta de la cuenta de ahorros! Bueno, ahora soy la feliz propietaria de una vajilla de platos cuadrados con flores de tulipanes...
Está bien chula de bonita, pero se la van a ir a entregar a mi abuela y ella me dice que en cuanto pueda me la pagará.
La verdad nunca había comprado algo tan caro. Me siento un poco extraña, pensar que tantos días de corregir trabajos de los alumnos o soportar regaños de mi ex jefa del periódico va a terminar en... una vajilla.
Es algo que no se me hubiera ocurrido nunca. Pero bueno...
Nadie sabe para quien trabaja.
D.

La visita del holandés volador...

Esta mañana cuando mi abuelita me propuso ir a la Villa entré en cierto estado de estupor... La verdad no recuerdo cuando fue la última vez que visité esa tira movil que te pasea enfrente de la imagen de la Virgen para evitar que la gente se aglomere frente a lo que se supone que es el ayate de San Juan Diego...

Al poco rato me vi explicando la historia del milagro a un holandés, quien era mi invitado por este día... Subimos a la iglesia del Cerrito y tomamos aguas de sabores contemplando la niebla sobre la ciudad.

El taxi nos había cobrado mucho para llegar, así que al salir de la basílica lo subí a un pesero "La Villa - Hidalgo - Chapultepec"

Mientras avanzabamos por la calzada de Misterios y le iba platicando de las peregrinaciones del 12 de Diciembre, de la devoción mexicana a Juan Pablo II y de la misa de seis...

Llégamos a la Alameda y caminamos entre las bonitas fuentes de agua verde... El holandés quiso probar las papas con chile certificadas de la Alameda.

Fuimos también al Museo de Bellas Artes donde lo animé a conocer más de Frida Kahlo en la exposición por el centenario de su nacimiento. Anduvimos paseando por el palacio hasta que el hambre nos venció y comimos en el famoso restaurante de azulejos azules que está enfrente.

Anduvimos por la calle de Madero viendo joyería para sus dos pequeñas hijas... sin embargo no se decidió por nada en particular y nos metimos a la catedral...

El holándes volador parecía muy interesado en el arte sacro y en la espiritualidad mexicana. Lo despedí cuando la tarde ya moría en el Zócalo: lo último que vi de él fue una mano que se despedía desde el interior de su taxi.

D.

Faltan palabras

Hacen falta palabras para atar las luciérnagas a las faldas de las debutantes, cuando quieren disfrazarse de estrellas cintilantes... Y luego te quedas con trozos de ropa llenos de insectos muertos...

Allá quedará la noche como un charco oscuro de aceite sobre la banqueta... No hay lluvia que pueda barrer la tristeza sobre la acera: sobre el pasto han quedado docenas de pajaritos muertos que se han caído de sus nidos con la última granizada: no hay frío más terrible que el de los granizos del verano.

Dura un momento. Un par de minutos, si acaso... Pero no hay fuerza capaz de devolverle la vida a esas aves.

Faltan palabras para escribir del amor y de la muerte...

Sólo queda escribir del vuelo de las moscas.

D.

Las caricaturas me hacen llorar

Afrontar el pasado tiene sus consecuencias... como cuando uno tiene que reconocer que veía Remy al encontrarse frente a un puesto de películas piratas en una Feria de Pueblo.
Ese aluvión de recuerdos de mejillas humedas y tardes ociosas se le vienen a uno encima...
Como la tarde que pasé platicando con un amigo mío (su nombre lo omitiré, por razones que él comprenderá) quien me contó de su afición por Seilor Moon... (específicamente una de ellas)
Que tire la primera piedra quien no se haya conmovido con algun capítulo de Los caballeros del Zodiaco...
Bueno, yo hasta me sé el tema principal... Pero la verdad es que me sé muchas canciones que la gente no recuerda, así que no es algo tan particular.
Sentí un calor especial subiendo por las mejillas cuando me enteré que todavía lo dan en la barra infantil de los sábados.
Hoy por la tarde me puse a ver Mildred Embrollo y El divan de Valentina... La verdad todas esas series infantiles me siguen gustando. Ya ni que decir de las veces que me he reído con Bob Esponja (de quien uno de mis amigos piensa hacer su tesis) y con Los padrinos mágicos...
Ah... Y eso sin contar que mi hombre ideal es más o menos como Jimmy Neutron o Dexter... Tengo una fascinación con los niños genio.

D.

Amor de checador...

Alexia llegaba a las 7:45 al checador y se hacía tonta frente al aparato, esperando a que pasaran esos eternos 15 minutos desde que había cerrado la oficina hasta que podía salir de la clínica. La gente había estado imposible: una señora llegó gritandole que el servicio era muy malo, que llevaba 2 horas esperando a que le quitaran un cristal que tenía su hijo clavado en el brazo cuando se estrelló contra la puerta de vidrio que tenían en su casa...
También llegó un hombre solicitando una incapacidad que ella no podía conceder en su calidad de trabajadora social... a ella sólo le correspondía expedir un papel asegurando que el hombre había estado un par de horas en la clínica.
Había sido un desgarriate el día. Alexia sólo quería escabullirse de allí antes de que el cielo nublado dejara caer enormes gotas de lluvia que mutarían en oscuros charcos de lodo que terminarían por hacer de su uniforme blanco una desgracia.
Lo único que parecía mejorar la jornada era encontrarse con el Dr. Manzanares enfrente del checador e intercambiar alguna noticia con él. La miraba con sus ojitos grisaceos desde detrás de sus lentes de mica medio rayados de tanto dejarlos colgar sobre la bata.
Alguna vez había querido saber más de él, tomarse un café...
Pero gozaba tanto de esos 15 minutos de verlo frente al checador que se decía que podía ser contraproducente enterarse de que era casado, juntado, con hijos...
Igualmente sería complicado si no lo fuera.
Ambos disfrutaban de esos momentos como si estuvieran bajo el agua durante ocho horas sólo para beberse las miradas hasta que el clik del reloj los separaba para dejarlos marchar a cada cual por su lado en la calle mojada y llena de charcos, que amenazaba con dejar sus uniformes blancos de espera, manchados de dudas...
D.

Más de cien palabras, más de cien motivos...

Llorar. Dicen que a veces es mejor que masturbarse. Descansa uno. Terminas con el pecho más liviano. Te limpia los oclayos. Te barre las lagañas. Te sana algunas heridas del alma.

Llorar. Hasta que el alma respire, hasta que se acabe el agua de tus ojos, hasta que sientas que las nubes negras se han ido disipando.

Hay más de cien motivos y razones para llorar en el mundo. ¿Quién se cree todo poderoso para decir que uno es más válido que el otro? Hay millones de inequidades e injusticias, que muchas veces son las mismas... y otras que se encubren bajo el disfraz de lo natural, normal, permitido, socialmente aceptado.

¿Qué los hace llorar?

Estrenos del verano

Hoy fui a ver "Los cuatro fantásticos" con mi hermanita...y fue algo muy curioso, porque de las diez salas había como cuatro en la que estaba la famosa película...

En la tarde fui a Perisur con Alex y allá también... una total saturación de los estrenos del verano: Shrek, Los piratas de caribe... y cero opciones.

En el caso de que quieran ver películas palomeras para tardes de lluvia, está bien ver los cuatro fantásticos... Pero la verdad no es una opción mentalmente muy estimulante.

Por eso pasé la tarde tomando café capuccino... Mientras los cines se abarrotaban para estrenos poco apetecibles.

Tengo un escalofrío verde recorriendome los huesos. ¿Será la humedad del ambiente?

D.

Soy un cacahuate...

Estoy viendo el final de la película de Bob Esponja. Acabo de llegar del centro, que como siempre es un revoltijo de maravillas por 20 pesos... y cosas chinas. Últimamente más cosas chinas.

Es raro salir de aquel mercadillo ambulante para entrar al aire old fashion de la Academia de San Carlos...

Sigo enamorada de Enzenberger, ahora que tengo la edición bilingüe entre mis manos me dan ganas de aprender aleman y susurrar entre dientes ese ronroneo profundo que tiene esa lengua.

Todo marcha entre lluvia y zapateos mojados que rechinan. Ayer escuché a Sabina en el las mazmorras de la Facultad de Arquitectura.

Hoy aún no llueve.

Pero eso no me apura... porque como dice Bob: ¡Soy un cacahuate!

D.

Arte por todas partes

Hoy fui a la Calle de Academia 22 donde se encuentra la Escuela de San Carlos... El ambiente de este recinto es muy particular... la edificación contrasta con el resto de edificios coloniales y la bonita y herrería se luce desde afuera y desde adentro de lo que actualmente es el Posgrado de la Escuela Nacional de Artes Plásticas...
En el Patio Central de la Escuela se encuentran diversas esculturas, incluída una réplica de la Victoria de Samotracia.
El lugar contrasta visiblemente con el plantel donde se imparten las diversas carreras de Artes Plásticas a nivel Licenciatura...
Sin embargo, las visitas a estos dos recintos me hicieron pensar en un escrito de un poeta aleman Hans Magnus Enzenberger, que quisiera compartirles, pues ahora que ando tanto tiempo en transporte publico me da mucho más tiempo para pensar y menos para escribir, lo cual ha resultado provechoso para mis sueños... pues ahora están poblados de imagenes que no sé de donde tomé y que al día siguiente no recuerdo...
El caso es que ando dispersa, pero feliz y alivianada... más ligera que el aire:
Decreto de aplicación del artículo 5, párrafo 3GC
1. El arte es libre.
2. Se prohíbe al artista ser inofensivo, discreto, buen marido, con ingresos regulares.
3. El artista está obligado a ser insoportable. Con sus intervenciones como aguafiestas social, martir ofendido, náusea legendaria, tiene que molestar, aburrir y distraer a inofensivos, discretos, buenos maridos con ingresos regulares, toda una vida.
D.

A comer pastel...

Hoy cociné un pastel. Laura me ayudó. Batimos crema y partimos duraznos. Cernimos harina y mezclamos, mezclamos y mezclamos...

Luego tuvimos que quitar una capa nega del fondo del recipiente donde reposaba el pastel. Pero con la crema y los duraznos quedó normal...

Es decir, bonito.

Le tomé unas fotos, pero aún no las bajo.

Se lo llevamos a Jeanine por su cumpleaños y luego chismeamos rico.

Jo, jo, que feliz estoy...

D.

Aún llueve

Venía a dejarte un beso mojado, mientras la bastilla de mis pantalones aún no se seca...

Pero quizá la lluvia no alcance a tocar tu rostro, como muchas veces sucede con las palabras, ¿cómo saber si alguna vez fueron más allá de tus ojos?

Nunca tendré certeza de ello... y sin embargo, me gustaba pensar que algo en tí se conmovía ante el roce de mis dedos. Es que uno es ingenuo, a veces.

Ahora no me quedan espacio en las manos para las ingenuidades, sólo para un par de certezas, como el cansancio o el sueño...

Estos son días de lluvia. Me he puesto a mirar en las calles que reflejan luces, como si fueran docenas de caleidoscopios naufragados en tu espera.

También he dibujado gatos en los parabrisas y corazones sin latido. ¿Qué simboliza un corazón en un parabrisas, delineado por mi dedo roto?

Ya nadie reconoce mi huella. Me pregunto si volverá a recomponerse tras las mordidas o si definitivamente cambiará el patrón de mis lìneas de la mano...

¿Y cortando una mano puedes truncar la suerte? ¿Puedes alterar el río haciendo diques y modificar el destino?

Yo nunca me he opuesto al fluir de la lluvia.

Para mì está bien que caiga hacia abajo y que broten los manantiales en donde brotan... que se labren camino entre las rocas algunos y otros sòlo vayan bordeando la tierra. Yo entiendo eso...

Pero no entiendo tantas otras miles de cosas... ¿Seré yo agua, tierra, manantial, piedra, destino, llaga, dique?

¿Seré ausencia, distancia, presencia, latido, corazón?

Yo soy un gato dibujado en el parabrisas sobre el vaho tibio de la noche.

Pero desapareceré en cuanto dejes de conjugarme a maullidos.

En cuanto dejes de robarme besos...

Sólo soy una gatita de parabrisas y no una ondulante minina que reposa en tus piernas.
Tengo envidia de una gata.
Estoy bajo la lluvia, aún.

D.

Ropa sucia

Hoy saqué toda la ropa sucia...

Mientras el agua y el jabón iban acumulandose, me quedé pensando en tu imagen, en tu sonrisa, en tus dientes perfectos (en donde nunca he notado la astilladura que dices tener) Me quedé mirando la espuma sucia escurriendose hasta el agujero negro de la inconciencia...

Hay mucha ropa que aún no conoces.

Quizá ropa que nunca conocerás.

Hay rincones que nunca morderé y pasajes de tu vida que se quedarán en el agujero negro de la inconciencia.

Hay miriadas de estrellas que nunca tendrán nombre, y sistemas solares que explotarán sin que los notes.

Y yo acá, lavando la ropa que tiene sabor a tí.

Pero del alma, del corazón, de allí no hay cloro que te saque. He trenzado mis labios a los tuyos en una cadena de besos que siento tensarse con el tiempo y la distancia, como si a veces la estirara más allá del límite de mis fuerzas.

Alimento este fuego, acrecento la hoguera sin tener nada que poner a calentar: ni bollos, ni jarros de barro para el chocolate. Alimento este fuego en vano, este fuego que sólo me alumbra en la noche, con su llama torva y lisa, que me dice que todos los milagros son posibles, aunque ante la luz del día mi amor desfallezca en columnas de humo denso y oscuro.

Quiero planear mi vida hoy e incluír tu nombre en algun apartado.

Te quiero, pues...
aunque se me vaya la vida como espuma sucia con tu olor bajandome por cada poro reventado.

D.

Corazón de alcachofa...

Creo que lo sabes... si no lo sabes debo decirtelo. Mis motivaciones para escribirte primero no fueron las más sanas. Desde lo profundo de mi insanidad mental lancé una piedra a tu estanque, sólo para ver que pasaba...
Y sí, la física no miente: las ondas que han rebotado en el agua en círculos concéntricos me siguen asombrando... Pero eso no quiere decir que haya querido provocar una hecatómbe... En el fondo sólo quería medir la profundidad del estanque, saber que había en tí, conocer que peces te habitan, que lágrimas te rondan, que voces te llaman (ninfas del agua)
Encontré en tí un espejo, niña de agua, corazón de alcachofa: aparentemente distante, pero en el fondo tierna y juguetona. Cuando me di cuenta reconocí en tí muchas cosas que a veces me niego, pero que allí están... (Como esos gustos musicales fósilizados desde la época de la Secundaria cuando la vida era más fácil... aunque no sé decirte si más feliz)
También encontré en tí un consuelo, un amparo, cuando a las dos de la madrugada me llegaba una crisis de soledad, de histeria, de tristeza y no tenía a mano el teléfono de nadie... Increíble, ¿no? De nadie.
Pero allí estabas tú, que no sólo has dejado de ser "nadie", para convertirte en "alguien", sino que ahora, después de tan poco tiempo (que relativo es el tiempo, que extraño es el batir de las alas de mariposa, que corta es la vida eterna...) quizá, me atreva, con voz tímida, quizá un poco vacilante aún... pero sí, me gustaría, quisiera, desearía... llamarte amiga.

D.

Días negros

Me duele la panza. No sé si por lo que acabo de leer o por las papas con chile que me zampé hace rato en un ataque de frustración.
Las cosas no marchan, simplemente.
Los mexicas tenían 360 días en su calendario regular, más cinco días que eran los días de "mala suerte" en donde la gente procuraba irse por la sombrita y hacer las cosas discretamente, para no perturbar a los dioses y provocar su castigo...
En estos cinco días las mujeres embarazadas no salían a la calle y evitaban asomarse a las ventanas, para que no les diera la luz de la luna y afectara a sus hijos...
Las personas que desobedecían la prohibición se las veían negras.
Así, ayer, cuando ya pensaba que el asunto con mi perra había sido todo, me fui a terminar mis entrevistas en Arquitectura... ¿Y que pasó?
Teléfono que suena:
- Oye, Mayrita, ya sé que soy muy insistente... pero hablé con un doctor y me dijo que es muy importante que te vacunen.
- Si tía, pero ahorita tengo mucho quehacer...
- Andale, ya no te hagas la remolona, vente para acá...
Y mi tía me hizo poner la vacuna de la rabia.
Y cuando salí de la clínica fui a la Escuela de Artes Plásticas, que queda por Xochimilco... Pero en el pesero me robaron el monedero.
Así que allá andaba yo, lejos de la civilización, sin varo, picoteada y con algo de nausea producto de la vacuna antirrabica. De la angustia de saber si podría o no regresar a casa sólo alcancé a hacer una entrevista más.
Pedí un raid al conductor de la pesera y me dejó en el metro más cercano... Menos mal que no me robaron mi tarjeta del metro.
Llegué con ganas de golpear algun muro... Y hoy si tuve que sucumbir a las papas crujientes, pensando en que los profesores que me han negado 10 minutos de su atención son unos bonitos tubérculos a la merced de mis colmillos afilados y mis muelas insensibles...
D.

Redimensionando el dolor

El día de ayer salí con mucha prisa de mi casa y la perra de mi tía "La canela", salió corriendo a la calle. Como iba pasando el señor de la basura sonando su campana la perra se espantó y se bajó de la banqueta. En cuestión de segundos fue revolcada por un auto.

El auto de atrás se detuvo y en menos tiempo del que tardo en contarlo yo recogí al animalito y lo cargué en brazos. Al tocarla el animal reaccionó y me mordió la cara, encima del labio.

Así iba yo, con mi animal en brazos rumbo al veterinario. Traía la ropa manchada de sangre y al llegar me encontré al chico que hacía la limpieza:

- ¿Ya llegó el doctor?
- No, todavía no.
- ¿No le puedes llamar?, es que me acaban de atropellar a la perra...
- Ya viene para acá.
- ¿Me puedes regalar un algodón con alcohol?

Media hora, tres algodones después y tras manchar el celular con sangre de mis deditos para marcarle a mi hermana (- Oye, traete dinero y la correa de la perra, porque la acaban de arrollar...) Llegó el veterinario.

-¡Ay, pobrecita!
- Es que la atropeyó un auto...
- No, ¡Tú!

Me imagino que si, me veía peor yo. La Canela no se quejaba, ni sangraba.

- No le pasó nada. Pero mantenla en revisión y si mañana le duele algo la traes para que le de algo.

Luego el doctor me puso un vendolete y me mandó a casa sin cobrarnos.

De camino a la escuela volví a reflexionar en el papel del dolor en nuestra vida. Después de platicar con uno de mis amigos que se corta, me di cuenta de que muchas veces olvidamos "sentir". El dolor redimensiona ese espacio corporal que a veces usamos de forma automática.

Cada pliegue de la piel, cada juntura entre los dedos, cada milimetro de la palma... Bueno, todo me dolía, pero de todo había retomado la conciencia de su presencia, de la forma en que hace contacto a diario con los tubos del metro, con la piel de otras personas, con la punta del lápiz, con el borde de mi mochila...

Ya tengo que irme, además me duelen las puntitas de los dedos. Jo.

Luego les cuento como terminó esto.

D.

Galaxias explotando


...hasta hace poco me quedaba mirando la noche como si ocultara un secreto. Quizá el secreto es saber que somos tan insignificantes, que nuestras pequeñas historias se ven grandes sólo magnificados por el brillo opaco de nuestras pupilas recreando todo en nuestro cerebro...

Pero desde afuera, desde alguna esquina del universo, desde la luna más amarga de un planeta cercado, deberíamos saber que nada es tan grande, que nada es tan importante, que nada es tan terrible o tremendo.

A diario fallecen miles de galaxias explotando en tantos lugares del Universo inconmesurable... y nosotros derramando lágrimas por un amor perdido...

A diario se acaba algo increíble, algo único e irrepetible... pero nosotros seguimos mirando el cuerpo ausente, la palabra perdida, el eco de las cosas que te dije.

Te repetiría mil veces lo que ya dije y no diría nada nuevo, porque ya sabes lo que he dicho, lo que quise decir. Pero ahora lo que pienso es en esa hoja del árbol que cae, que se suspende un minuto en una ráfaga de aire, dubitativa, pensando si el aire, el suelo, el árbol será su destino.

Finalmente cae. Reposa. Descansa. Está por unirse de nuevo a la tierra.

Mientras miles de galaxias explotan y mueren.

D.

Ah, la Secundaria...

Después de que Yareli me pasó un link en donde se entera de las cosas que hacía su novio cuando estaba en la secundaria me dieron ganas de sacar a balcón a mis amigos de la Secu... aunque quien sabe si sean bloggueros y sus novias revisen links... La verdad no me importa.
La escuela a la cual yo iba tenía fama de "buena escuela". Está en los límites del Distrito Federal con Nezayork y tiene un bonito himno del cual yo todavía me acuerdo.
A mi me tocó en uno de los grupos más "desastrosos" de la historia de la escuela... (¿Le dirán eso a todos los grupos con el fin de intimidarlos?) El caso es que para el primer año le habíamos roto la pierna a la asesora del grupo (que era la Trabajadora Social de la escuela) cuando nos lanzamos sobre ella en la fiesta de Navidad, porque se le ocurrió repartir dulces y todos prefirieron tomarlos directamente de la bandeja... (Era un grupo de 50)
Hasta donde sé la pobre mujer aún cojea.
También en primer año hicimos llorar a la maestra de Matemáticas un día que todos se atrincheraron para evitar que entrara... Creo que lloró de furia contenida y a la siguiente vez, cuando rompió la barricada nos hizo escribir algo así como "Debo respetar a mis mayores porque son ellos la base de todo entendimiento y razón posibe e imposible..." O sabrá dios que cosa, pero 500 veces.
Yo llené dos páginas. Creo que porque era demasiado buena. Otros sólo se quejaron con sus papás y al final la maestra negó habernos dejado ese castigo.
Recuerdo que en salón había tipos con el afán de ser cómicos... así que armaban un show estilo los tres chiflados subiendose a la plataforma de los profes en las horas libres... Era genial.
Había una disputa constante entre el chavo con el número de lista 1 y el chavo con el número de lista 45... y como nos sentabamos por orden alfabético cruzaban mentadas de madre de un lado a otro.
Eramos todos como una familia... así que yo tenía hermana, hija, nietas... y mis nietas ya tienen ahora descendencia, según me han contado algunas malas lenguas.
Desafortunadamente el grado de parentezco con el tipo que me gustaba era de hermano... así que la relación incestuosa nunca fue posible.
A la chica que era mi hija, quien tenía las iniciales SRCA le decían "Super Rico Caldo Amistoso" por haber sido la primera en tener novio... también circulaba el rumor de que era la "Pizza Hut" porque se entregaba caliente en menos de media hora...
En segudo año hicimos llorar a la profesora de Geografía cuando le empezamos a preguntar por sus compañeros de genración, muchos de los cuales "desaparecieron" en 1968 tras el mitin en Tlatelolco...
En tercero desarmaron mi grupo, lo cual fue un golpe para mí... ya con tanta familia armada. Pero aún tuve tiempo de conocer un poco a mis nuevos compañeros.

Siempre recuerdo esos años como los más felices y despreocupados de mi vida. A veces creo que algo quedó allí encerrado para siempre, en una capsula del tiempo, intangible e inenarrable... Supongo que es verdad eso de que nunca debes regresar al lugar donde fuiste feliz.

D.

Estudio empírico sobre tectónica en la UNAM

La razón por la que no he escrito últimamente es porque me la he pasado visitando Facultades y Escuelas para un trabajo temporal que me conseguí...
Algo que he notado en mis visitas es que muchas veces la arquitectura de las escuelas parece tener algo que ver con el carácter o "pérfil" de las profesiones a las que se refieren.
Los edificios de la ENEO, por ejemplo, son 4 y están organizados en un rectángulo, lo cual parece describir el orden jerárquico que suelen seguir las enfermeras... Al parecer no se mueve una hoja de allí sin antes seguir el procedimiento protocolario.
La limpieza y el orden parecen ser los dueños del espacio.
En la ENAP, en cambio, reina el caos armónico y puedes encontrarte en las muchas explanadas en donde igual te encuentras a una chica meditando en el cemento que a un muchacho en patín del diablo.
Al final de los multiples talleres con olor a pinturas y solventes puedes encontrar a personas durmiendo o divagando... Al entrar a cada taller el olor a cerámica, madera o incluso el polvo de la piedra se te cuela en la piel.
Todos los edificios están interconectados y personas de distintas edades, condiciones, tamaños e interses se reunen, chocan, flotan, intercambian.
En la Facultad de Arquitectura, en cambio, hay un contraste curioso... Las paredes suelen estar limpias, pero hay un aire de dejadez y abandono en muchos salones... Uno pensaría que los Arquitectos necesitarían un edificio más llamativo... pero su división es por talleres, que trabajan de forma independiente cada uno y parecen vivir en constante competencia...

D.

El violín... o como recuperé la fe en el cine mexicano

Hace un buen rato que no veía una película mexicana que me gustara... O siquiera una en donde no saliera Gael, Diego, los Hermanos Bichir, o Jesús Ochoa y Luis Felipe Tovar...

Pero el violín es otra cosa... Afortunadamente.

Sin caer en la clásica complacencia del super héroe redentor, esta película me gustó sobre todo por su fotografía... Además me acordé de hartas cosas con el camión de redilas, los sarapes de Saltillo y esas imagenes de montañas llenas de bruma.

Pero la historia también esta buena. No diría que es cruda, porque está muy bien cuidada, pero retrata un México que otras películas han intentado retratar sin mucho éxito, cayendo en un montón de lugares comunes sobre la guerrilla.

Me gustó sobre todo la parte donde Don Plutarco le cuenta a su nieto el por qué "un dios bien cabrón puso la ambición entre los hombres, y aunque los otros dioses trataron de expulsar a los hombres ambiciosos algunos se quedaron allí escondidos y se hicieron cada vez más y más... Y despojaron a los hombres buenos de sus tierras. Los hombres pidieron ayuda a los dioses, pero ellos les dijeron que debían luchar solos"

El violín cuenta la historia de esa lucha. Y es una lucha bien canija. Pero no se acaba cuando se acaba. Ni siquiera cuando canta la gorda... O cuando la música se acaba.

Esta pelí si tiene música.

D.

Reflexiones adulteradas del fin de semana

...en cuestiones así es fácil darse por vencido, pues lo que a un cuerpo le parece conveniente para otro puede ser un gozo o un martirio. ¿Cómo saberlo? Si cada alma pura del señor tiene también sus propios misterios y abismos. Basta urgar un poco en las conciencias de las personas para hacer surgir sus temores, que las más de las veces resultan universales, pero en los casos más interesantes presentan variaciones... como aquel joven cineasta que amaba los desiertos o aquella escritora que sólo se sentía a gusto cuando escribía envuelta del humo negro y escurridizo que provenía del cigarrillo de su amante...

...por más que cueste escribir cosas complejas, es más complejo escribir cosas simples...

... a veces me quedo en casa sólo para evitar a la gente como esa que hace un ruido insoportable al masticar de forma estruendosa, con la misma forma grosera que utilizan las palabras, como si en lugar de ser una luz, el lenguaje fuera un papel estraza con el cual limpiarse la boca pringosa...

...el balanceo del tren movió la taza del baño y el rocío amarillo emanó de sus piernas irrigando el pantalón y el piso. Tony Snickaquer fue humillado por la incontingencia que parecía manifestarse en su vestimenta y salió del baño secandose la ropa con una toalla de papel, así que nunca advirtió a la rubia debilidad con la que iba a tropezar: esa mujer de pelo corto y mirada molesta, que esperaba con impaciencia el turno en el baño del tren parecía tener una urgencia desesperada por usar el "servicio" como lo llamaban los españoles.

Tony miró las nubes y decidió que definitivamente tenían forma de perro...

Juan Villoro y el periodismo imaginario


“El mejor trabajo de mi vida lo tuve en un periódico que nunca existió” aseguró Juan Villoro en una platica que tuvo lugar este viernes en la Sala Fernando Benitez, el que fuera orquestador de ese proyecto editorial que nunca se materializó en papel, pero al que Villoro dedicó algunas de sus más divertidas horas; criticando los periódicos existentes, urdiendo tramas para reportajes que no se realizaron y pensando, que es de las cosas que mejor parecen salirle.

Frente a un abarrotado publico de estudiantes de periodismo, Villoro se presentó muy distinto al estereotipo de las caricaturas de Abel Quezada: su figura, un poco embarnecida estaba enfundada por un saco negro que cubría su camisa azul marino. Bien escoltado por una profesora de cada lado; la presentadora Lucía Chávez Rivadeneyra y la comentarista; Virginia Careaga…

Aunque no llegué a la introducción me imagino que Virginia Careaga habrá dicho del invitado lo que ya muchos sabemos: hijo del filósofo Luis Villoro, Juan tuvo el provilegio de compartir con algunos personajes de la elite intelectual en México, cuando estudió todavía sus profesores le advertían: “estudia o serás periodista”

Pero no sé sabe si por espíritu anárquico o por algun giro del destino, Juan Villoro pasó de la disinguida profesión de cuentista y literato, a la de periodista… siguiendo el camino inverso al que recorren muchos reporteros ansiosos de mostrar su vena narrativa.

El camino de Juan Villoro fue distinto, pero lo llevó a explorar sus pasiones: el fútbol y el rockanroll nunca dejaron su vida, como lo reflejan dos de sus obras el ensayo “Dios es redondo” y el cuento para niños “La fabulosa guitarra del Dr. Zipper”

De esto y más habló en su conferencia, que más que dictada, fue una conversación deliciosa, salpicada de risas y de cabecitas asintiendo entre una serie de alumnos meditabundos que se preocupaban por cosas que a Juan ya lo han aquejado, como aquella musa furibunda y exigente que es un jefe de redacción, o los peligros de la profesión de ser chismoso profesional en tiempos en que todos quisieran empacar la maquina e irse a casa.

Villoro sobre todo contó su experiencia como cronista, en esa difícil labor que es meterse en la piel del otro, prácticar la empatía máxima y transmitir el olor del pan tibio y el sudor frío del árbitro al salir de un partido discutido con el Jesús en la boca.

Juan Villoro se concentró en tratar de transmitir el privilegio y la responsabilidad que tiene un periodista al intentar darle orden al mundo y voz a las personas que murmuran. Esta labor, además de un gran compromiso ético exige un alto grado de comprensión del espíritu humano.

Incluso, a veces, se requiere la humildad para decir lo que ya ha dicho Carlos Monsivais: “O no entiendo lo que está pasando, o ya no está pasando lo que yo entendía”
Ante la pregunta de ¿Cuál es su crónica preferida, de todas las que ha escrito en su carrerra? Villoro recordó la que le hizo al ídolo de su juventud, Angel Fernández, quien forjara epítetos tan celebres como “La maquina celeste”, “El rebaño sagrado” y “El coloso de Santa Ursula”, que han trascendido el ámbito estrictamente futbolero y llegan hasta nuestros días con la fortaleza mítica de un cronista que sabía “Ser culto, sin que se notara mucho”, característica que según Villoro es imprescindible para un cronista.

D.

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