Otoño

Me gusta el otoño, sobre todo porque hay hojas secas en las calles y puede uno irlas pisando. Me encanta el ruido que hacen. Además me gustan las bufandas y creo que toda la gama de colores ocres y anaranjados me queda bien.

Por eso, para aprovechar mis bufandas anaranjadas y cafés, fui a cortarme el cabello, para dejarme un corte de calabaza anaranjada...

Allí quedó mi cabello, en el piso de la estética. La peluquera me dijo que mi color de cabello era bonito... me pregunto si algún día lo fabricarán y podré ver a alguien con esa exacta proporción de cabellos castaños, negros y rojizos que tan rara vuelven mi cabellera... además de mis tres canas oficiales, que son para echarlas al viento un día que ande de ánimo.

El otoño suele ser una etapa para dejar cosas atrás, pero también para sonreír. Sabes que vendrán cosas nuevas.

Por eso, aprovecho esta entrada otoñal para felicitar a quien se ha convertido en uno de mis mejores amigos en muy poco tiempo: feliz cumpleaños Nezumi.

Gracias por llevarme a Tepotzotlán ida y vuelta, por enseñarme a comer como la gente civilizada, por sorprenderme con el concierto de Fernando Delgadillo, por la paella del día de mi cumpleaños... pero por ser mi amigo, sobre todo.

Tengo muchas más cosas que agradecerte: las tardes de lluvia, los picnics dentro del coche, la vista imaginaria de la Torre de Mexicana, las mudanzas al cuarto piso, el transporte de los cortineros; las enseñanzas en tantos terrenos, pero, por mencionar algunos: la fotografía, la computación, la edición, la cocina, la planeación estratégica de mudanzas, la vida.

Gracias por invitarme a participar en tus proyectos, los concluídos y los que están en proceso. Ha sido un viaje divertido, lo he gozado mucho y sobre todo valoro la posibilidad que me das de crecer y seguir siendo niña, pese a que a veces eso te hace enojar porque hago rabietas. (Ya después de la última que hice, creo que escarmenté por un rato, ojalá ya no te haga enojar este año).

Sé que 28 años no es una edad precisamente otoñal... aún te falta mucho por hacer, inventar, idear, fotografiar y pensar. Sigue maravillandonos con tu creatividad y la manera en que resuelves los problemas del modo en que a nadie se le ocurriría.

Yo, por mi parte, espero seguir compartiendo contigo el crujido de las hojas secas en la banqueta. Por ahora no tengo más, pero eso te lo regalo hoy.

D.

¿Dormiste bien?

Hace poco, en la oficina donde trabajaba, mis compañeras de trabajo comentaban sobre lo que disfrutaban más entre comer y dormir...

Casi todas ellas aseguraron que preferían dormir, aunque yo me incliné por comer (me encanta hacerlo, experimentar diferentes sabores, saber de comida, restaurantes, culturas... todo eso me gusta).

Claro, no había puesto en perspectiva lo importante que es una noche de sueño reparador... pero hoy, después de ver un documental sobre trastornos de sueño, creo que iré a dormir con un poco más de aprecio por esas horas en que me desconecto de la realidad.

Generalmente preguntamos a las visitas que se quedan en casa: "¿Dormiste bien?" como una frase hecha... pero el sueño es un equilibrio delicado, donde el cuerpo entra en un reposo perfecto, con diversas etapas, valles y cimas: todo un mundo por descubrir.

D.

Noches Sabineras o por qué la noche de Karaoke no siempre sale bien

Ayer fui a escuchar a Pancho Varona y Antonio García de Diego al Lunario... la idea, además de celebrar a mi amigo Nezumi por su cercano cumpleaños, era escuchar a los amigos del maestro Sabina y claro... la mayor parte del público eramos adultos "contemporaneos" que ibamos con ánimo bien dispuesto de escuchar muchas rolas de Sabina o de las que estos dos músicos han realizado para engrosar el repertorio del flaco de Ubeda.

Pancho Varona, guitarrista y compositor, que no canta mal las rancheras (ni los corridos, como podríamos comprobar después) estuvo genial, aunque en algunas rolas sólo se dedicó a tocarse los huevos (con los que acompañaba a Antonio García de Diego, para hacer unas percusiones suaves)

Antonio García de Diego (quien tocó al piano "A la orilla de la chimena" cuando escuché a Sabina en su gira "Ultramarina") estuvo genial y se lució hasta con una rola que compuso para Miguel Ríos.

Entiendo que la idea del concierto era hacer un ambiente más lúdico, íntimo y confidencial, por lo que el escenario del "Lunario" a un costado del gran Auditorio Nacional me pareció un marco excelente... Al ser un espacio de pocas mesas, al estilo de un bar, fue un gozo escucharlos tocar la primera parte del concierto las clásicas, las no tan clásicas y las imprescindibles.

Aunque no sé exactamente que pensar de la dinámica de la segunda parte del concierto, porque los músicos invitaron a los espectadores a que se apuntaran a una lista para cantar algunas de las canciones más clásicas en la modalidad de "Karaoke".

Claro que yo me sabía las canciones, pero no pensaba en subir a cantarlas, porque además de que mi voz se queda corta, el pánico escénico es un fuerte enemigo a vencer...

O si no preguntenle al primer valiente, que subió a cantar "Eva tomando el sol" y además de mascullar de manera trágica la primera parte de la letra, al final estaba tan emocionado que dejó salir a todos los gallos que tenía en la garganta, para ver que pollita se liaban en el gallinero...

Algo peor le sucedió a la primera mujer que subió al escenario para interpretar "Peor para el sol", pues no parecía tener idea de la letra y se movía de un lado al otro, como extraviada en la idea... "¿Qué diablos estoy haciendo aquí?"

El personaje que cantó "¿Quién me ha robado el mes de abril?" parecía haber ido el día anterior, porque ya sabía que canción iba a interpretar y hasta llevó un sucio calendario para sacarlo del bolsillo... además de portar una chaqueta blanca con letras de periódico impreso y recitar:

¿Quién sangra por do más pecado hubiere?
¿Quién me cambia por tul desilusión?
¿Quién sazona el amor con alfileres?
¿Quién me descorazona el corazón?
¿Quién quema relicarios, pilas, naves?
¿Quién alquila mujeres de alquiler?
¿Quién ha sacado la copia de la llave
de los secretos de mi secreter?
¿Quién oxida el limón de las campanas?
¿Quién se sabe perdido cuando gana?
¿Quién se ha metido el dedo en la nariz?
¿Quién roba, silba, reza, desayuna?
¿Quién planta girasoles en la luna?
¿Quién coño me ha robado el mes de abril?

La noche tuvo sus momentos... como los dos regresos de Pancho Varona y Antonio García ante los gritos de "Otra, otra" y las interpretaciones bastante buenas de un par de espontáneos (la chica que cantó "A la sombra del león" empezó tibiamente, pero mejoró hasta arrancarme un aplauso; además tuvo un buen compañero de dueto).

Algo que no me gustó en absoluto fue la versión de "Contigo" que interpretó Antonio García de Diego, que fue, tal como él afirmó en el escenario... una aberración.

Pero he de confesar que salí bastante contenta de aquello y con más ganas que nunca de que Sabina vuelva a México... porque ya estuvo bueno de Karaoke.

D.

El culpable está en esta habitación

Amo las novelas de detectives. Me gustan desde que era una niña y le robaba la pipa a mi abuelo para caracterizarme como una Sherlock Holmes o una Hercules Poirot. No me resisto al encanto de Perry Mason, ni puedo evitar la fascinación que me producía Maigret. Siento vértigo al recordar la trama de "Asesinato en el Oriente Express" y recuerdo con nostalgia el repicar de la lluvia en la ventana mientras leía: "el asesino fue..."

Por eso es que hay una asociación en mi mente entre las novelas de detectives y los días de lluvia.

Hoy que la ciudad parece una mancha lejana de tinta, en la que uno no quisiera zambillirse por nada del mundo, quisiera tener una novela de detectives en la mesa de noche.

Pero como ahora soy extremadamente pobre, me puse a buscar algún libro en línea de las mismas cualidades. Sin embargo, no es lo mismo: no hay papel amarillo crujiente, ni parece resumar las especulaciones que tienen los libros de la biblioteca de mi abuelo, los cuales fueron ya leídos por mis tíos y posiblemente por mi madre, quien siempre lee el final antes, porque no puede evitar la curiosidad.

Cuando lees en línea no hay forma de echar "una mirada" a la página final, como por descuido, sin que sea muy obvio que quieres bajar el cursor hasta la página 190.

El profesor del taller de creación literaria que estoy tomando nos propuso como ejercicio escribir un cuento de suspenso, pero he allí otro de mis némesis: no puedo escribir con una dosis medianamente aceptable de misterio.

Y es que me precipito al final... o quizá desde el principio no lo tengo tan claro... el caso es que todos mis intentos por escribir en el género detectivesco se ven frustrados.

Y es que soy una pésima detective, también lo he notado. Hago conjeturas inverosímiles, trazo rutas de escape imposibles y atribuyo hechos a personajes que no podrían haber estado allí en la hora del asesinato.

La única culpable en esta habitación soy yo. Soy la única que está mata a los personajes de la historia cuando debería estar escribiendo unos documentos en PDF para conseguir dinero y comprar libros de gente que si sabe escribir novelas de misterio.

Larga vida al género detectivesco.

D.

El primer golpe

Mis amigos fumadores me lo han dicho: "nunca vuelves a sentir lo que sientes al principio, ese mareo extraño, ese dolor en el estómago, que luego extrañas".

Los adictos a otras drogas también lo mencionan... "el primer viaje es el que extrañas, porque ya nunca más vuelves a tener esa primera impresión..."

Dicen que a los asesinos también les sucede: buscan esa explosión de adrenalina. Se vuelve una obsesión matar, porque la sensación de poder y libertad que sienten es indescriptible.

Yo no fumo, ni soy adicta a ninguna otra droga (ni a la Coca - Cola, vamos), tampoco he matado a nadie...

Pero dice la Oreja de Van Gogh que el amor verdadero es sólo el primero y los demás son solo para olvidar.

Es siempre en octubre que recuerdo mi primer viaje "Sola", cuando la abrumadora sensación de pensar que mi destino estaba en mis manos me embargó por primera vez.

Claro, alguna vez había tomado el metro en horas en que debía estar en la escuela y mascando un chicle de menta me internaba en calles nuevas... pero ese viaje marcó muchas de las cosas que como adulta considero en mis prioridades y mis limitaciones.

Ese primer golpe de libertad, de decidir cuanto es demasiado, de mirar sólo mostaza en el refri, sólo latas de atún en la alacena, sólo un trocito de espejo en el lavabo; esa sensación de poseer una ciudad completa con sólo mirarla, de sentirme bella a la luz de una vela, de temblar de frío; esa experiencia de recoger hojas de libros mojadas para armar un librero con tablones de madera y ladrillos rojos, de matar alacranes, de armar un rompecabezas de la guerra de las galaxias...

Recuerdo con claridad aquella mañana frente a la ventana, con el libro de citas de Oscar Wilde, cuando leí aquella frase que ahora es mi himno de batalla "Yo puedo resistirlo todo... menos la tentación".

D.

Bailar en la cornisa

Hoy me molestó mucho la frase que estuvo en la página de entrada de iGoogle. Era: "La decisión del primer beso es la más crucial en cualquier historia de amor, porque contiene dentro de sí la rendición..." atribuida al escritor alemán Emil Ludwig, quien cultivó el género de la biografía.

Me perturbó tanto la cita que estuve pensando si hacer o no esta entrada al respecto de las decisiones cruciales que tomamos en una relación...

Y es que para algunos espíritus obsesivos todo puede resultar crucial: la primera llamada, el primer correo, el primer beso, el primer encuentro sexual, conocer a los amigos...

Para conocer al otro se requiere mucho valor, incluso el atrevimiento suficiente para bailar en la cornisa de un piso muy alto, simbólico, que nos llama a poner cara de felicidad ante el peligro.

Leer esa frase varias veces fue como sentir una piedra en el zapato, porque no sabía exactamente que era lo que me molestaba...¿El concepto de rendición? Para un hombre que ha escrito sobre Napoleón, supongo que hay mucho de grandilocuente en esa palabra... rendirse es declararse inferior a las fuerzas de las circunstancias que nos rodean: algo de heroíco hay en ello.

Más luego, ¿quien es el que se rinde...?, ¿el que empieza y accede a reconocer el poder de seducción del otro...?, ¿el que acepta el beso...?, ¿los dos...?

A pesar de que no puedo decir que todos los primeros besos de mis relaciones hayan sido los mejores, si podría definirlos como cruciales, en cuanto a definitorios del equilibrio de fuerzas (al menos el inicial, porque en las relaciones humanas todo está sujeto a cambios de última hora, como en los vuelos)

Quizá lo que me perturbó fue el enunciado "historia de amor", ahora que ando tan atenta a las historias...

Me quedé detenida en esa cornisa imaginaria, como si la música se hubiera detenido en medio de mi paso de baile. A veces pienso que estoy esperando que la música comience de nuevo. A veces creo que no, que es el vértigo quien ha ganado la pelea. Ahora no podría decirlo. Quizá estoy en una encrucijada, también... Pero sigo mirando hacia abajo y veo un enorme vacío.

D.

Flores para Rachel

Llegué a presumirle a mis amigos: mi guapísima novia me había invitado a su primera presentación como bailarina profesional...

Claro, Rachel no era todavía mi novia "novia", pero lo sería, en cuanto me viera llegar con un ramo de flores para agradecerle la maravillosa función que daría. Habíamos salido un par de veces y se notaba que disfrutaba mi presencia.

Lo único malo era que la función de Rachel sería al día siguiente del cumpleaños de "Tuercas", así que le dije que no me dejara poner muy ebrio, para llegar con mi futura novia a tiempo.

Claro, al baboso del "Tuercas" se le olvidó y me corrió de su casa a las cinco de la madrugada, cuando se acabó la fiesta, que afortunadamente quedaba a unas calles de mi hogar.

Llegué medio arrastrandome y me metí bajo las cobijas, pero tenía tan claro que en pocas horas le robaría un beso a Rachel, así que alcancé a poner el despertador entre las nubes de mi borrachera, que alcanzó proporciones míticas.

Al llegar la hora, la alarma fue cruel en su repicar. La cabeza me zumbaba y no quería moverme. Pero le había dicho a ella que iría: "estaré en primera fila", aseguré... aunque sabía que el dinero que tenía para la quincena apenas y me alcanzaría para comprar un asiento en las filas de atrás.

Tomé el transporte que me llevaría al teatro donde se presentaba Rachel, con la cabeza todavía zumbandome. Me había bañado, pero el olor del alcohol se desprendía de mi propia piel, como si fuera un indigente.

El camión pasó enfrente del mercado de flores de San Angel y subieron tres chicas muy guapas, con un ramo de margaritas... Claro, las margaritas sólo enmarcaban su belleza, las tres eran hermosas, pero una de ellas, la que llevaba las flores, tenía tremendo escote, que mostraba un generoso par de tetas que se me antojaron muchisimo...

Quizá me le quedé viendo demasiado tiempo, porque ella puso cara de enfado y subió las flores a la altura de su escote, para cubrirse.

Fue entonces que vi de nuevo las margaritas y recordé: no le había comprado las flores a Rachel.

"Bueno... no será tan malo. La abrazaré, la felicitaré... no se ha perdido nada..."

Me bajé en la zona cultural donde estaba el teatro donde Rachel haría su debut... Recordaba su hermoso cuerpo y la imaginaba bailando frente a mí. Compré mi boleto en las últimas filas e hice un esfuerzo sobrehumano para no quedarme dormido.

No recuerdo bien el espectáculo, sólo recuerdo que ella se veía guapísima.

Al terminar, sólo quería verla a ella... la esperé afuera y al verla salir, me di cuenta: llevaba un ramo de margaritas que un grupo de sus amigas le habían regalado. Entre ellas, la chica que venía con el generoso escote...

Sólo le hice una señal de saludo, desde lejos, y me fui.

D.

Poker Face

Siempre me he considerado una mala mentirosa. Mis amigas saben hacer lo que hemos patentado como "la prueba"; cuando desean que confiese algo, simplemente acercan un dedo mi nariz y no puedo contener la risa si estoy mintiendo.

Mi hermana también se ha percatado de como mis labios se curvean hacia arriba cuando miento alevosamente...

Pero, como le dije alguna vez a un hombre: "Aún no te conozco suficiente para mentirte a los ojos sin sonreír".

Creo que con un poco de práctica, todos podemos mentir medianamente bien.

Pensaba en ello porque desde ayer estoy escuchando muchas referencias a esa expresión de "Poker Face" en la televisión...

De repente me vi ensayando mi cara de mentirosa, para poder mentirte sin sonreír... Aunque me imagino que todavía no es necesario.

D.

¿Y por qué "Calle Melancolía"?

Cuando empecé la idea de llevar un blog, con otra dirección, lo llamé "Calle melancolía" y allí sí explicaba la razón del título de esta bitácora.

Luego, cuando me mudé a blogspot, le cambié el título... Pero creo que me sigo identificando más con esta canción de Sabina, de entre todas; por ello, después de un tiempo, regresé al principio.

Pero, ¿qué es esta rola? ¿de dónde viene? ¿a dónde va?

Al menos para mí, este es el significado:

Como quien viaja a lomos de una yegua sombría,
por la ciudad camino, no preguntéis adónde.
Busco acaso un encuentro que me ilumine el día,
y no hallo más que puertas que niegan lo que esconden.

La voz narrativa de la canción es una especie de Don Quijote, de allí la idea de yegua sombría, una especie de caballero andante, pero el siguiente verso nos cambia de ambiente, a un entorno urbano. La errancia es el sino de la voz que canta, de hecho, el destino final de la travesía no es importante, sólo el viaje.

Se sugiere la posibilidad de un encuentro, pero es una posibilidad lejana, porque el paisaje que se muestra es gris y las alternativas, escasas. Las "puertas que niegan lo que esconden", son oportunidades perdidas, tesoros que permanecerán encerrados, ventanas que alcanzamos a entrever, pero que permanecen alejados.

Las chimeneas vierten su vómito de humo
a un cielo cada vez más lejano y más alto.
Por las paredes ocres se desparrama el zumo
de una fruta de sangre crecida en el asfalto.

Esta estrofa confirma el entorno urbano en el que se desenvuelve el personaje: chimeneas humeantes y un mundo en descomposición; una leve alusión a la violencia cotidiana que se desarrolla en las calles, la suciedad del entorno, la lejanía que siente el personaje con el cielo, que se muestra "cada vez más lejano y más alto"; el cielo, como figura metafórica, no sólo de la gloria y la felicidad, sino también de la naturaleza, que se vuelve una utopía, un sueño, algo tan lejano que casi es inexistente.

Ya el campo estará verde, debe ser primavera,
cruza por mi mirada un tren interminable,
el barrio donde habito no es ninguna pradera,
desolado paisaje de antenas y de cables.

En la ciudad, las suposiciones de otras realidades son sólo eso, aproximaciones, se pierde toda perspectiva de como serán las cosas afuera, la rutina se repite como un tren interminable y las reflexiones sobre el entorno se multiplican: "desolado paisaje de antenas y de cables".

Vivo en el número siete, calle Melancolía.
Quiero mudarme hace años al barrio de la alegría.
Pero siempre que lo intento ha salido ya el tranvía
y en la escalera me siento a silbar mi melodía.

Existe en la voz del narrador una esperanza de cambio, una visión utópica de como serían las cosas en "El barrio de la alegría"; la posibilidad de intentarlo, pese a lo lejano, resulta un aliento. Pero hay un reconocimiento de como son las cosas y una cierta comodidad en aceptarlas como son: "me siento a silbar mi melodía".

Como quien viaja a bordo de un barco enloquecido,
que viene de la noche y va a ninguna parte,
así mis pies descienden la cuesta del olvido,
fatigados de tanto andar sin encontrarte.

Aquí hay una transición de la voz narrativa al recuerdo de alguien que forma parte de la historia personal: el sentido de búsqueda del principio de la canción se retoma, pero esta vez la intención es alcanzar el olvido; pues la primera posibilidad, encontrar a la persona perdida, resulta vano. Ya que el narrador no encontrará a esta persona, hay un recorrido siempre cuesta abajo, hacia el olvido.

Luego, de vuelta a casa, enciendo un cigarrillo,
ordeno mis papeles, resuelvo un crucigrama;
me enfado con las sombras que pueblan los pasillos
y me abrazo a la ausencia que dejas en mi cama.

Siempre imaginé que la Calle Melancolía estaría en una cuesta y en número 7 casi al principio de la calle, en la parte más baja; aquí, de manera intimista, entramos a la vivienda de quien canta, en sus actividades cotidianas, entre las que se encuentra lidiar con recuerdos y ausencias.

Trepo por tu recuerdo como una enredadera
que no encuentra ventanas donde agarrarse, soy
esa absurda epidemia que sufren las aceras,
si quieres encontrarme, ya sabes dónde estoy.

La insuficiencia de la voz narrativa de la canción se revela; se identifica con una enredadera sin asidero, con una epidemia urbana, con algo que no encuentra lugar en el mundo, justificación o propósito. Apenas y puede ubicarse; su localización se reitera en el coro, con el que cierra la canción.

Vivo en el número siete, calle Melancolía.
Quiero mudarme hace años al barrio de la alegría.
Pero siempre que lo intento ha salido ya el tranvía
y en la escalera me siento a silbar mi melodía.

Al final el coro resulta una invitación a la visita, una posibilidad de encuentro, un llamado a la empatía de quienes siguen en el intento de mudarse al barrio de la alegría; sin embargo es un intento que no se concreta y se diluye, como un silbido en el aire.

D.

Transferencia

Hoy vi a mi amiga M. Ella a veces me cuenta sus problemas... yo no suelo aconsejarla, de hecho la más de las veces ella toma el micrófono y termina el recuento de los eventos que le han preocupado las últimas semanas o meses, dependiendo de cuanto tiempo hayamos pasado sin vernos.

A veces, al regresar a casa, le comento a mis papás de como me fue, porque ellos conocen a M. desde que las dos teníamos 12 años...

Pero hoy mi papá habló seriamente conmigo y me dijo que quizá era tiempo de limitar mis visitas a M. Y es que dice que al regresar de verla me nota preocupada o atribulada con sus problemas.

Eso me puso a pensar... porque antes tenía un trabajo que consistía en escuchar los problemas de los otros; no estudié psicología, pero entiendo que si existe un fenómeno de transferencia, es decir, de responsabilizarse por los problemas de los demás...

Pero, ¿dónde debe uno limitarse?, ¿qué tanto te escucha un verdadero amigo?, ¿por qué el preguntar "Cómo estás", debe ser sólo una frase hecha, que no tiene fondo, ni intención de escuchar al otro?

A veces pienso que falta mucha empatía en este mundo. Quizá ya no estamos dispuestos a darla... No supe que decirle a mi padre. Me sentía infinitamente cansada.

D.

Frágil

Siempre que pasan cosas que rompen la rutina, me dejan pensando en lo frágil que es la existencia que llevamos...

Pensar que en la misma línea del metro en que me transporto hubo un tiroteo, justo en la hora en que iba a la universidad...

Me parece simplemente escalofriante.

En un par de horas recordaremos el sismo que estremeció la ciudad de México en el ya lejano 1985.

La vida es frágil.

Quizá lo único resistente es la esperanza.

D.

"El Chava"

- Buenas tardes profesor- le dijo al "Chava" la alumna de la blusa ceñida con los colores de la bandera gringa.

Él se sintió un poco extrañado, pese al tiempo transcurrido aún se le hacía raro ese trato deferencial. Quizá debió contarles a esos mocosos un poco más de lo que era su vida. Pero bueno, ¿de que serviría?, ¿qué diferencia habría? Un par de palabras no cambiaban nada. Ellos no podían vivirlo...

Había escrito su libro, ese que ganó tantos premios y fue objeto de tantas reseñas en periódicos y revistas culturales para contar su historia. "Literatura", dijeron unos "una herida abierta en la historia" dijeron otros.

Pero para el Chava era su vida. El tiempo en la cárcel como preso político en los tiempos de la guerra sucia lo había marcado de manera definitiva. Mucho más que el tiempo en la universidad, quizá tanto como el viaje que se ganó a la ex URSS, cuando los lazos de hermandad entre México y aquel país,ahora extinto, le dieron una beca.

Primero estudiante de agronomía, luego preso político, ahora profesor. Las vueltas que da la vida. El profesor Salvador se dirigió al área de coordinación de los talleres de literatura de la Facultad de Ciencias Políticas, molesto por las subidas y bajadas a las que lo sometían. Ya no estaba para esos trotes... quien lo iba a decir: él que había corrido para escapar, él que fue torturado, él que pasó dias en el apando, él que fue transportado como un animal en condiciones peores que las del ganado, él que pasó muchas horas encriptando sus memorias en un cuaderno gastado para poder contar su historia...

Ahora se dedicaba a revisar historias de esos mocosos, esos niños que veían demasiada televisión y hablaban de lo que veían en las películas. Algunos llegaban a escribir cosas verdaderas... los menos. La mayor parte de lo que ponían eran lugares comunes, le daban dolor de estómago: con tantas cosas de las cuales escribir...

Casi le dolía recordarlas.

Subió las escaleras rumbo al salón que le habían asignado: el sitio aún estaba ocupado, pues la profesora que tenía clases antes que él tomaba de su tiempo. Suspiró resignado y pensó si debía fumar un cigarrillo...

De esos pequeños placeres que se tomaba de vez en cuando.

Los alumnos de su taller llegaron poco a poco. Eran cada vez menos. Lo normal. Sabía que aunque en la primera clase llegaban cerca de 40, hacia el final del taller quedaban cinco, quizá diez. Todo dependía mucho...

El cigarro se consumió en la espera de la profesora. Pero él sabía esperar. Era algo que se aprendía con el tiempo.

Al entrar al salón dio una última mirada al cielo azul. Se había acostumbrado a eso en la cárcel y tomaba aire antes de quedarse entre paredes. Era una lección importante. Dificil de enseñar en un taller. Había muchas cosas que no podría enseñar él. Sólo el tiempo.

D.

Mexicana, sí. A mi manera.

Hace rato escuchaba a Nina Simone y mi papá salió a reclamar que pusiera música de mariachis, porque es la conmemoración del comienzo de la lucha por la independencia de México.

Al rato comeremos unos tlacoyos de masa de maíz azul, de hecho ya siento en el aire el olor del guiso que preparó mi mamá para ponerle encima; también se percibe en el aroma a epazote que fui a comprar con el señor de la verdura.

En cuanto mi mamá llegó del trabajo, mi papá sacó la botella de tequila, incluso me ofreció un caballito para brindar con ellos, pero les dije que me reservaría para la noche...

En verdad me gusta mi país y estoy contenta con muchas de las cosas que representa ser mexicana; sin embargo otros estereotipos me parecen molestos y pesados. No quiero escuchar mariachis, ni tomar tequila, ni me sentiría más mexicana por hacerlo.

Así como no creo que todos los gallegos sean tontos o todos los argentinos unos creídos, me gusta pensarme como mexicana, sí... pero a mi manera.

(Aquí le subo a la música de Nina Simone y me tomo un tinto a la salud de México)

D.

Siniestro

Alanis Morriset canta algo así en su rola de "Ironic":

It's meeting the man of my dreams

And then meeting his beautiful wife...

Pienso en ese "hombre de mis sueños", que en inglés debería ser algo así como "Mr. Right", señor correcto o señor "derecho", diestro...

Quien sabe por qué siempre termino con "Mr. Left", el señor izquierdo, incorrecto, siniestro...

Lo siniestro del caso es que al parecer yo soy la que atrae tanta izquierdosidad a mi vida, de alguna manera...

¿Habrá sido por elegir un novio que era fetichista y compraba zapatillas al por mayor? ¿Algo hubo de extraño en la elección de aquel chico karateka, altamente fanático de tirar patadas? ¿Había un patrón recurrente en la llegada de aquel obseso de la limpieza que podía presentir mi llegada por su excelente sentido del olfato? ¿Debo declararme culpable de reclutar a aquel hombre que, de manera confesa, buscaba exponerse a situaciones de peligro en sitios públicos?

He tenido una tan adorable colección de novios atípicos, que estoy por proclamar a la humanidad completamente atípica o reconocer que colecciono personajes siniestros... lo cual es divertido, excepto para bailar: también he tenido novios con dos pies izquierdos.

D.






Sonámbulos

En los sueños cualquier cosa puede pasar. Pero hay momentos extraños, entre la vigilia y el sueño, en que también ocurren cosas curiosas.

De niña solía caminar por la casa medio dormida y en pijama, con los calcetines puestos, contra el frío. Mis papás dicen que llegué a visitarlos para contarles medias historias, que ellos escuchaban también adormilados.

Dicen que si en tus horas de vigilia te repites "esto es un sueño", puedes llegar a controlarte a ti mismo en los sueños... y entonces decidir si quieres volar, puedes tirarte sin miedo de un precipicio.

No sé si hay muchos sonámbulos que se tiren por la ventana, pensando que sueñan...

Yo recuerdo haber soñado con comer helado y despertar con la boca fría. Me pregunto si también podría soñar que vuelo y despertar en caída libre.

D.

Contrasentido

Ayer, mientras esperaba en el andén, me parecía una terrible suerte no vivir en contrasentido. Suelo viajar hacia donde viaja el resto de la gente, así que me tocan vagones repletos, asientos ocupados, calor humano, largas esperas.

Mientras, en el vagón de enfrente, las personas se muestran muy cordiales "si-co-mo-no", "pa-se-us-ted-pri-me-ro". Quizá porque viven en el lado menos atestado de la ciudad, quizá porque van apenas a sus trabajos cuando yo ya voy de vuelta...

No lo sé.

Pero a veces si me dan ganas de ir en esa vía donde todo se ve más fácil... o por lo menos más despejado.

D.

Comida para un funeral

El día de hoy tuvimos una pérdida en la familia. Mis papás acudieron a darle el pésame a mi prima y me dejaron encargada de preparar la comida para cuando ellos regresaran. Soy malísima dando el pésame. Cocinando apenas soy un poquito mejor.

Mientras batía las claras del huevo y se formana una esponjosa textura en el recipiente, hasta quedar "a punto de turrón", no pude dejar de pensar en que los huevos también son posibilidades de vida que no se concretaron y finalmente acabaron en mi refrigerador.

Nietzche mencionaba, citando al dios Dioniso, que la mayor dicha que puede tener el ser humano es "No nacer y la segunda cosa mejor, es morir joven".

Claro, eso no se lo podría decir a la familia que sufrió la pérdida; quizá por eso no me llevaron...

Mientras intentaba que las coliflores se sumergieran en el capeado, sin perder la forma, recordaba todos esos formulismos y frases hechas con las que la gente quiere reconfortarte: "lamentamos su pérdida", "nos unimos a su dolor", "mi más sentido pésame".

En momentos así uno sólo quiere largarse bien lejos, pero tienes que quedarte allí a recibir todos los abrazos a escuchar todo eso...Formulismos, nada más.

El aceite chisporroteaba demandando mi atención, pues ya estaba listo para recibir las coliflores capeadas y traté de imaginarme el despertar de mi prima, para enterarse de la noticia. Sentí un hueco en la boca del estómago y se me quitaron las ganas de seguir cocinando o siquiera de comer.

Dicen que cada bebé que llega al mundo es una muestra de que dios no ha perdido la esperanza en nosotros. ¿Será que cada bebé que no llega es un suspiro en el que dice "la verdad estoy a punto de perderla"?

Ese bebé nunca jugará con su hermano, ni será sostenido en brazos por su abuelo. Ese bebé no se enteró del país en donde le iba a tocar nacer, ni del mundo en que le iba a corresponder vivir.

Quizá, como estaba sumida en mis pensamientos, no me había percatado de que la casa estaba llena de humo hasta que me empezaron a lagrimear los ojos. Apagué el fuego y abrí la puerta del patio, para que el humo pudiera escapar.

Saqué las últimas coliflores del sartén y traté de componer el desastre.

Ese bebé ya nunca probaría un plato de comida medio quemada, ni uno bien hecho.

Decidí mejor preparar espaguetti, que es más fácil.

Mis papás acudieron a darle el pésame a mi prima, pero nosotros tenemos que seguir viviendo.

D.

Ni que fueran enchiladas...

En México, cuando te piden hacer algo dificil en poco tiempo o con un plazo demasiado reducido, puedes aludir a la expresión... "Pues ni que fueran enchiladas".

Y es que las enchiladas son de los platillos más nobles con los que cuenta la cocina mexicana: son bonitas, llenadoras, lucen bien y saben rico. La variedad y diversidad de las enchiladas se debe a que su concepción básica es muy simple: una tortilla doblada con un relleno (o sin relleno, si realmente está muy pauperrima la cocina), salsa de cualquier tipo encima y una decoración al gusto del chef.

Las enchiladas suelen ser, como su nombre lo indica, de una salsa picante, pues se le agrega chile a la mayor parte de ellas... Si no tiene chile nos podemos encontrar ante una "Entomatada", que tiene el concepto de enchilada, pero con salsa de tomate o jitomate. (Hay enchiladas verdes, enchiladas rojas, entomatadas verdes y entomatadas rojas... También al gusto)

Toda esta disgresión es porque ayer tuve el placer de comer en la séptima feria de la enchilada, que se llevó a cabo en la explanada del Parque Cuitlahuac, enfrente de la Delegación Iztapalapa. (Que actualmente ha salido mucho en las noticias, por razones políticas que nada tienen que ver con las enchiladas, por desgracia).

Así que, siguiendo una de las imperativas reglas del buen comer, nos dimos primero una vuelta por los sitios de todos los expositores, porque el amor suele entrar por los ojos, al menos respecto a lo que a enchiladas se refiere...

Así vimos unas enchiladas en nogada, con cubierta tricolor, verde, blanco y rojo; mejor dicho, perejil, queso y granada... una variación de los tradicionales chiles en nogada; también vimos enchiladas de carne al pastor, de pulpo, de camarones, de huitlacoche, de gusanos de maguey, de escamoles (larvas de hormiga)...

Vimos enchiladas suizas, enchiladas argentinas (por lo "sencillitas"), enchiladas poblanas (mmm... de delicioso mole poblano), enchiladas en salsa de almendra (con tantas almendras encima que más bien parecían un pastel), enchiladas en salsa de amaranto (que se veían ricas, aunque no puedo dar fe del sabor de la salsa, porque no la probé).

Además de la diversidad de enchiladas (los organizadores juraban que tenían 200 variedades de enchiladas) había música en vivo, artesanías y hasta queso botanero (por si le quedó un huequito después de comer tanta enchilada).

Un plato decente de enchiladas trae unas tres tortillas con relleno... y la verdad si son fáciles de preparar; recuerdo una vez que convoqué a una fiesta en casa, so pretexto de mi cumpleaños y como no avisé que no habría comida, terminé improvisando unas enchiladas para un par de invitados que venían con la panza más vacía que un farol...

El chiste de una buena enchilada, creo yo, es que haga honor a su nombre y te deje con ganas de tomar agua de manera urgente. Si no, ¿que chiste?.

Si viven en la ciudad de México, pueden ir a la feria de la enchilada hasta el día 14 de septiembre; la forma más fácil de llegar es por el metro Iztapalapa, de la línea 8 del metro... está a una cuadra de distancia.

D.

Temblando

Se me quedó muy grabada una frase que dijo Yair, el personaje de "Con las alas rotas" en la película que vi ayer...

- Estás temblando. ¿Tienes miedo? - dice Iris.
- Si. Es que soy muy feliz. - contesta Yair.

Esto tiene mucho sentido para mí, al menos.

Tenemos miedo cuando somos más felices, porque tenemos más que perder. La miseria nos hace desentendernos de todo, en un acto de osadía y despreocupación. Más allá de la sobrevivencia, todo lo que podemos ganar, también lo podemos perder.

El miedo surge de esa convicción de la propia inestabilidad...

Hoy por la mañana, mientras me convencía de que salir de la cama sería una proeza, escuchaba un documental sobre "El libro tibetano de los muertos" Bardo Thodol, un texto budista sobre el pasaje entre esta vida y la siguiente.

Este libro fue el que el escritor Timothy Leary se basó para escribir hacerca de una metáfora entre el uso de drogas psicotrópicas; sin embargo, el Bardo Thodol incluye una enseñanaza filosófica sobre el concepto de desprendimiento.

Sufrimos porque nos aferramos.

Incluso la alegría trae el dolor de su desvanecimiento.

Y tú... ¿Tienes miedo?

D.

Con las alas rotas

El disco viajó en mi bolsa de mano un par de días... el sábado iba a devolverselo a su dueño, pero mi pereza y la lluvia lo impidieron.

El domingo todavía pasó por mi mente llevarlo al norte de la ciudad...

Pero hoy la amenaza de lluvia y los constantes recordatorios en el noticiero de que era uno de esos días para no salir de casa, me hicieron poner por fin "Con las alas rotas", película Israelí que tiene un montón de premios en su haber, además de haberse ganado una presea cinematográfica que voy a instituir para las películas que me toquen el corazón.

La historia es un drama sobre la pérdida y la incapacidad para manejar el dolor; una familia que se desmorona al perder al padre en un accidente que resulta en el cuestionamiento del papel de cada integrante dentro de la dinámica de la casa.

Maya, la hija de 17 años, que sueña con hacer carrera en la música, se ve rebasada por las responsabilidades que su madre le deja, para cuidar de sus hermanos. Yair, quien dejó la preparatoria después de la muerte de su padre, se rebate entre la posibilidad de regresar a la escuela o continuar con su tarea como repartidor de volantes, pues las dos actividades le parecen igual de absurdas y sin sentido.

Ido, el niño de 11 años, un joven Scared, obsesionado con grabar sus actos de peligro, que rayan en lo suicida, sufre un accidente debido al descuido de parte de su hermana y su madre, del cual sólo es testigo Bar, la pequeña de cinco años a quien le tocan todas las de perder, en esta familia disfuncional...

Pero si de disfuncionalidades hablamos, en cada familia hay cierto grado de frustración, dolor, culpa, chantaje y así, para adelante...

Por ello, el director Nir Bergman se muestra hábil al tratar estos temas y nos regala un pedacito de esperanza entre tanta miseria.

A veces sacar adelante a una familia es como echar a andar un carro que no prende bajo la lluvia...

Necesita uno un empujón.

D.

Neblina

La neblina baja a las calles.

Las farolas alumbran a una pareja que se besa en la esquina.

No eres tú.

No soy yo.

Luego, por tanto, todo se disipa.

D.

La diferencia entre llegar y quedarse

Hoy pasé la tarde con D. y T; un matrimonio joven a quienes conozco desde hace un par de años, cuando T. me comentó de su plan de venir a estudiar la maestría a la ciudad de México; en aquel entonces nos conocimos y hace una semana, cuando T. presentó su examen de maestría, acordamos vernos para que me entregara una copia.

En el área de dedicatorias le agradece a D, su esposa con unas palabras que dicen algo así: "Gracias a D por llegar, pero sobre todo por quedarse".

Y es que al ver a D y a T pienso en lo que es mi idea de una pareja de estos tiempos, donde el proyecto en común va antes que la crisis, el miedo, las dudas, el odio, la incertidumbre...

Porque a mi vida ha llegado gente maravillosa, gente terrible, gente odiosa, gente extraordinaria... pero no toda esa gente se ha quedado.

Porque quedarse requiere una dosis de valor que no todos tienen: es obvio, algún día seré odiosa, molesta, frunciré la nariz, llegaré tarde a las citas, olvidaré los cumpleaños (soy mala recordando cumpleaños, fechas especiales, guardando recuerditos y regalitos, llevando las cuentas del cambio).

Sin embargo, hay gente que ha decidido quedarse y que incluso, cuando ha estallado la guerra, ha estado en la trinchera conmigo.

Sus nombres no los pongo aquí, porque ellos saben quienes son.

Más allá de lo que pudo haber sido amistad, amor, compañerismo, ternura, deseo, admiración, enseñanza, hay quien ha sabido quedarse en mi vida.

Y aunque mi tesis de maestría no está lista, ni empezada (aún) antes de llegar a eso quisiera agradecerles a quienes se han quedado.

D.

Las puertas del deseo

Deseo es una palabra poderosa, que nos mueve y nos conmueve a todos. Los deseos se dan en todas las formas, variedades, colores, sabores...

Y ayer me puse en contacto con otras formas del deseo. La verdad no lo tenía planeado, pero terminé la tarde en un lugar de "ambiente" y tuve ocasión de escuchar a un grupo muy diverso de lesbianas.

Por la mañana vi la película de "Coraline", lo cual me hizo asociar estas dos cosas de manera muy particular, porque "Coraline" es una niña inconforme con la realidad en que vive, cuyos padres la tratan poco menos que como un mueble molesto que hace ruido...

Así que Coraline se asoma a la puerta de un mundo que le parece, de entrada, fascinante y misterioso, lleno de cosas dulces, brillantes y coloridas...

Algo así me pasó ayer, porque muchas de las cosas que contaban estas mujeres se me hacían muy emocionantes...

Pero claro, la moneda siempre tiene dos caras y el hecho de que se traten de relaciones humanas agrega el giro.

Finalmente, justo en las puertas del deseo, uno siempre puede reflexionar... ¿Qué quiero?, ¿Quién soy?, ¿Qué quiero ser?, ¿Cómo me define esto a mí?

Hay tantas puertas y tantos sabores para el deseo, que no alcanza la vida para probarlos todos...

D.

Dejá vu

M(al ver un hotel que le traía recuerdos): ¿Esta calle te deja cerca del metro Misterios?
L: Si, si caminas todo derecho... ¿Por qué?
M: Ah, nada más. Un Dejá vu.
L: No, eso se llama recuerdo. Por cierto, me acuerdo que las habitaciones con jacuzzi son bonitas aquí.
M: Yo entré a una sencilla.
L: ¿Y lo volviste a ver?
M: No.
L: Con razón.

Lilia Carrillo: una ventana a la abstracción lirica

Este lunes tuve ocasión de asistir a una conferencia en Casa Lamm de la maestra Gloria Hernández, donde expuso parte de su extensa investigación sobre la vida y obra de la pintora mexicana Lilia Carrillo.

Algo interesante del planteamiento de Gloria Hernández respecto a Lilia Carrillo es que la toma como punto de partida para la reflexión sobre los temas que a ella le interesan; por ello no es de extrañar que la pintura abstracta de Carrillo sea el eje del cual se desprenden una serie de afirmaciones propias de la maestra Gloria Hernández sobre el significado de la propia existencia.

Como pintora, Lilia Carrillo no ha sido tan reconocida como otras luminarias del arte pictórico del siglo XX en México; en parte porque su obra es mayoritariamente abstracta, por lo que se requiere un poco más de disposición de parte del espectador para acceder a la obra. No resulta igual que mirar una casita con un arbolito...

Sin embargo, bajo una mirada más minuciosa de los cuadros de Lilia Carrillo, surgen reflexiones interesantes, puesto que son obras que te invitan a que aportes tu granito de arena para reconstruirlas; más allá del titulo, que a veces suele dar pistas de por donde entrar a la obra (como en el caso que da título a esta entrada, "La ventana", que tuve el gusto de ver y hasta analizar con lupa).

Creo que al terminar la conferencia todos nos quedamos con más dudas que respuestas, pero eso es una señal positiva, creo yo, porque el ponente que sabe despertar la duda y la curiosidad en sus escuchas, es una persona inteligente y provocadora, justo como deben ser los artistas...

Al menos eso creo yo, pero claro, este blog también es una obra abierta.

D.

Una mujer que caminaba sobre las vías

Se llevó a cabo la fiesta de fin de año de la oficina en la calle de Ferrocarril de Cuernavaca. La verdad yo no ubicaba mucho el rumbo, pero...