Nuevas adquisiciones

En la Facultad de Filosofía y Letras tienen un estante para las "Nuevas adquisiciones" donde están las cosas más bonitas, con olor a nuevo... También en la biblioteca central la tienen.

En la facultad donde yo estudié no tenían; quizá porque no adquieren tantas cosas tan seguido y sería triste ver que hay "nuevas adquisiciones" cada dos años o cosa así...

Pero creo que el olor de libros y revistas nuevas es especial y mágico, por lo que nunca puede uno pasar las páginas por un libro nuevo sin evitar las ganas de meter la nariz enmedio del empastado (¿será que soy medio adicta al olor a pegamento?).

Por eso, hoy que finalmente me animé a ir al remate de libros en el auditorio nacional compré muchas cosas bonitas. (Si, ya sé que los desempleados deprimidos y compulsivos en comprar no deberíamos... perooo...)

Lo malo fue que las escaleras del metro auditorio estaban descompuestas... Lo bueno fue que había muchos libros bonitos y me di vuelo con lo que restaba de mi presupuesto de junio. (Ya era poquito, debo confesar que lo hice bastante bien administrandome este mes)

He aquí mi estrategia para hacer rendir mi dinero:

1. Primero fui a comprar lo más caro, porque así mi cargo de culpa me haría evitar comprar otra cosa de ese mismo precio... lo que sí, es que sufrí mucho en la mesa de Anagrama, al ver que casi todas sus publicaciones estaban a $100.00 y sólo me atreví a comprarme un libro de esa mesa... Ahora es mío un ejemplar de Patricia Highsmith, "Pájaros a punto de volar", del 2002.

2. La extravaganza del día... Un libro de poemas de Paul Claudel en su edición Bilingüe al módico precio de $40.00 de la editorial Siglo XXI... Para los que no conozcan a Claudel, es el autor de la celebre frase que está en la puerta de mi cuarto: "El orden es el placer de la razón pero el desorden es la delicia de la imaginación..."

3. No me quedé con las ganas... Como las obras completas de Bryce Echenique en Anagrama estaban en $100.00 me compré un libro de cuentos de él, pero de otra editorial, de bolsillo, pasta dura... en $20.00!

4. Busqué nuevos clásicos: compré "Canta la hierba" la primera novela de Doris Leesing (1950), premio Nobel de Literatura, 2007... Por $20.00, de bolsillo, en Ediciones Zeta. (Donde también compré un libro de Ciencia Ficción que voy a regalar mañana)

5. Fui a buscar viejos amigos, como Juan José Millas, de quien, por $30.00 me traje "Cuentos de adúlteros desorientados" (2003)

El recuento... seis libros y una sonrisota, que me duró poco, porque hoy hice el cierre de mes y resulta que me he gastado más que en mayo y abril juntos. (Pero eso fue por la contingencia, porque en esos días no gasté casi nada...)

Al menos puse este estante, a modo de "nuevas adquisiciones", por si quieren pasear su nariz por la costura de mis libros nuevos.

Tocar

Generalmente, cuando estoy muy preocupada, me da insomnio.

Hoy logré dormirme hasta las 4:30 horas.

Antes estuve viendo teorías que proponen que el mundo se terminará el 21 de diciembre de 2012.

Hoy desperté como un zombie fresco y fui a mi curso, donde había olvidado hacer mi tarea (tenía años sin olvidar una tarea)

Y hoy hice lo que hago cuando estoy muy triste, muy preocupada, muy estresada o muy fuera de control.

Saqué el teclado y me puse a tocar.

Casi no toco, porque sólo me sé un aproximado de cinco canciones y nunca uso la mano izquierda, así que sólo toco las armonías...

Pero quería acallar los pensamientos que me aguijonean y me clavan contra la pared.

Cuando los dedos se deslizan en el teclado, sólo existe la música...

D.

La mirada del otro: Jordi Colomer y Avenida Ixtapaluca

Es ligeramente molesto que venga gente a explicarnos que pasa con nosotros, los mexicanos. Quizá por eso resulta un poco irritante quedarse a ver completa la instalación de video de Jordi Colomer (Barcelona, 1962) en el Centro Cultural España.

Quizá, como ejercicio de autocrítica, uno pueda reflexionar en muchas cosas al ver esa repetición de casas color crema con vivos verdes, muchas vacías o aparentemente abandonadas, en espera de ser vendidas, traspasadas o rentadas; otras casi como casas fantasma... Las casas que muestra Jordi Colomer son las de cualquier conjunto residencial de interés social, pequeños huevitos donde (en teoría) familias nucleares deben de formar sus vidas y compartir un estatus social, una forma de organización, una repetición ad infinitum.

Muchas de estas residencias corresponden a las llamadas "ciudades dormitorio", de las que Ixtapaluca es un ejemplo claro, donde la gente no crea lazos ni se relaciona en gran medida por la falta de lugares comunitarios. En estas casas no hay "la tienda de la esquina", la farmacia de confianza, ni la vecina chismosa... Estas nuevas casas exigen nuevas formas de organización donde las plazas comerciales forman una parte importante y lo artificial parece ser la norma.

Paredes en donde se filtra el ruido de los radios de los vecinos puede ser escuchado en el audio original de la grabación de Jordi Colomer, quien tiene formación como arquitecto y pasó después a integrarse a las filas del arte.

Algo de la entropía propia del abandono se cuela en muchas de las casas, mientras que otras muestran las claras intervensiones de los propietarios, que, en su afán de mejorarlas, rompen el molde y la sincronía, dando pie a diversos experimentos coloridos con diversos grados de rareza y mal gusto...

Situado en el segundo piso del Centro Cultural España, la videoinstalación de Jordi Colomer representa "la mirada del otro", desde alguna otra orilla, donde podemos ser reinterpretados y reconstruidos, aunque esta reconstrucción no tiene las piezas aseguradas en el viaje de ida, ni tampoco en el de regreso, por lo que puede uno perderse en la traducción.

D.

Rafael Navarro: dulcemente perturbador

Una de las razones por las que el día de ayer salí de mi madriguera fue para visitar el Centro Cultural España, donde (al menos hasta el día de ayer) se exhibían las fotografías de Rafael Navarro (Zaragoza, España - 1940) en la exposición titulada "Cuerpo y Luz".

Navarro perteneció a la generación de fotografos que participaron en el "destape" español tras la muerte de Franco; los que vean "Cuentame como pasó" ya sabrán algo sobre esta época, pero para los que no, les cuento que los españoles de repente se dieron cuenta de lo que se estaban perdiendo y quisieron recuperar el tiempo perdido.

Las imagenes de Navarro, por tanto, son abstractas, experimentales, juguetonas y sexuales, además de que llaman la mirada de manera muy poderosa, en diversos niveles de la percepción humana.

Sus dípticos, expuestos en el pasillo central del Centro Cultural España, parecen llamadas al inconsciente, como si pudieramos conocer el trasfondo de las cosas, exprimir con la mirada algo fantasmagórico y atraparlo con luces.

Algunas series, como "Tientos", provocan la excitación erótica con la sugerencia de momentos íntimos, pues es la mirada la que toca la piel y la devela; el descubrimiento es el contraste de las formas humanas con las diversas texturas que expone Navarro, sea piedra, seda o una sábana cotidiana, el descubrimiento te maravilla y estremece.

En cuanto a su aspecto lúdico, no pude evitar reírme y luego sonreír al mirar el "Poema fantasmagórico", pues al principio no capté la pieza y al develarla me despertó la sonrisa (una mujer desnuda en movimiento en unas escaleras, con un notorio efecto de barrido, como si el fotógrafo capturara en plena fuga un espectro femenino)

La fotografía me fascina por su contradicción entre lo público y lo privado, como en la serie de Patzcuaro de Navarro, fotos que fueron tomadas en el año de mi nacimiento, donde, sin palabras, Rafael Navarro nos develan parte de sus obsesiones y atracciones al tomar fotografías de lo que, en sus propias palabras es "un diario íntimo de un momento trascendental de su vida".

Pueden visitarlo en el Centro Cultural España, Guatemala 18, detrás de la Catedral Metropolitana, hasta el 23 de agosto...

Y si van, pueden aprovechar a pasar a la Galería de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, también ubicada en la calle de Guatemala en el número 8, donde hay otra exposición fotográfica de la colección de pago en especie.

Ah! Y por si se lo preguntaban: el acceso a estas dos exposiciones es gratuito, así que si viven en la ciudad de México sólo pagarán los dos pesos del boleto del metro de ida hasta la estación Zócalo.

D.

El barrio donde habito no es ninguna pradera

Hoy fui al centro y, como siempre que voy al centro, me embriagó esa mezcla de horror y fascinación que me provocan las multitudes desde que era niña.

Y es que la ciudad en la que vivo es horrible y maravillosa, como una de esas fotografías de guerra que pueden verse en el transbordo del metro Chabacano o como una de esas prostitutas de muy bonito cuerpo y dientes de oro que se paran enfrente de las tiendas de bicicletas de la Merced.

De camino al metro, veía a las mujeres arrastrar a sus hijos en una mezcla de furia y frustración, con el miedo siempre latente de perder a sus críos entre las fauses del monstruo. Toda clase de gritos, jalones y pellizcos eran propinados con tal de mantener un poco de cordura en ese embrollo de gente.

Y es que la ciudad en la que vivo está hecha para gente grande. Todo es colosal y ruidoso. Todo da miedo.

Cuando era niña vivía en una colonia suburbana, con andadores y jardines, que estaban rodeadas por manzanas de diez familias cada una. Podía andar en bicicleta hasta las ocho de la noche y tocar en las puertas. Sacaba a pasear a mi perro y pintaba aviones en las aceras.

Después me cambié de casa a una más céntrica y ahora no saco a pasear al perro; incluso a veces siento que es muy temerario caminar en esta colonia... Pero bueno, hay que seguir viviendo.

De todas formas, en el caso de tener hijos, me gustaría educarlos lejos de esta ciudad. Reunir mi histeria materna con la histeria colectiva de la urbe sería peligroso.

D.

Del amor en la urdimbre del universo

Estoy empezando la última novela de la Tetralogía del mundo de Hyperion. Algo que me emociona de este libro es que finalmente se atarán algunos cabos sueltos de la historia... también me interesa saber como explicará el autor, Dan Simmons, la teoría del amor como la red que teje la urdimbre del universo... ¿Será?

En la primera novela cada uno de los peregrinos cuentan su historia del por qué de su llegada a las tumbas del tiempo donde habita el malvado Alcaudón (una especie de demonio del dolor); en la segunda novela se revelan los oscuros planes del Tecnonúcleo de "Tratar de conquistar el universo"; para la tercera novela ya han pasado más de 200 años desde el descubrimiento de que (que raro) las máquinas querían dominar el destino de los seres humanos...

Para contrarrestar esto se ha impuesto una sociedad ultracatólica a través de la Hegemonía de Pax, quienes han instaurado su poder en cientos de mundos a través de la promesa de la resurrección a través del Cruciforme, un parásito que permite que vuelvas a la vida...

Pero más allá de la trama central de la tetralogía de los Cantos de Hyperion, yo quiero saber... ¿que lugar tendrá el amor en este omelette de Ciencia Ficción?

Como teoría suena bonito... así que creo que me iré a terminar mi tetralogía.

D.

500

Sé que lo políticamente correcto sería escribir una entrada sobre Neda Salehi Agha Soltan, una reseña impresionante sobre la película de Pixar "Up" (que me conmovió mucho, Marisol tenía razón) o incluso contar algunas de las anécdotas de mi encuentro con mis amigas J. y L.

Pero no, esta entrada es para algo más trivial y de menor relevancia que una lucha social, una película o una reunión de amigas... pero en cierto modo es un logro personal, porque he logrado acumular la poco creíble cantidad de 500 entradas.

Y hasta yo misma me pregunto... ¿Cómo habré llegado a 500 entradas?

¿Es que de verdad tengo tanto por decir?

Lo cierto es que los días pasan uno detrás de otro y a veces es dificil percatarse del paso del tiempo.

Empecé este blog en marzo del 2007 y es curioso que en aquel entonces estaba leyendo Hyperion, porque ya me conseguí la segunda parte (bueno, me la consiguió Iqui) y estaba recién desembarcada de España... y tenía muchos sueños pendientes.

Ahora estoy más o menos en lo mismo, hice un menú en donde hablo del Mole Poblano, que menciono en una de mis primeras entradas y... todo es cíclico, vuelve a su lugar después de dar una vuelta en el péndulo de la vida.

Cuando este blog empezó se llamaba "El templo del morbo", porque pensaba ser mucho más exacto y descriptivo que el anterior, pero dado que le soy tremendamente fiel a las disgresiones discursivas que no van al caso, regresé a los rodeos de la Calle Melancolía...

Y podría llamarse de cualquier otro nombre, pues la Rosa, con cualquier otro nombre, olería igual...

Este blog seguiría siendo morado, pesé a que alguna vez fue negro y en otra ocasión fue de otro color, que no recuerdo, porque mi memoria es convenientemente olvidadiza.

Lo que sí quiero agradecer es a la paciente compañía de mis lectores constantes, esporádicos y accidentales (hay muchos más de estos que de los otros, según me indican las estadísticas) por su presencia en estas letras que no hablan de Neda, ni dan la receta de la Minilla, ni le resuelven la vida a nadie (menos a mí) pero que son un sitio de tránsito, un ariete de flores y una banqueta donde sentarse a silbar una melodía.

D.

El bueno, el malo y el feo

Hoy mi abuelo me llamó a la mitad de mi curso de computo y me pidió que fuera a verlo. No me dio explicación alguna y fue una llamada muy rápida a mi celular... así que me apresuré en llegar. (Por "me apresuré en llegar" me refiero a que fui a comprar comida para mi gato, desayuné, le ayudé a mi papá a partir vegetales para la comida y "me apresuré en llegar")

Una vez en casa de mis abuelos me confirmaron que el motivo de su llamada era que tenía que ir a buscar el pastel del festejo del día de ayer, pues había sobrado demasiado...

Así que, en vista de la escasa prioridad de la misión, mi abuelo sugirió ver "Un clásico" en lo que la comida estaba lista.

Fue así como vi por primera vez en mi vida "El bueno, el malo y el feo".

Debo admitir que el género Western no es mi máximo. Caballos, sombreros, ponchos, revolveres, cuerdas, carteles de "Se busca"...

Demasiados lugares comunes para mi gusto...

Pero debo admitir que "El bueno, el malo y el feo" me gustó mucho... Es una película de 1966, a colores, del director Sergio Leone; se filmó el Almería, España (uno no deja de asombrarse con la aridez de los paisajes de esta zona) y entre sus actores tiene al famosisimo Clint Eastwood en el papel de "El bueno", por lo que yo diría que entra dentro de mi clasificación de "intercultural".

Algo de lo que hay que disfrutar al máximo de esta cinta es la banda sonora de Ennio Morricone, la música ha pasado a la posteridad y es utilizada en todas las farsas del oeste...

La película se desarrolla en tiempos de la Guerra Civil de Secesión de los Estados Unidos de América, lo cual no es gratuito, porque algunos de los acontecimientos están profundamente ligados a la rivalidad entre los dos bandos, aunado a una crítica contra las guerras en general: "Nunca he visto un mayor desperdicio de vidas", afirmá Eeastwood.

Respecto al papel de "El bueno", debo decir que esta "bondad" es de lo más pragmática, pues Clint Eastwood es un cazafortunas, que atrapa y deja en libertad a un conocido ladrón y asesino con la finalidad de elevar el precio de su cabeza.

En cuanto al papel de Tuco "El feo", interpretado por Eli Walach, es el de un ladrón que, por azares del destino, conoce la ubicación (parcial) de un tesoro escondido, por lo que comienza a ser el blanco de la busqueda de "El malo", Lee Van Cleeff, un oportunista que se reconoce desde la primera escena por su carencia de escrupulos y su codicia.

En general, los tres personajes principales van en busca del dinero, pero está bien llevada, tiene frases memorables, actuaciones inolvidables y música genial... Ah, sin contar con el final inesperado.

D.

Buscando la convicción

Supongo que el ser humano está destinado a buscar. No necesariamente a encontrar, pero sí a seguir buscando.

A veces me desespera eso del ámbito académico. La labor consiste en hacer preguntas. Todos nos hacemos preguntas a diario, pero el chiste es hacerlo siguiendo el método... Así se acumulan hojas de papel, van becas, se gastan presupuestos, se dedican años enteros a entender por qué en una sociedad un guiño no es sólo un guiño y un pedazo de piedra es en realidad un resto fósil de 40, 000 años de antigüedad.

Así se establecen teorías, así se citan a los grandes maestros, así se paran los enanos en los hombros de gigantes...

A veces quisiera encontrar si mi convicción es la de ser una gota más en la formación de las cuevas humanas, donde hay estalagtitas y estalagmitas, pero cada mente que vive y circula es sólo una gota más, cayendo sobre el constructo de pensamiento que está debajo. Un grano de sal, una pizca de mineral de toda la estructura.

En algunas ocasiones pienso que tal vez mi destino no sea construir, sino sólo transitar, fluir, como el resto del agua del torrente, que se encarrila en trabajos y se desliza hacia el mar de la muerte. ¿Qué tendría de malo eso?

En realidad no le encuentro nada de malo, aunque vengo de una familia donde la trascendencia se escribe: en periódicos, con tinta, en partituras, en fórmulas matemáticas, en artículos, se googlea el apellido familiar y se encuentra uno con esto y lo otro...

Me siento atrapada por estos pensamientos. Inmovilizada por momentos e insegura de cual es mi convicción verdadera, mi llamado, mi objetivo.

Luego pienso que me echaré a leer un rato más. Que escucharé otro rato The Nothing Song. Que pensaré en cielos color turquesa y malva. Que todo estará bien.

D.

Nena, nena, ¿qué vas a hacer cuando seas grande?

Aquí, reportandome, desde mi enésima crisis vocacional, con Miguel Mateos silbando en mi oreja...



Cuando era niña quería ser recepcionista en un hotel, porque siempre que ibamos de vacaciones había una señorita bien peinada, bañadita y pintada, muy amable ella, que sabía donde estaban los parques, las iglesias y te resolvía la vida.



También quería ser decoradora de interiores, porque se dedicaban a pintar paredes de colores a comprar muebles bonitos y a escoger tela de cortinas para dejar tu cuarto como una recámara de princesa.



Cuando fui más grande quería ser maestra y doctora, porque hacían el bien a los demás.



Luego me di cuenta de que no soy muy buena con eso de ver cosas sangrantes y purulentas... Y escuché tantos comentarios desestimando la labor docente que desistí.



Cuando llegué a la preparatoria quería ser psicóloga o literata. Pero mis papás me hicieron enfásis en el desequilibro económico y emocional que me estaba buscando con estas carreras tan poco provechosas para el crecimiento económico del país y de mi bolsillo...



Total, creo que ando errada, porque ahora sigo preguntandome si no hubiera sido mejor seguir mi impulso inicial de decorar interiores...



Y ya no estoy en edad de que me pregunten, ¿qué vas a hacer cuando seas grande?



O quizá si... si me preguntan puedo decir "Jubilarme y cuidar mi jardín".



D.

Viento a favor

Acerca de las noticias que recibí el día de ayer, sólo tengo una cosa que decir y ya la dijo Bunbury:

Si ya no puede ir peor,
haz un último esfuerzo,
espera a que sople el viento,
a favor.

Ya sólo puede ir mejor
y está cerca el momento,
espera a que sople el viento,
a favor.

Otra vez te has vuelto a equivocar,
siempre piensas la culpa es de los demás,
y no tienes más remedio,
que de nuevo, empezar.

Otra vez la has vuelto a fastidiar,
siempre tienes que quedarte atrás,
todavía te queda un buen trecho
y les tienes, que alcanzar.

Si ya no puede ir peor,
haz un último esfuerzo,
espera a que sople el viento,
a favor.

Ya sólo puede ir mejor,
y está cerca el momento,
espera a que sople el viento,
a favor.

Otra vez fuera de lugar,
siempre estás donde no debes estar,
muy cerca o muy lejos,
no estás atento y se vuelve a escapar.

Otra vez perdiste tu oportunidad,
siempre enfrentándote y al final,
vencido por el miedo,
caes al suelo y te dejas pisar.

Si ya no puede ir peor,
haz un último esfuerzo,
espera a que sople el viento,
a favor.

Ya sólo puede ir mejor,
y está cerca el momento,
espera a que sople el viento,
a favor.

Si ya no puede ir peor,
haz un último esfuerzo,
espera a que sople el viento,
a favor.

Ya sólo puede ir mejor,
y está cerca el momento,
espera a que sople el viento,
a favor.

Recibí un correo que me hizo sonreír y luego me hizo poner muy triste, por todas sus implicaciones. Sólo sé que nadie debería seguir vivo contra su voluntad, por eso siempre me he pronunciado a favor de la eutanasia... sólo que no puedes evitar extrañar algunas cosas que sabes que desaparecerán para siempre.

Ayer soñé que estaba metida en un juego de realidad virtual donde mi misión era destripar a motociclistas gordos que montaban Choppers. Al despanzurrarlos quedaban como mermelada de zarzamora, con todo y los grumitos.

También soñé con Edith, una niña que conocí en la secundaria y que era bonita. Tenía pecas.

Sólo la traté un año y ni siquiera era muy amiga mía. La verdad no sé por qué soñé esas cosas. Quizá mi cerebro sólo me hizo caso en no querer soñar lo que me daba miedo y se fue a otros rumbos en mi memoria.

No tuve las pesadillas que creía, ni me dio insomnio. A las dos de la mañana desperté porque mi padre se percató de que el apagón que nos dejó ayer sin luz era producto de un corto circuito. La mitad de la casa está en penumbras y la otra mitad puede iluminarse.

Casi como mi alma.

D.

Los placeres simples de la vida

Mientras mi cuenta del banco disminuye de manera notable y los días transcurren con velocidad, pienso en las pequeñas cosas de la vida que aún puedo disfrutar...

Hoy salí de casa y había un olor a lluvia en el aire, el señor que recoge la basura me saludó y caminé hacia el puente que cruzo diario y me alegré de no estar en el tráfico, ni correr. Caminé por la calle que tomo hacia el Centro Social y pasé por un arco formado por tres tipos de flores, Bugambilias, Campanulas y un tipo de enredadera maliciosa, que tiene flores bonitas.

Disfruté mucho de mi curso y de camino a casa de mis abuelos aprecié la música que traía el conductor del pesero (no era tan terrible, afortunadamente)

Aprecio los segundos para hacer mi entrada entre la edición fotográfica que estoy a punto de terminar y comeré con mi abuelita lo que haga. (Casi siempre son cosas que me gustan)

Luego iré de compras por un mandado que me pidió mi madre y regresaré a casa a seguir mi espera... que ni siquiera tiene fecha, pero bueno...

Hay muchas cosas bonitas en mi vida, son pequeñas, pero más vale apreciarlas.

D.

Contigo en la distancia

Ayer tuve un sueño extraño, en el cual veía como se desarrollaba frente a mis ojos un romance, entre dos pasajeros de un transporte público. La historia, muy parecida a La autopista del Sur me dejó pensando en la vez en que le encargaron a un conocido mío que leyera a Cortázar para entender los problemas de los suburbios de las nuevas ciudades.

Lo cierto es que los habitantes de las grandes ciudades pasamos mucho tiempo en el tráfico, en tiempo que se gasta de manera horrible y te deja exahusto, por lo que la posibilidad de dormir, leer o incluso enamorarse en el transporte público ya no me parece tan extraña.

Durante mis cuatro años y medio de estudios universitarios hice más de 60 minutos para llegar a la facultad, así que me enamoré al menos 10 veces de pasajeros del metro... algo así como lo que canta La oreja de Van Gogh (La que se dedicó a cantar) en su rolita 11 de marzo:

Si fuera mas guapa y un poco mas lista
si fuera especial, si fuera de revista
tendría el valor, de cruzar el vagón
y preguntarte quien eres.

Te sientas enfrente
y ni te imaginas,
que llevo por ti mi falda más bonita,
y al verte lanzar un bostezo al cristal
se inundan mis pupilas.

De pronto me miras
te miro y suspiras
yo cierro los ojos
tu apartas la vista
apenas respiro
me hago pequeñita
y me pongo a temblar.

Y asi pasan los días, de lunes a viernes
como las golondrinas del poema de Bécquer
de estación a estación de frente tú y yo
ahi viene el silencio.

De pronto me miras
te miro y suspiras
yo cierro los ojos
tu apartas la vista
apenas respiro
me hago pequeñita
y me pongo a temblar.

Y entonces ocurre
despiertan mis labios
pronuncian tu nombre tartamudeando
supongo que piensas que chica más tonta
y me quiero morir

Pero el tiempo se para
y te acercas diciendo
yo no te conozco y ya te echaba de menos
cada mañana rechazo el directo y elijo este tren

Y ya estamos llegando
mi vida a cambiado
un día especial este 11 de marzo
me tomas la mano llegamos a un tunel
que apaga la luz.

Te encuentro la cara
gracias a mi manos
me vuelvo valiente
y te beso en los labios
dices que me quieres
y yo te regalo el ultimo soplo de mi corazón.

Cuanto más lejos vivas del centro de la ciudad hay más tiempo para los romances de transporte público, así que sólo puedo imaginarme la dicha de mi amiga L. que vive a dos horas de la facultad...

Lo cierto es que eso pone en perspectiva lo que platicaba con Mariel el otro día, pues ella decía que de una ciudad a otra de Guanajuato había camiones que hacían 20 minutos y parecía una distancia insalvable.

Quizá ninguna distancia sea insalvable, pero a veces atravesar un pasillo y preguntarle a un extraño a quien ves diariamente su nombre, es mucho más dificil que cruzar medio mundo para encontrarte con quien amas.

D.

¡Quiero un departamento!

Mis fantasías infantiles empezaban siempre con: llego a mi departamento y preparo palomitas para sentarme en mi sillón a ver una película en la tele.

Estoy cansada porque llevo todo el día en el trabajo, pero sé que podré llegar a comer palomitas. Luego de ver la película me asomo a la ventana (ventanal, más bien) de mi departamento y miro las luces de la calle. El cielo de la ciudad tiene un tinte casi morado y tomo el teléfono para llamarle a alguno de mis amigos, amigas, a mi amado novio.

Fin de la escena.

Todo me parece bien de esa escena. Primero porque puedo llegar a casa a comer palomitas y no a lavar trastes, ni a colocar la mochila en el cuarto, ni a nada relacionado con mis responsabilidades familiares.

Segundo porque en esa escena tengo mi espacio, mis películas, mi sillón y todas las cosas relacionadas con seguridad y propiedad, que me hacen sentir reconfortada.

Quizá es por eso que sigo cualquier promoción que me prometa tener un lugar para mí, incluso esa promoción de una conocida marca de refresco, donde me acaban de robar mis puntos porque según el sistema no reconoció mi registro y me dejó en ceros.

También participé en el otro concurso de una conocida institución bancaria, donde tampoco me he ganado ningún bien raíz.

Pero si algo estoy segura es que, más que un carro, ropa de marca, un viaje a París, un sueldo soñado, me haría muy feliz tener un lugar para mí, donde pueda elegir de que lugar pintar las paredes...

El cielo está ligeramente morado, debo dejarle la computadora a mi hermana y mi mamá decidió ver un documental en lugar de una película... pero por el momento no se ve tan mal.

D.

¿Mi vida es un Sitcom?

Una fuente muy cercana a mí acaba de hacerme burla con el argumento de que quiero convertir mi vida en un Sitcom...

¿Pero es que acaso yo tengo la culpa que mis enredos mentales se vuelvan luego una madeja de estambre (¿O de hilo?) imposible de desenmadejar... (¿O de deshilar?)?

De niña, cuando me sentaba a ver series de televisión gringas donde había un montón de enredos de todo tipo, familiares, románticos, económicos y uno que otro profesional, me hacía a la idea de que mi estancia en las escuelas debía ser una especie de "Los años maravillosos" con "Salvados por la Campana".

Pero no... mi secundaria, preparatoria y universidad pasó sin tanto lío, con asuntos más intrascendentales para entretenerme como el examen de química del viernes, la fiesta de cumpleaños de Rosa ("¿Que le vas a comprar a Rosa para su cumpleaños?", preguntaba mi mamá un día antes y luego ibamos a una plaza a comprar una caja de chocolates y ya, se terminaba el dilema de la semana).

En la universidad me dediqué a leer el Cerdotado (y el periódico en donde sale, aunque mi parte favorita era el cerdotado), a terminar mis tareas, a llegar temprano al francés y tratar de regresar antes de la media noche a casa...

Pero de alguna forma, siempre que pude complicarme la vida, lo logré. Y no tuve tantas ocasiones, pero si en serio uno se empeña, la vida si puede parecerse a un capítulo de Esposas Desesperadas o Beverly Hills 90210.

Igual y no tanto... pero ahora que estaba algo así como "feliz", ya encontré de que preocuparme y en que meditar en mis horas de insomnio, además como escenarios posibles del Armageddon y el fin de los tiempos.

Total, creo que más que un Sitcom, soy más como Clementine, de esa maravillosa película Eterno resplandor de una mente sin recuerdos:

No soy un concepto.
Sólo soy una chica jodida
que busca un poco de paz mental.
No soy perfecta.


D.


La regadera

El jabón tenía un claro olor a almendras amargas y ella recordó las descripciones de las novelas detectivescas, donde el cianuro del café estaba disimulado con unas crujientes galletas que la enfermera malévola había llevado.

Pero esta vez no había enfermera malévola, sólo el enigma a decifrar de siempre, de cual era el agua fría y cual era el agua caliente en un lugar nuevo.

El agua golpetea el piso agradablemente y acalla cualquier ruido de su cabeza. La espalda va cediendo ante cualquier resquicio de tensión o rigidez que pudiera quedar, de manera más bien improbable.

El procedimiento para bañarse podría escribirse con detalle, como uno de esos manuales de Cortázar, para darle cuerda a los relojes o para cruzar una calle...

Pero bañarse era como muchas cosas, un ritual que podía comenzarse de los pies a la cabeza, de la cabeza a los pies o incluso desde la punta del dedo gordo de la mano derecha hacia el lado contrario o cruzando las manos, los pies, el jabón, las esquinas del cuarto de baño y recorriendo las baldosas con la mirada, mientras el agua seguía golpeando.

Recordó que era el día Internacional de los Océanos y debía de cerrar la regadera para continuar enjabonandose. Todo fuera por salvar otra ballena.

D.

La otra orilla

Dicen que el pasto del vecino siempre es más verde. Y cuenta la leyenda que, la familia que miraba hacia arriba de la colina pensaba que los vecinos tenían ventanas de oro, cuando era sólo el reflejo del sol en los postillos. Cuando fueron a visitar a los vecinos de la colina, se dieron cuenta de que era su propia casa la de los postillos de oro.

También está el cuento del pájaro azul, que vivía en la casa de unos niños muy inconformes, que no se habían percatado de la existencia de esa ave en su jardín...

El caso es que la inconformidad rige nuestros destinos y la duda es nuestra compañera siempre.

Estoy en la otra orilla de donde me encontraba el año pasado y empiezo a extrañar el trabajo, porque... ¿No era acaso genial tener un cheque al final de cada quincena?

En la mañana pensaba en eso... En lo relativo que es el tiempo, el dinero, el amor, la salud, la paz, el éxito, la felicidad.

Siempre estamos mirando hacia la otra orilla, pensando en lo que nos falta, porque siempre estaremos en falta.

D.

Shaun of the Dead: comedia romántica de Zombies

Cuando escuchas de películas de zombies, crees que ya lo has visto todo...

El concepto es el mismo, en esencia. Los muertos vivos que comen personas y a su vez los transforman en muertos vivos... Las hordas de personas medio comidas paseando por las calles en actitud terrorífica, arrastrando sus extremidades y como pedazos de carne putrefacta andante.

Pesé a que los zombies no son mis monstruos favoritos, me senté a ver Shaun of the Dead con la mente abierta, porque ¿Cómo va a saber uno si la siguiente película no se convertirá en una de tus favoritas?

Shaun of the Dead me sorprendió favorablemente, pues rinde tributo a las películas del género y aporta una frescura muy particular, con su peculiar humor negro al estilo inglés.

Esta comedia romantica presenta la vida de Shaun (Simon Pegg) un vendedor de electrodomésticos inglés que tiene problemas con su novia Liz (Jate Ashfield), debido a la intromisión de sus amigos en la relación.

Shaun es, en resumen, un niño grandote que disfruta de ir a tomar cerveza al bar de siempre y jugar videjuegos mientras que Liz considera que debe abrirse a nuevas experiencias, vivir más, ver más...

Total que Liz termina con Shaun, quien preso de la depresión no parece darse cuenta de las cosas que están cambiando en su entorno, cuando una epidemia Zombificadora (cualquier parecido con la contingencia de la influenza no es coincidencia) comienza a atacar Londres.

Así, junto con su amigo Ed (Nick Frost), Shaun se arriesga a dejar su departamento y recorrer Londres para ir a rescatar a su madre, Barbara y a Liz, su reciente Ex novia. El plan es regresar al bar de siempre y esperar a que pase la epidemia zombificadora...

Además de ser muy hilarante, Shaun of the Dead tiene un final inesperado (Cha, cha, chan...) y una banda sonora muy diversa. Se estrenó en Inglaterra en 2004 y ha recibido muy buenas críticas y premios...

En lo personal, creo que esos reconocimientos han sido muy apropiados, porque me hizo reír mucho, incluso desde antes de la aparición de los primeros Zombies, pues desde el principio de la película se hacen parodias sobre como muchas de las actitudes que tenemos en la vida cotidiana nos acercan a esa vida Zombificada; por ejemplo, después de pasar los créditos, pasan un ejercito de adolescentes con audífonos en las orejas, en el más claro ejemplo de muertos ambulantes, con rostros desencajados...

También de camino al trabajo, Shaun viaja con otra "manada" de zombies del autobus, inmersos en preocupaciones zombificantes... Son tantas las actitudes de una ciudad que tienden a despersonalizar las relaciones y embrutecernos como sociedad que el verlo reflejado en una película así, te hace reír diez segundos y pensar diez minutos.

Vean Shaun of the Dead, en cuanto tengan oportunidad, creo que al igual que yo, no se arrepentirán.

D.

Notas del día de hoy

Sin orden preciso:

Hoy iba de regreso a casa con el sol dandome casi de frente, el cabello suelto, el aire despeinandome un poco más y un montón de nubes esponjosas en el pensamiento.

Hoy me cedieron el paso varios automovilistas y les agradecí a casi todos, sería porque iba yo muy contenta... Hasta sentí que estaba en un país muy civilizado, de esos donde la gente es muy amable.

Hoy me comí un caramelo de frambuesa.

Hoy vi una película de Zombies con final feliz.

Hoy se cumplió uno de esos presagios que vienen con las cartas cadena y eso que no he reenviado ninguna de las últimas que me han enviado.

Hoy comí alitas de pollo (Yummi) y pollo estilo cantonés y un arroz que no estaba batido, ni pegado sin la necesidad de sazonador.

Hoy escuché una rolita de los 80´s.

Hoy llegué a casa, boté mis zapatos de tacón (bajo) y fui muy feliz cambiandolos por zapatos de piso de siempre.

D.

Confianza

A ella no le importaba. Si él hubiera subido más la navaja en su cuello o si incluso hubiera presionado hasta rasgar la piel... aún si hubiera empezado a gotear sangre, a ella le hubiera dado igual..

El dulzón olor a muerte sólo le recordaba que no hay historias felices del todo, pues si todo fuera felicidad, no sería necesario contar nada.

Pero ella sabía de eso, porque tenía mucho que contar...

Sin embargo, si él presionaba más la navaja, ya nadie contaría la historia...

Ella se sentía tentada... porque si él apretara más, podría ser como una de esas mujeres felices... una de esas mujeres felices que no tienen historia.

Confiaba en él. Sólo él podía convertirla en una mujer feliz.

D.

Ruptura

Intento conciliar en el espejo este desgarramiento interno. Esta descostura que me he hecho, tratando de conciliar lo que siento y lo que pienso. Por un lado, este desbordamiento de palabras, que parecen trepidarme en la boca, en la lengua, que se me desparraman de los dedos.

Por otro lado, la linealidad, la coherencia, la seriedad de mis planes que justifican presupuestos, que establecen proyectos y fijan cronogramas que no deben ser alterados, que no tienen cortapisas.

Quiero conciliar las palabras con las líneas, escribir en renglones directos, que lleguen a donde quiero con la suavidad que sólo nos otorga el lenguaje, que planeen como plumas en aterrizaje... Quiero ser un ave, no un avión. Quiero ser una gacela, no un convertible.

Quisiera aceptar el amor, abrazarme a él, fundirme con él. Pero sigo sintiendo miedo. A veces siento que estoy soñando y cualquier paso en falso me hará despertar.

D.

Simulaciones: aceptación consensual del engaño

Estoy leyendo un libro sobre las Nuevas Tecnologías como nuevas formas de representación... Socialmente, el ser humano ha aprovechado cada innovación tecnológica para plasmar de maneras más sofisticadas las realidades que le circundan y las que desea.

Desde la escritura, pasando por la fotografía y el cine, las representaciones de lo que la humanidad es y lo que quisiera ser, ha quedado plasmada... pero la llegada de aparatos que permiten incluso la interacción con estas realidades simuladas, ponen en perspectiva la aceptación concensual de estos engaños a los sentidos.

Pesé a que es llamativo el ejemplo de la realidad virtual, en cierto modo nos sometemos a ello desde la experiencia de tomar un libro y dar por ciertas las proposiciones del autor. De manera conciente sabemos que las letras de allí cuentan una historia que puede ser una total mentira, pero las aceptamos... Si no, las historias de ficción no tienen chiste.

Cuando examinabamos los tipos de públicos para las películas, los clasificabamos por su aceptación de la historia en publicos infantiles, los que daban como cierto lo reflejado en la pantalla, publicos juveniles, los que proyectaban sus miedos y expectativas en lo ocurrido en la película y publicos adultos, capaces de mirar las historias del cine con una perspectiva crítica...

Esta clasificación era independiente de la edad de los espectadores, sin embargo habla de la postura que adoptamos al observar algo... incluso con 60 años podemos proyectarnos en la historia de una película.

Me preguntaba si esta aceptación consensual de algo falso podría aplicarse también a otras situaciones, cuando preferimos un concepto inexistente a saber la inexistencia del concepto.

¿Es el enamoramiento una realidad virtual?

¿Es como creerse un cuento, una película, querer vivir en una burbuja de jabón dentro de un grabado en la pared?

Lo acepto, entonces.

D.

Una mujer que caminaba sobre las vías

Se llevó a cabo la fiesta de fin de año de la oficina en la calle de Ferrocarril de Cuernavaca. La verdad yo no ubicaba mucho el rumbo, pero...