Dándome mi taco

Cada día deberíamos darnos la oportunidad de jugar un poco, de reír un poco, de ser un poco ridículos. Si no, ¿cómo nos daríamos una oportunidad para aprender?

Hoy me puse un sombrero e imité un acento norteño, para explicar que los tres principales tipos de tacos en la frontera son las Chimichangas, los Burritos y las Discadas... Hoy aprendí como hacer una dinámica de taller.

¿Pero qué es lo que me quedará como enseñanza de este día?

Que reír está bien...
Que las cosas malas pasan. Y luego pasan.
Que puedo estar en el escenario de Bellas Artes, luego en el del Auditorio Nacional y aún así, por la noche seguiré siendo yo.

La vida me ha dado la oportunidad de experimentar, así que sólo me queda tomar esas experiencias y crecer con ellas.

Y si a veces me doy mi taco, creanme, más que nada es taco de ojo...

D.

Gustos culposos: el regreso de Los juegos de el Hambre

Alguna vez escuché en la radio a un locutor explicando el por qué es ridículo tener "Gustos culposos".

Y es que, si algo te gusta, no debería de generarte culpa, pues finalmente corresponde a alguna necesidad o deseo personal...

Así que cuando uno habla de "Gustos culposos", se está negando a sí mismo.

Es una contradicción y sin embargo, quizá por eso es tan humana.

De allí que mirara con recelo ese libro "best seller" cuando llegó a la casa. Los juegos del hambre.


La película la vi a principios de abril y aunque entretenida, no me pareció nada del otro mundo.

Por eso me sorprendió la avidez con la que leí el libro, terminandolo en un sólo día, pese a que desde hace meses intento terminar "El Péndulo de Foucault".

Las diferencias son notables. Mientras que Eco se adentra en los laberintos de las más enredadas logias, Los juegos del hambre describen un mundo futurista, en dónde la revuelta va de la mano de un juego cruel, en dónde todos los protagonistas acabarán muertos, tarde o temprano.

Algunos detalles que no se explican en la película y un par de eventos que me habían quedado poco claros, son mucho más sencillos de apreciar en el libro "Los juegos del hambre" y realmente disfruté el ritmo narrativo y la historia.

Si tienen ocasión de leer primero el libro, le darían 4 estrellitas.

D.

Besos y lluvia

Alguna vez, R. me dijo con desprecio: "Se nota que a ti no te gusta la lluvia".

Veíamos caer las flores de jacaranda, mientras un fuerte chubasco arrasaba con todo a su paso y asomabamos la nariz. Me quejé de que hacía frío. Mis lentes estaban empañados y su recriminación me pegó fuerte.

A mi me gusta la lluvia.

Recuerdo haber caminado bajo la lluvia muchas veces, saltando en charcos o evitandolos, dependiendo del ánimo y la ocasión. Refugiarme en una corniza mientras pasaba la lluvia o dejarme mojar descaradamente.

El mes de mayo, con sus lluvias siempre me recordaba la cercanía de mi cumpleaños, que siempre estaba cerca...

Y la excusa de compartir el paraguas con el prospecto, porque "que terror mojarse..."

Primeros besos que fueron patrocinados por lluvias, chubascos, aguaceros.

¿Qué sería de mis labios si no fuera por la lluvia?

R. no sabía eso, por supuesto. Y no me iba a detener a contarle...

Pero les cuento a ustedes.

D.

Lenguetadas

La noche lamía las ventanas
Y la tibieza de la tarde se evaporaba.

En la calle pasaba un auto, ronroneando, como si fuera un gatito dormido, dejando en los vidrios una ligera extrañeza, como una perturbación en el ambiente, una vibración que se quedaba en el aire, girando sobre el aire nocturno.

Así se fue colando el silencio a mi vida, así el frío penetró en la zona que había guardado para el amor; así me fui olvidando de la risa, primero con una lenguetada del miedo, luego con grandes oleadas de saliva temerosa, que se volvían un mar helado en mi interior.

¡Que repiqueteante sonido de lluvia, que ondulante caricia de rayo, que evocador adios adornando las paredes! La despedida llegó repitiendo su voz amorosa: soledad, soledad, silencio

Silencio.

.
.
.

Silencio

Retroceder un paso para mirar el lienzo vacío, el pincel tirado con un solo color, el de la despedida: también las cerdas lamieron la tela hasta dejar pintado en cada trazo el mensaje último.

¿De qué color pinta la soledad?  ¿Usted si lo sabe? Yo lo sé

¿Deja una tintura la saliva que pinta despedidas?

¿Es de un color distinto al de la saliva que pinta besos?

No he desperdiciado lenguetadas de besos.

Pero si quieres saber de que color es las lenguetadas de la noche, de la soledad, del silencio, yo sé decirte. Yo sé.

D.

Una mujer que caminaba sobre las vías

Se llevó a cabo la fiesta de fin de año de la oficina en la calle de Ferrocarril de Cuernavaca. La verdad yo no ubicaba mucho el rumbo, pero...