Laberinto

Estoy segura de que en otra vida fue arquitecto, pues forjaba en su boca un auténtico laberinto donde mi lengua se perdía, donde mis labios vagaban por horas, días, años, entre las paredes duras y los retos imposibles de cruzar charcos y mares llenos de humedades y salivas.

Creo que nunca quiso darme la llave de su encanto, ni abrirme un pasaje hacia sus sueños. Siempre guardó secreto y vigiló como un cancerbero sus más profundos pensamientos, sus más sigilosas intenciones.

Fue, sin embargo, un amante discreto y se atrevió a perderme el respeto en más de una ocasión...

¿Qué pude darle yo, en mis torpezas, sino esa muda compañía que doy, esa sonrisa torcida, ese suspiro que no es palabra, ni duda, ni reclamo, sino todo lo contrario?

Nada.

Soy una mala amante, mala novia, mala amiga, mala lo que sea y aún así, creo que parte de todo ello es porque soy muy buena y no se pelear.

Y todos saben que, en el fondo todos buscan un buen contrincante.

Sea en el ajedrez, en el baile, en cualquier juego de azar... Y yo nunca he sabido resolver el laberinto, ni jugar a las vencidas, ni elegir el color de las paredes.

Me pierdo entre la duda si esa será la salida del laberinto o sólo otro beso...

Por ello, en días como hoy, que recuerdo su boca, que siento que en sus brazos pude vislumbrar un pedazo de infinito me dan ganas de haber sido más valiente y cruzar a nado ese espacio en el que sólo me dejé flotar, hasta alejarme de la costa que era la salida...

Quizá hacia otro laberinto, más profundo, en su corazón.

D.

Pedid y se os dará

Es curioso.

Justo cuando estaba yo en medio de una crisis existencial debido a que mi trabajo no es lo que me esperaba y en general me conflictúa dedicarme a vender humo (publicidad, que le llaman), sucedieron tres cosas.

a) Tuve una platica muy constructiva con el señor Ricardo  sobre la importancia de seguir teniendo Hobbies que nos alimenten y nos permitan estar equilibrados.
b) Me invitaron a colaborar como articulista en una revista de filosofía
c) Me invitaron a ser profesora adjunta de nuevo, en una materia de periodismo.

Así que...

Cuando uno pide, las cosas llegan.

El jueves pensé que había cometido un error muy grave, así que estaba pensando seriamente en cambiar por completo de rumbo. pero al llegar a la oficina respiré, me calmé, me di cuenta de que aún tengo mucho por aprender... Y si es mi ocasión de ser más, de hacer más y la vida me está poniendo esto por delante...


D.


Life is a rolling green point

Dejé de escribir en twitter cerca de 12 horas y un amigo se preocupó.

Eso me preocupa a mi: la verdad es que no sé en que momento me dejé llevar por la constante necesidad de actualizar un estado y me convertí en ese ser "conectado 24/7" del cliché.

La verdad no siento aprehensión, pero como mi trabajo se relaciona con la información, el cúmulo de trabajo generado en mi ausencia si llega a pesarme.

Otra cosa que me sucede con cierta frecuencia es la impaciencia ante fallas técnicas...

Recuerdo que en mi lejana adolecencia llegaba a conectarme hasta 20 veces en una noche a la conexión telefónica sólo por un segundo más de estar con él (Música triste de violines, por ser tan cursi y por usar tecnología de los 90 para romancear a distancia)

Eso se traducía en cuentas de teléfono muy altas.

Pero eramos felices... en cambio ahora cualquier interrupción provoca disgustos, pese a que son cada vez menos frecuentes.

La vida es lo que pasa mientras miras crecer las barras de conectividad de tu teléfono, rogando porque esa llamada salga.

Es un terror vivir al pendiente de eso, sin asomarse siquiera por las ventanas. ¿De que sirve tener un tempano de hielo en un corporativo si no puedes ni abrir una ventila, ni asomar la nariz al ver la niebla?

El mundo está cada vez más enfermo y triste.

A veces no sé si quiero seguir este camino. A veces no sé si hay camino de regreso, vuelta en U o sólo queda seguir avanzando.

A veces no sé si soy un punto verde, rodando sobre si mismo.

D.





Vida de catálogo

Algo que sucede de manera inevitable al terminar las fiestas de muertos es la llegada intempestiva de las ofertas navideñas.

Y con ellas vienen una docena de catálogos con moños rojos y adornos dorados que te invitan a vivir una vida de catálogo.

Lo curioso de los catálogos es que todo lo que viene en ellos te hace pensar que son imprescindibles.

Desde los bonitos abrigos invernales en todos los colores y presentaciones, hasta las cómodas plantillas para pies.

Todo es colorido y deseable, todo tiene la forma perfecta en esos departamentos blancos y luminosos donde los cojines a cuadros se ven más perfectos y las familia más sonrientes.

Que hermosas composiciones de niños jugando en la nieve (aunque en la ciudad de México nunca he visto caer nieve, aunque me dicen que sucedió alguna vez) y mamás preparándose para elegantes cenas.

Que bellos relojes centelleantes (en tiempos en donde siempre volteo a mi teléfono para ver la hora) y cremas con filtros UV de protección solar completa y eficiente.

Dan ganas de mudarse a uno de esos asépticos catálogos, de llevar una vida higiénica, saludable, esterilizada.

Maravillosa.

Pero vivimos en un mundo lleno de contradicciones, de contrastes, de covers, en un país con abusos de autoridad, corrupción, elecciones...

Y tantas cosas más.

D.

El precio del mañana

El tiempo es otro y otros adagios capitalistas llegan a tu mente cuando vez "El precio del mañana" una nueva Bonny y Clyde, o quizá un nuevo "Asesinos por naturaleza" en su versión pop, futurista y hasta fresa.

En esta historia los seres humanos han cambiado el dinero por el tiempo, que ahora se intercambia por los artículos caros y los suntuosos, por los servicios y hasta por los sobornos,

Una apuesta puede llevarse tu vida, literalmente, si te quedas sin tiempo para pagarla.

Es en este horizonte en que Justin Timberlake interpreta a Will Salas, un pobre pero "honrado" joven que ayuda a un "millonario" harto del tiempo que tiene... el cual le regala un ciento de años antes de tirarse de un puente.

¿Sospechoso? Si, bastante, así que la policía persigue a Salas, quien originalmente queria llevarse a su mamá a vivir la buena vida, pero, desafortunadamente no llega "a tiempo" y ella expira... casi en sus brazos.

Ya lastimado por esto, Will viajará a la "Zona horaria" donde viven los inmortales (ricos en tiempo) a tomar venganza... y su forma de hacerlo deriva en un secuestro con consecutivo Síndrome de Estocolmo.

La película prometía más en su planteamiento, así que sale uno un poco decepcionado del numerito... pero quizá es lo que se merece uno por estar esperanzada al ver a Justin en pantalla.

Tres estrellitas y palomitas, para acompañar.

Hacen falta.

D.



Chico Geek - Arreglo de "Chica Banda" de Café Tacvba

La señorita Irene Soria pensaba en adaptar la canción de "Chica Banda" a "Chico Geek", así que tomé la tarea como mía... y esto resultó.

Me he enamorado de un chico geek
Me he enamorado de su acné
pelos despeinados, tenis sucios
y es de los que acampan en Campus Party.

Se pasa noches programando,
sólo sabe tocar en el Rock Band,
su humor extraño incluye muchos Gags
prefiere Marvel por encima de DC.

Yo le di mi amor en una fiesta Linux

Su padre es un Hacker,
Su madre es la Matrix,
pero el líder de los frikitowns
ha nacido en la gran Tenochtitlán.

1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8... ¡Disco!

Yo le di mi amor en un RolPlay.

Y él sólo dijo...

Lol, lol, lol...

Me he enamorado de un chico geek
Me he enamorado de su acné
pelos despeinados, tenis sucios
y es de los que acampan en Campus Party.

Aquí el original.

D. 

Historia de una gata blanco y negro

Paseaba en la noche e iba a ser una noche como cualquiera. Pero se cruzó en el camino de una pareja de amigos que iban en busca de tacos.

Ellos iban a tomar el camino contrario, pero algo en el aire los llevó a esa calle oscura, en las inmediaciones de la plaza de toros y dieron con ella.

Ella se escondió, acostumbrada a escapar de los extraños. Pero él la vió y la tomó en sus brazos.

Ella, como reacción, empezó a ronronear. Era muy pequeña para la pelea y fue lo primero que hizo. Luego la cambiaron de manos y en brazos de ella tembló un poco. Había llovido y su pelaje estaba algo mojado.

Él sacó una bolsa de tela en la que había llevado otras cosas y con la jareta, ajustó su cuello con cuidado. Le pidió a ella que la llevara y, después de alguas quejas, reclamos, lamentos y argumentos que no fueron escuchados, ella accedió a llevar a la gatita a casa...

Y bueno. Aquí estmos.

Desde el domingo tengo una gatita negra con blanco en casa. Se la pasa ronroneando y le gusta dormir encima de la lavadora. Le gusta la leche y las croquetas que le compré. Ayer anduve cargando cerca de seis kilos entre la arena y su bolsa gigante de comida.

Al llegar a casa mi papá dijo: ¿Un gato? No inventes...

Y a la media hora la perseguía con la cámara para tomarle fotos.

Mi hermana dijo algo así como: -Ay, no Mayra!

Y fue la primera en dejarla dormir en su regazo.

Y mi madre... bueno, mi madre hoy le hablaba como a un niño pequeño.

Ya tengo gata. Y ella tiene casa.

D.



¡Ay, Sabina!

Mientras yo estoy acá, acostada y en pijama, el Sabina anda dando bastonazos en Reforma, frente a unas diez mil personas que se emocionan cantando las mismas de siempre, pero con peor voz, porque no es lo mismo los tres mosqueteros que cuarenta años después.

El Sabina ya tiene 62 años y aunque aún no podría ser mi abuelo, con facilidad sería mi padre...

Y vamos, que puede uno decir ante una brecha generacional tan grande? Pues nada, que me sigue conmoviendo que con una de sus sonrisas chuecas me arranca una sonrisa amplia, que nada más bello y más verdadero que decirle a alguien... Y sin embargo, te quiero.

Vamos, que el Sabina es el cómplice de tantos de mis secretos y ha estado conmigo en noches malas y peores, con los amores de mi vida, así como en el día en que lloré 24 horas o en el que me perdí por la ciudad cantando "Por el Boulevard de los sueños rotos..."

¿Cuantas noches habré yo pasado convenciendome de que no quiero un amor civilizado, ni carne, ni pecado, ni orgullo, ni piedad?

Y mientras me arreglaba, en el espejo musitaba: "Porque voy a salir, esta noche contigo..."

Gracias, Sabina, por dejar que corra por México El Penúltimo tren.

D.


Tiro al blanco

La vida está llena de retos, de misterios, de trampas y obstáculos.

Uno comienza en un grito y suele irse en un estertor apagado.

Pero en el camino no dejará uno de saltar, de correr, de volar, de arrastrarse, esconderse, emboscar.

Suelo recordar las veces en que me preparé para un gran cambio: a veces el cambio no resultaba tan drástico como pensaba y la planeación quedaba grande...

Otras veces el cambio era más grande de lo previsto: la revolción que se gestaba me superaba y me sentía arrastrada por una ola.

A veces las revoluciones más grandes, los cambios más intensos llegaban sin aviso. Cuando acordaba, una nueva D. me miraba desde el espejo, desafiando a encontrar rastros de la antigua.

Tirando hacia mi propia imagen, mis ojos trataban de dar con el blanco falso, descubrirme en ese laberinto de espejos, reencontrarme, reconocerme: dar con las huellas de mí.

Alguna vez llegaré a tocarme, ser de nuevo la que quise, reconquistando esa imágen del espejo antes de disparar y que todo saltara de nuevo, echo pedazos.

Supongo que hoy no será de esas noches.

D.

Amor zombie

Como esas creaturas que no viven, ni terminan de morir, nos exclavizan y arrastran los pies, hay amores zombies en la vida, que permanecen como una maldición, como un embrujo, sin ser de este o del otro mundo; con las uñas sucias y la mirada perdida.

Amor zombificado: a pesar de las heridas, las quemaduras, las cortadas, las balas perdidas... no muere del todo, maldito, asustadizo: verde, medio podrido, maloliente...

Amor zombie que muerde y desgarra, que nos come el cerebro y nos deja el estómago de fuera, que anda con impudicia por las calles, asomando la maldición de su encanto, los ojos en blanco, la boca babeante.

Amores que no son nuestros, que parecen guiados por otros, que nos exclavizan desde el encierro, que nos llevan por caminos de cardos y nos hacen cosechar espinas.

Amor que carece del decoro de la espera, que grita y farfulla en las esquinas, que no sabe de racionalidad, ni de paciencia; que da zarpazos en el aire, dedicado a morder, destazar, dar dentelladas, rasgullar y dejar moretones, sin razones, sin salidas. 

¿Quién quiere morir y dejar de ser preso? ¿Quién quiere terminar con esa esclavitud agonizante, que todos ven como una maldición que nos hace ir arrastrando los pies, entre el lodo de la ciudad?

Quiera este amor de abrojos terminar de morirse, descansar en paz, dejar de dar pena, dejar de comerme el seso, de sorberme el coco, de arrasar mis ojos, de no morirme de amor, ni morir de ti, ni de amor de ti, amor.

D.

El suave temblor

Ayer, mientras mi hermana revisaba las fotografías de la última boda a la que fuimos, encontró la imagen aún borrosa de una persona, que identificó como un fantasma.

En esta noche, en que la tradición nos cuenta que las almas de los muertos vienen a visitarnos, recibí una llamada de una voz de mi pasado.

Me decía que, de haberle dado la ocasión o alguna señal, estaría aún conmigo.

¿Cómo podemos saber si el suave temblor de la voz, si la breve insinuación es una voz de un vivo o de un muerto?

A veces siento que el amor pasa junto a mi, como un espíritu, como la exhalación de una vela.

Otras veces que se va cuando llego, dejando un aire frío en la habitación.

Casi como un suave temblor que deja la casa, se aleja.

D.

Una mujer que caminaba sobre las vías

Se llevó a cabo la fiesta de fin de año de la oficina en la calle de Ferrocarril de Cuernavaca. La verdad yo no ubicaba mucho el rumbo, pero...