Favores

Ojalá nunca nadie nos pidiera nada, ni casi nos preguntara, ningún consejo, ni favor, ni préstamo, ni de la atención siquiera... Ojalá nadie se nos acercara a decirnos "Por favor" u "Oye, ¿tú sabes? "Oye, tú podrías decirme", "Oye, es que quiero pedirte una recomendación, un dato, un parecer, una mano, dinero, una intercesión, un consuelo, una gracia, que me guardes este secreto o que cambies por mí y seas otro, o que por mí traiciones y mientas o calles y así me salves" 

Javier Marías
Tu rostro mañana Vol. 2
 
 Yo soy una buena persona. Casi cualquiera a quien le pregunten podría decirles.... ¿Por qué no le dices a D. que es buena persona? y en la fila del camión soy la típica persona a la que siempre le preguntas la ruta "Porque tiene cara de buena onda"

Soy realmente incapaz de mandarte a un lado que no sea la dirección correcta y me quedo siempre pensando si habrás llegado con bien, después de darte indicaciones. También con frecuencia señores y señoritas me piden que les preste mi tarjeta del metro y del metrobus para entrar, por no hacer la fila o no comprar un boleto.

Hoy fue uno de esos días en que iba por la vida haciendo favores y me di cuenta de algo... Realmente hacer favores es muy cansado.

Le conseguí trabajo a una de mis amigas; también estoy escribiendo para una publicación de universitarios donde no me pagan un centimo, pero lo disfruto mucho; me he comprometido a dar dos platicas en septiembre sobre mi trabajo y además empiezo a apoyar a otra conocida a armar un proyecto radiofónico.

Estoy agotada.

También le cargué una bolsa a una señora en el metro y creo que llevaba varios litros de helado, porque empecé a sentir una de mis piernas fría y ligeramente húmeda.

¿Cómo negarse a hacer un favor? ¿No hablaba bien de nosotros esa naturaleza desprendida y dadivosa? ¿No resultaba una excelente prueba de la buena educación recibida, altos valores morales y además la bondad del corazón propia de quien se casa con el príncipe del cuento?

Me queda tanta preocupación al no saber si mi ayuda fue la correcta, si tomé las decisiones justas, si he hecho bien.

Aún no escribo mi columna de esta semana y temo realmente sumergirme en la depresión al abrir el periódico.

A veces siento que mis favores están de más o son incompletos o vanos.

Ojalá nunca nadie nos pidiera nada, ni casi nos preguntara, ningún consejo, ni favor, ni préstamo, ni de la atención siquiera...

D.

Juan Carvajal, obra completa

Cuando tenía 12 años escribía.

Y yo decía que escribía poesía.

Cuando tenía 16 años me autonombraba poeta.

Cuando tuve 18 años envié mis "poemas" a concursos. Nunca obtuve respuesta, ni supe bien a bien si eran poemas o no.

Pero la poesía me gusta desde que leí:

Este era un rey que tenía
un palacio de diamantes
una tienda echa del día
y un rebaño de elefantes.
Un trono de malaquita,
un gran manto de tisú
y una gentil princesita,
tan bonita, Margarita,
tan bonita como tú

Desde ese primer asombro no se ha saciado mi interés ni mi sed en poder comprender, no sé como, ni de que manera, la poesía.

Así que salto como un naufrago a la poesía y me da por probar de todo un poco.

Encontré el libro de Obra Completa de Juan Carvajal en un remate del Auditorio (el del año pasado, más precisamente) y la limpieza de la edición y la linda pasta blanca me hicieron un guiño de  no dejarlo pasar.

La poesía de Juan Carvajal es filosófica y amorosa. Abarca muchas de las preocupaciones del ser humano con gra sensibilidad y belleza.

Me encantan sus poemas al mar y adoré sus sonetos. De hecho tiene un soneto en giglico que merece ser compartido una noche en que tenga ganas de transcribir.

Terminé muy contenta el libro de Juan Carvajal, de hecho algunas partes las leí más de una vez porque perdí el separador y no recordaba bien donde me había quedado.

Así es cuando uno lee poesía, algunas piezas le causan a uno más impresión que otras; algunas se te quedan en la piel, como tatuajes. Otras las sientes como brisa, pasan y no parecen dejarte nada más que la sonrisa y el cabello despeinado.

Si lo encuentran y les hace un guiño, les recomiendo su compañía.

Cuatro estrellitas.

D.



Escena del crimen

Dicen que los asesinos siempre regresan a su escena del crimen. En particular, recuerdo las novelas detectivescas en donde se colocaba una trampa en la escena del crimen: sabiendo que el maleante regresaría, era más sencillo atraparlo.

Supongo que la memoria hace eso mismo con los lugares que usamos para amar. Nos colocamos de manera inconciente trampas y terminamos diciendole X a Y. Al caminar por algunos lugares ecos del pasado o incluso la voz o el aroma de alguien asaltan mis pensamientos. Si fuera una asesina sería muy fácil caer.

Estoy segura de que hay fantasmas de las relaciones pasadas rondando algunos parques y jardines de la ciudad. Más valdría hacer un exorcismo o esperar a que el huevo esté más barato para limpiar esa docena de recuerdos, de momentos, de risas, besos.

Y empezar a amar, sin escenas del crimen, sin corazones delatores palpitando entre las bancas de los jardines y en las copas de los árboles que se atreven a murmurar ayeres, a despertar mariposas dormidas en el estómago y revolver las hojas del diario.

D.

Noches de arabia

 - Bueno, si quiere vamos. Las invito la próxima vez. ¿Cuánto dices que cuesta?

Temíamos decirles a nuestros padres cuanto costaba la visita a "El Sheik", el restaurante de comida árabe que visitamos el sábado...

Definitivamente estaba fuera de lo que suelen gastar en restaurantes, acostumbrados a los menús armados y a las cenas especiales de algunas cadenas de restaurantes.

Para mi hermana y para mi resultaba, por otra parte, una manera más accesible de hacer una visita a las tierras de las mil y una noches, a las tierras lejanas por medio de la comida.

Berenjenas, calabazas rellenas, kibbis, pastel de carne, arroz con nueces, jocoque, humus y toda la variedad de dulces árabes: dedos de novia, pastel de dátil y un cafecito para rematar.

Nosotros fuimos el sábado que hay bufete, por 185 pesos.

La dirección es Madrid 129, muy cerca de los Viveros de Coyoacán y a tres cuadras de Río Churubusco.

Si pueden hacer reservación es mejor, porque el sitio es pequeño y se llena.

¡Muy recomendable! Es un sitio de cinco estrellas. (Pese a que mi papá haya alzado la ceja al conocer el precio)

D.

Oro

A mi papá nunca pareció interesarle mucho el futbol. Ningún otro deporte, de hecho. Así que mi infancia estuvo casi libre de futbol.

No fue sino hasta que inicié mi vida profesional que me tocó aprender algo, pues mis prácticas profesionales coincidieron con un mundial y me tocó leer mucho sobre las historias de los distintos países, sus hazañas deportivas en la cancha e incluso definir con cierta propiedad forzada un fuera de lugar.

Los partidos me siguen estresando, incluso en esa ocasión en que mi jefe, un pambolero declarado, nos reunía en la Sala de Juntas a ver el mundial de Sudáfrica en una mezcla de ritual de integración y gritos desaforados, con desayuno incluído.


Aún así no me siento una negada a entender de futbol, sólo que nunca estuvo en mis prioridades. No en el top diez y menos en el top cinco... simplemente es otra de esas que no me llamaba la atención, como tejer con agujas o mover el hula hop.

Hoy por la mañana me desperté temprano, como siempre. Me sorprendió lo pronto que dieron a conocer el primer gol de México... despertó mi curiosidad y vi un fragmento del partido, hasta que el estrés que me provoca ver la pelota avanzar de un lado a otro me hizo apagar la televisión.

No fue sino hasta que faltaban pocos minutos y el marcador parecía definivito que sentí contagiosa la emoción de todos mis amigos que hablaban de la medalla.

Oro, oro para México.

Escuchar el himno nacional en Inglaterra debe ser una gloria. Y al ver a los muchachos que ganaron, que podrían ser como los vecinos que tiene uno, como el chavo que te encuentras en el metro, como cualquier mexicano que le manda besos a la mamá, a la novia, a la abuelita y pide que saluden a sus amigos de la escuela...

Eso llena de felicidad, más allá de la afición que tiene uno a un partido, resulta emotivo, pese a todos los pesares que abruman a esta patria mía.

D. 



Besos en la plaza

"Vivimos en un mundo donde matamos en público 
y nos escondemos para hacer el amor" 
Jhon Lennon.


Será un secreto a voces o quizá pocos lo sepan...

Pero me encanta dar besos en público. Sólo el pensar que hay público me eriza la piel.

El ansia exhibicionista se refleja en que, previo al encuentro, me imagino los besos con un giro cinematográfico: sean besos de parque, en medio de la calle o de librería (es maravilloso dar besos en una librería o una biblioteca: todos mis fetiches reunidos)

Así que esa noticia de que en León habían arrestado a alguien por dar un beso en público me pareció horrible y escalofriante.

¿Un mundo sin besos en las plazas?

¿Un mundo donde las demostraciones de afecto estén prohibidas y penalizadas?

Si, ya sé que la legislación no contemplaba penas contra los besos y que el quejoso fue soltado al poco rato...

Pero aún así me parece aberrante...

Necesitamos un mundo con más besos, con más personas que no se suelten de la mano, con más sonrisas bobas... Más bancas verdes de parque con viejitos recordando historias.

Más besos con sal.

D.




El album

El mensaje llegó ayer.

7 años habían  pasado desde que conocía a A.

Terminé una carrera, una tesis, entré a trabajar a una revista, un periódico nacional, gané un premio, viajé a otros países.

Me rompieron el corazón, lo pegué con engrudo hecho a base de maícena.

Siete años han pasado. Y he ganado más estampitas para mi álbum, ese en donde coleccionas experiencias de la vida.

Quizá ningún álbum esté en verdad completo, pero si después de estos siete años vinieras a recorrerlo conmigo, verías quizá que soy una mujer distinta a la que conociste.

Ven.

Veremos nuestros álbums juntos.

D.

Una mujer que caminaba sobre las vías

Se llevó a cabo la fiesta de fin de año de la oficina en la calle de Ferrocarril de Cuernavaca. La verdad yo no ubicaba mucho el rumbo, pero...