Fui con la dentista, quien me puso una tremenda regañada por el estado de mis encías y me recordó:
"Todo depende de ti, tú eres quien decide si te cuidarás o no y serás la que tendrá que pagar las consecuencias".
La dentista sacó un instrumento punzante, en forma de pequeño garfio y me mostró:
- ¿Ves? Crees que es algo pequeño, pero se acumula y se vuelve piedra. Se queda en la base y va carcomiendo todo. Lo desgasta.
Claro, estaba hablando del sarro... pero me recordó tanto que necesito también limpiar mi alma de vez en cuando.
Las pequeñas cosas que se nos acumulan se solidifican. Nos quedamos atrapados en esos recuerdos. También, periódicamente, hay que limpiar el alma.
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4 comentarios:
y tres veces al día...
Recomendable, pero más dificil.
Un saludo, Vian.
D.
Oh si... los dientes... el alma... ¡el estómago también, que al pobre también se le quedan pegadas todas las porquerías que algunos comemos!
Bueno... eso ya estuvo de más. Fue desahogo personal querida Darina, pero tienes razón, también hay que limpiar el alma de vez en cuando de todas esas cosas que no tienen porque quedarse ahí.
Eso me recuerda que debo ir al dentista...y al psicólogo. Y tirar la basura...
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