Tenemos que hablar... ¿Del Oscar?

Estoy desconcertada.

Pasé dos horas muy angustiosas viendo "Tenemos que hablar de Kevin", sufriendo con el personaje que encarna Tilda Swinton: una escritora exitosa de guías de viaje que deja su carrera para dedicarse a la crianza de su hijo, Kevin.

Desde pequeño Kevin muestra una clara separación de su madre: sin que la película incline la balanza a un lado o al otro, la conducta de Kevin puede ser simplemente su carácter o una reacción a la falta de empatía de Eva, su madre.

Sin embargo, con el tiempo, el carácter claramente retador de Kevin se manifiesta en una inteligencia perversa, en pequeños actos que ponen a su madre sobre aviso de que Kevin es un caso especial, sin que en realidad tome acciones, pues el mundo parece querer gritarle que exageras.

Mientras el padre de Kevin mantiene una relación cariñosa y distante con su hijo, la confrontación entre Kevin y Eva es constante; a la vez, la directora juega con los simbolismos en la comida, ropa y pequeñas acciones del niño, revelando su personalidad.

La historia no es contada de manera lineal, por lo que vemos a una Eva madre, durante la crianza de Kevin y una Eva sobreviviente, en la que los recuerdos empañan la mirada de Tilda Swinton con un evento que cambió su vida y la de la comunidad en la que vive, por completo.

Y... sin embargo, esta película no está nominada a ninguno de los premios de la Academia!

No puedo creerlo.

Es muy recomendable, aunque saldrán sin uñas. Realmente es estresante la manera en que está filmada la historia.

4 estrellitas.

Manos

Cuando era adolescente y no había Facebook, uno se enteraba de que le gustabas a un muchacho por medio de un invento en donde estaba prohibido mentir y se hacían toda clase de preguntas babosas como ¿Cuál es la parte favorita de tu cuerpo?

Allí, ante ese interrogatorio ineludible de la hoja en blanco, con esa pregunta tan intimidante, uno se obligaba a hacer una revisión personal. ¿Cuál es la parte favorita de mi cuerpo?

Entonces respondía que mi parte favorita eran mis manos.

A pesa de que con el tiempo algunas personas observadoras llegaron a elogiar alguna otra parte de mi cuerpo, mis manos eran mi parte favorita en ese entonces.

Además de tener dedos largos y uñas bonitas, mis manos me han servido siempre para hacer lo que todos me dicen que hago mejor: escribir.

Sin embargo, con el tiempo, heridas, rasguños y toda clase de marcas volvieron mis manos menos "amables" de lo que fueron alguna vez.

Ahora pienso que no tendré que pensar de nuevo. ¿Cuál es mi parte favorita de mi cuerpo?

D.

El portafolios

Hace un par de días escribí un artículo que ilustré con la imagen de un portafolios. Para ello fui al buscador de Google y le di click a "Buscar imágenes..."

En realidad no me había percatado de la importancia que el portafolios tenía para mi vida, pero después de ver varios modelos, uno de ellos me conmovió: era idéntico al que usaba mi padre cuando yo era niña.

Recuerdo claramente el maletín de mi padre porque estaba destinado a guardar "cosas importantes" y tenía un suave olor a madera, producto de los lápices que guardaba con la punta bien afilada.

El maletín también tenía una gran cantidad de plumas, las cuales no podían ser usadas o sacadas sin la correspondiente autorización, que rara vez solicitaba... Porque yo no usé plumas hasta quinto año.

Sin embargo la presencia del portafolios en casa era la señal de seguridad, el más claro testimonio de que estábamos protegidos, de que alguien cuidaba de nosotros y nos procuraría.

Porque de ese portafolios mágico también salían, de repente, dulces y regalos...

Pero no sólo era eso: el portafolios representaba a mi padre, su serena forma de enfrentar las cosas, de manera seria, ordenada, metódica y resolver siempre el problema.

Ahora que mi padre ha dejado atrás el tiempo de cargar con ese portafolio, pienso en lo que representa el trabajo en mi vida, en la ética del esfuerzo y la recompensa.

Me gustaría sentirme cobijada por esa seguridad, seguro como que sacaré un lápiz afilado si vuelvo a abrir el portafolios.

D.

El Ladrón de Bicicletas


La vida, a veces, nos pone en encrucijadas terribles y reta nuestras convicciones más profundas: la frontera entre héroe y villano puede estar más cerca de lo que esperamos.  Momentos como este son los que refleja “El Ladrón de Bicicletas”, película italiana de Vittorio de Sicca, que retrata la historia de Antonio Ricci, un hombre pobre que está en espera de un trabajo en la muy difícil situación de la posguerra y que sufre una tragedia inesperada: le roban su bicicleta.

Tras un largo tiempo sin trabajo, Antonio Ricci recibe una oferta de empleo, pero el problema es que tiene que presentarse con una bicicleta, vehículo que empeñó para poder alimentar a su familia. Sin embargo, el trabajo es su única esperanza en un país que apenas se está reconstruyendo, así que acepta, sin saber muy bien como recobrará su bicicleta.

María, la esposa de Antonio, hace un gran sacrificio empeñando las sábanas de su casa para lograr sacar de la casa de empeño la bicicleta, que representará la esperanza de un trabajo para alimentar a su familia. Antonio se presenta a su primer día de trabajo contento y se une a una agitada muchedumbre, que se ocupa de la reconstrucción del país en guerra: pero la necesidad de los italianos está por todas partes, así que en un descuido de Antonio, mientras se encuentra pegando los carteles que forman parte de su trabajo, un joven le roba su bicicleta. Empieza así una búsqueda desesperada por la bicicleta, con la esperanza de recobrarla, que nos llevará a conocer más de Antonio, de sus vecinos y de la propia ciudad de Roma, que luce triste y destruida después de la guerra.

Antonio coloca una denuncia en la comisaría de policías, pero un apático policía le aclara que no hay agentes encargados de buscar bicicletas, por lo que le recomienda “hacer lo posible” por encontrar por él mismo su vehículo perdido; por ello Antonio decide pedirle ayuda a sus vecinos, quienes organizan una cuadrilla para ir a un mercado donde venden cosas robadas a buscar la bicicleta, aunque sea por partes.

La cercanía que tiene la historia con la de cualquiera de nosotros no termina allí: conforme avanza la trama vamos conociendo más similitudes entre la sociedad italiana y la mexicana: la indiferencia con la que se vive en las grandes ciudades, el agobio de las filas en el transporte público, la forma en que los vecinos se defienden en un barrio donde se esconde el presunto ladrón, la aspiración que despierta el ver a una familia comer en cuatro tiempos cuando tenemos apenas unos pesos en la bolsa.

Algo maravilloso de esta película es que a pesar de que se desarrolla en 1948, forma parte de un movimiento fílmico llamado neorrealismo italiano, que refleja la realidad con lujo de detalles a través de los personajes y los escenarios de Roma, que nos permiten ver con un par de pinceladas muchas facetas de la ciudad y la sociedad de esa época.
Les recomiendo ampliamente este clásico del cine.

Propósitos 2012

Siempre dicen que las personas que realmente cumplen sus propósitos no los andan divulgando por allí. Simplemente le ponen un plazo y van cumpliendo con las condiciones necesarias para lograrlo. Así de simple.

El resto de los mortales nos empeñamos en hacer listas kilométricas, nos enredamos en buenos deseos, nos inscribimos en enero al gimnasio y en febrero nos damos de baja...

Pero por lo que vaya a valer, o por si me siento nostálgica en 2013, si no se acaba el mundo...

Estos son mis propósitos para este año:

1. Emprender mi gira latinoamericana, para poder conocer algunos países que me están guiñando el ojo desde hace años.

2. Ejercer el difícil arte de decir que "No" más seguido.

3. Recordar la necesidad de cuidar más de mi salud y mi presentación.

4. Tomar en serio mi cambio de domicilio. Es tiempo.

5. Practicar en el teclado, para poder tocar aunque sea "Noche de Paz" en la próxima navidad.

6. Ingresar a la maestría que he dejado pendiente.

Se me ocurre otra media docena, pero ya con realizar estos me mantendré bastante entretenida...

Espero 2012 tenga muchas (buenas) sorpresas para mi y para ustedes.

D.

Una mujer que caminaba sobre las vías

Se llevó a cabo la fiesta de fin de año de la oficina en la calle de Ferrocarril de Cuernavaca. La verdad yo no ubicaba mucho el rumbo, pero...