Irredenta

Diversificar, recorrer, entornar.

Dar la vuelta. Dar las gracias. Dar. Ser.

Esperar, esperar. Por años, si es necesario, esperar a que la hormiga se mueva en la pared, a que los pájaros canten, a que la tela de la araña se balancee en el quicio de la ventana.

Perder el juicio lentamente. Olvidando el nombre de los árboles, de los pájaros.

Envecer sin dejar descendencia, sin nada que haya salido de tu interior más que unos cuantos fluídos malolientes y quizá un par de ideas no tan execrables.

La excasa vocación materna que se me cuela de los dedos y va emponzoñando todo con un dulce olor a muerte. Tan triste que es saberse estéril, sólo fértil en palabras, en tinta, en chachareo que acabará cuando todo el ruido se vuelva silencio.

Que dejan los demás, que sea admirable. Esa reproducción (no fotostática, pero si bastante destructiva)  que hacen de sí mismos, de sus miedos, de sus obsesiones, de sus tics implacables. A veces miro esos rostros repetidos, esos individuos que pretenden ser únicos con sus dedos regordetos y nada de instinto maternal surge de mis ojos o de mi mente.

Dar. Dar. Ser.

Como si eso no cansara, como si fueramos dados para dar, para darnos. ¿Y sí?

¿Y si no?

Me siento acumulando, egoístamente, tanto de mí.

Inflandome en mi misma.

Irreversible, irremediable.

Irredenta.

D.

No quería mi boca

Él no quería mi boca
... el primer acceso a mi húmedad
la curva suave de mis labios
...ni el chasquido de mi lengua.

Él no quería mi boca
... ni la tibieza de mis mejillas
el tesoro marfilino de mis dientes
...ni la suave presión que ejercería.

Él no quería mi boca
..ni en besos
ni en suspiros.

Él se resistía a mi ofrecimiento:
pues no quería mi boca.

Él quería mi voz
él quería mi furia
mi grito.

Él quería mi voz
quería mi desesperación
mi entraña.

Él quería mi voz,
la suave terquedad de mi resistencia
la hermosa entonación de mi esperanza
la suave ondulación de mi tristeza.

La ronca soledad de mi garganta.

Él nunca quiso que fuera suya de labios para fuera
Me deseaba, eso sí, poseer entera, desde la voz
Desde el alma.

D.


El Péndulo de Foucault


La teoría global de la conspiración... es una consecuencia de la desaparición de Dios como punto de referencia y de la consiguiente pregunta ¿Quién lo ha remplazado?

Karl Popper
Conjeturas y Refutaciones

Terminé (por fin) de leer "El Péndulo de Foucault" y fue una lectura sencilla... en las últimas 100 páginas. Las primeras 717 fueron lo pesado.

Eco plantea un sinfin de pistas para construir un enorme laberinto, en donde se divierte paseandonos con los ojos cerrados para concluir al final que estabas a un paso de la salida... Y aún así, la salida tratandose de estos puntos es engañosa.

La imagen que coloqué en esta entrada corresponde al culto a "La gran zanahoria" y podría ser cualquier otra clase de secta.

¿Por qué creemos? ¿En verdad necesitamos a quien echarle la culpa? ¿En quién creer?

Umberto Eco plantea una historias sencilla con muchas piezas con rebordes afilados, mientras leees "El péndulo de Foucault" es casi imposible evitar cortarte: la empatía, la coincidencia, la curiosidad lo conduce a uno a la siguiente página del libro, que a primera vista es grande y pesado.

Es un gran libro y aunque no puedo contarles mucho más, esta es una novela cinco estrellas.

D.

Serenata

La hora de la serenata es la hora del sereno: muy temprano en la mañana, cuando las gotas de agua se condensan sobre las hojas o tarde, cuando empieza a enfriar.

Condensación y noche oscura son cómplices de la serenata.

Llevar gallo es la oportunidad de ver a la muchacha en camisón, ligerita de ropa, asomada al balcón y guapa como ella sola, con la trenza apretada y los ojos de sorpresa.

- ¿De verdad es para mí?

También es el riesgo de saberse sorprendido por los vecinos, por la familia, por el rival en amores que ve que le llevan gallo a la misma muchacha en la que puso el ojo y se armen los trancazos...

¡Pero el riesgo lo vale!

Y que, y que, chula, hermosa, preciosa, flor de alhelí, si tu supieras mi sufrir corresponderías a mi amor, pero te hicieron de roca y no puedes mujer consentida escuchar mi llanto en esta canción.

Yo quiero llevarte serenata, recordarte las canciones que hemos hecho nuestras, que hemos forjado con tantos años de cantar bajo la luna.

No tenía ya un propósito, ni una meta clara, ahora siento que despierto cada día para añadirle una canción a ese soundtrack infinito que sería ir a llevarte serenata...

"Las dos de la noche y sereno..." grita el velador a las 2 de la madrugada, pero no sabe que me escapo con mi guitarra, mi capa de estudiantina, mi pandero y tu nombre entre los labios, para hacer que salgas a escuchar mi voz.

D.

Susurros, Murmullos y Gorjeos

Me gustan esas palabras que tienen una pronunciación similar a la del sonido al que aluden.

En el título hay algunos ejemplos, aunque otro bonito es el que usaron en la versión en español de los Simpson: Borbotones.

Y así, se va construyendo en nuestro lenguaje una réplica de los sonidos: ronronear de gatos y ulular de palomas...

Me imagino en la noche los susurros, la manera de arrastrar las palabras, las cortinas, la voz, para evitar despertar a alguien.

Y esa noche que murmura esperas, preguntas, silencios, sospechas. El murmullo es un río que corre suave, sin piedras, en la luz de la luna. El murmullo espera.

Despierta la mañana con gorjeos, con el borboteo del café.

Refugiate de los Rayos, de los Truenos, del Retumbar, de los achaques y el chachareo de las chachalacas, que nos despiertan y nos aturden.

Aturdir suena a tímpanos retumbantes. Y Retumbar tiene un rintintin molesto...

Ven, ven a susurrarme esta noche.

Ya mañana... Ya veremos.

D.

La cabalgata del Búfalo de agua

Como a veces uno va de lo general a lo particular pasamos de preguntarnos el sentido de la vida a preguntar dónde vendían las chelas frías más cercanas.

Sugirió, no sin cierta ligereza, que podíamos beber en su casa: más barato, más tiempo, mejor. Así que me vi recorriendo media cuidad, cruzando avenidas enormes y vías de tren para llegar a su cuarto: intrincado laberinto en medio de una selva urbana de tubos y ladrillos gruesos.

La noche trajo las cervezas. Y la cerveza dejó entrar un aire frío. ¿Cómo se alivia el aire frío, si no es con algo de humo?

Él se ofreció a sacar su pipa y mirando la luna, me la tendió, invitandome a fumar.

¿Cómo se transforma una mujer en un Búfalo de agua? ¿Cómo se vuelve uno salvaje y manso a un tiempo? ¿Cómo termina uno metido en una cienaga lodoza?

Mi cuerpo transformado corría, se hundía, volvía a emerger. La selva urbana era un pastizal, ahora, un espacio donde los Búfalos retozaban, escudriñando el aire en busca de amenazas, preparados para correr.

Él también se convirtió en un Búfalo de agua, pero pronto tomó forma de minotauro y en dos pies, se dirigió en busca de la guitarra, donde, con la ventana aún abierta le cantó una canción triste al pueblo que no dejaba de ser un Búfalo de agua.

A la luz de la luna se convirtió el hombre y yo, de nuevo transfigurada en mujer, me escondí en las cobijas para no ver la luz del alba, que se coló en el cuarto volviendo todo de concreto.

Salí de la cama para encontrarme perdida, atravesando de nuevo vías de ferrocarril y media ciudad, con el secreto a cuestas, de saber que estabamos metidos en una ciénaga y sólo el poder de la música podía a veces liberarnos, transformarnos en hombres y mujeres, iluminar la noche oscura y sacarnos del lodazal.

D.

Hombres de negro 3

 Aunque el 3D de Hombres de Negro 3 no es tan espectacular, no puede uno dejar de reconocer que es una buena película para acompañar con nachos o palomitas.

Recuerdo con nostalgia la primera película de hombres de negro, donde todo, desde los impresionantes efectos especiales hasta el soundtrack con sus característicos trajes...

Me trae recuerdos muy agradables, y aunque ahora todo sea diferente, evalúo la película en un contexto personal: colores más brillantes no siempre cuentan una mejor historia.

D.

Una mujer que caminaba sobre las vías

Se llevó a cabo la fiesta de fin de año de la oficina en la calle de Ferrocarril de Cuernavaca. La verdad yo no ubicaba mucho el rumbo, pero...