El conjuro: una cucharada del terror de vieja escuela

Casi no asisto a películas de terror. Menos cuando el "terror" consiste en muchos movimientos de cámara subjetiva, variedad que inauguró The Blair Witch Project y que ha sido llevado a extremos bastante patéticos.

Tampoco me gusta el subgénero de las películas japonesas, coreanas, taiwanesas de fantasmas de cabello largo que pueden verse en "El aro" y otras similares... encuentro muy perturbador que los fantasmas nunca terminen por dejarte en paz y te sigan por los siglos de los siglos.

"Un espíritu es como un chicle: a veces no se va tan fácil de tu vida", bueno, parece una frase bastante acertada y la retomo de la película "El conjuro" que fui a ver este fin de semana.

El conjuro tiene muchos de los elementos de una película "clásica" de terror: una presencia maligna, un objeto poseído, un perturbador árbol frente a un lago, una casa vieja con fantasmas, una familia ingenua que se muda a un sitio llena de ilusiones, una muñeca maligna, elementos de la iconografía católica...

Y aún así, predecible como puede serlo, es muy entretenida y te da algunos sustos.

Le pongo cuatro estrellitas. Le pondría más, pero como ya dije... el terror no es lo mío.

D.

La voz humana, de Jean Cocteau

Debo confesar que nunca me ha gustado el teléfono. Ni hablar por teléfono, ni el sentimiento de que se te pega la bocina al oído, ni el timbrazo siempre impertinente, que agobia con su necia insistencia...

Así que supe que tendría un problema cuando me enteré de que la obra de Jean Cocteau era un "casi" monólogo, porque la protagonista se mantiene siempre atenta a la voz de su amado, del otro lado de la línea.

Creo que han sido contadas las ocasiones en que una llamada me ha conmovido, pero...

¿Cómo no reír y llorar, compadecerse y burlarse de la patética situación en la que se encuentra una mujer al terminar una relación? ¿Cómo no reflejarse, acaso, por esa impotencia que da cuando alguien termina contigo? Y mira que terminar por teléfono es otro nivel de la desfachatez, de la sinvergüenzada y de la falta de hombría. Porque hasta para eso hay que mirar a los ojos y decir: "Ya no te quiero".

En esta adaptación a un entorno más moderno, me tocó ver "La voz humana" representada por Karina Gidi, quien ha sido muy celebrada por sus recientes interpretaciones (hay quien ya la llama "la mejor actriz de México", eso no lo sé: no conozco a todas las actrices); debo decir que tiene un rango muy amplio y pasa de la casi comedia a las lágrimas. Su versatilidad fue útil en esta adaptación de una hora y diez minutos, sin intermedio.

Acudí a final de la temporada, por una cortesía de un medio de comunicación, que regaló boletos: el Foro Shakespeare se llenó por completo, aunque según entendí fueron bastantes las cortesías extendidas. Es un lugar pequeño, para cerca de 100 personas.

La escenografía para la voz humana es un cuarto con dos puertas; el mobiliario es completamente gris, para que destaque la presencia de la actriz principal, que casi todo el tiempo lleva una llamativa bata roja de satín.

Al principio de la obra la vemos contestar una llamada equivocada, con desesperación: está esperando a su amado. Las noticias que le darán, sin embargo, no son nada buenas. Él está por casarse con otra y tiene que arreglar los pequeños detalles de lo que había sido su vida juntos. Todos esos cabos sueltos que hay que cortar cuando se empieza una nueva vida.

Vemos a la protagonista derrumbarse, derretirse, descarnarse. La vemos llorar sobre el teléfono, destrozada, aferrarse a la puerta y pedir un momento para componer su imagen de persona autosuficiente. Hay suficiente material para que todos revivamos un mal rompimiento.

La "trampa" si se puede llamar de esta forma, es que en esta adaptación del director Antonio Castro, hay un final más luminoso, más esperanzador ante el evidente naufragio de la relación que vive la protagonista.

Salí un poco desencantada de la obra. Quizá fue mi falta de empatía con los dramas telefónicos... o quizá ese giro que le dieron al final no me resultó del todo creíble después de ver como Karina se desgarraba.

Le daría tres estrellitas de cinco. Y ya cuelguen el teléfono, que es muy caro.

D.


Percy Jackson y el mar de los monstruos

Me causaba curiosidad ver la segunda parte de Percy Jackson: la primera me pareció un acercamiento ambicioso, aunque no necesariamente bien logrado. Con un buen planteamiento ya llevas la mitad del trabajo hecho en una serie como esta.

Resulta un poco incómoda la forma en que mezclan los mitos; al menos para alguien escrupuloso podría parecer un potaje horrible... Pero en un arrebato de generosidad podemos permitir este tipo de licencias literarias para darle fluidez a la historia.

El contar con elementos modernos le da un toque agradable a algunos mitos, como el que Hermes maneje un servicio de paquetería o que las Moiras sean taxistas de la carroza de la perdición (un taxi de Nueva York).

Me resulta difícil ser completamente objetiva respecto a esta historia: creo que simplemente fui con demasiadas expectativas, pese a que no debía llevar ninguna.

Le doy tres estrellitas, en parte porque la vi de buenas y en domingo y en parte porque amo las historias con monstruos de grandes dientes.

D.

Cobijada

Esa rara sensación de estar mirando al abismo, pero a la vez sentir que estás protegida; cobijada de algún modo por la buena voluntad de dios sabe quien, que te cuida de lejos: con esa mirada que te mantiene caminando, sin que sepas bien quien te observa, sin poder mirar atrás, porque sabes que te volverías sal. Sólo te queda seguir de frente.

Estas semanas me he encontrado mirando hacia el futuro. Con algo de vértigo, claro, finalmente el futuro no se puede ver sin algo de emoción y espanto. Pero al situarme en el presente me veo sostenida por un hilo tan fino como de araña... y a la vez igual de resistente y flexible.

¿Planes a futuro?

Un leve esbozo, como quien mira la llama de la fogata y sabe que dejará de arder: habrá que cortar más leña, buscar más combustible, cuidar nuevamente el fuego. Mientras te regocijas en el calor que emana de la fogata y sabes que no durará para siempre, lo que hace más maravilloso el momento.

Estoy escuchando el crepitar de la madera y cobijada con esperanza y fe, veo mi confianza crecer como una columna de humo en medio del bosque. Todo lo rodea y todo lo va impregnando.

Han sido unas semanas renovadoras y a la vez agotadoras.

¿Qué vendrá ahora?

D.


La mecánica del dolor

Cuando la persona que más te ha hecho llorar en la vida te pregunta: -¿Qué tal está este texto que escribí?- y resulta ser sobre las lágrimas, no deja de ser un poco inquietante.

Te preguntas entonces, ¿de dónde surge ese mar caliente que brota por los ojos?, ¿cómo parar el mar de mocos que se escurre de la nariz sollozante? ¿cómo detener ese estertor que te recorre todo el tiempo? y sobre todo... ¿cómo es que no lo nota al escribir un cuento sobre las lágrimas?

El tono jocoso del cuento no puede engañarme: la anécdota era de un hombre excesivamente sensible, pero detrás había una incapacidad tácita de entender la mecánica del dolor.

Intento recordarme llorando. Antes de volverme "un mar de lágrimas", recuerdo ese cosquilleo en la boca del estómago que sube rápido y se convierte en un ardor en los lagrimales. Viene luego el torrente que se desata  lento,  como la fisura pequeña en una presa y luego se convierte en torrente, como cascadas del Iguazú.

Con la caída de las primeras lágrimas casi siempre viene una falta de aire: respiras más rápido y el corazón se agita. Los hombros suben y bajan, sientes que no respiras muy bien, pero cada bocanada o cada respiro sólo incrementa el fuego de la tristeza, como si estuvieras haciendo crecer una hogera de llanto.

La nariz se congestiona, no sé por que terrible razón a la par de la lagrima escurren mocos, las más de las veces transparentes, a menos de que tengas un resfriado no declarado: el color puede ser distinto.

La sal de las lágrimas y los mocos te llega a la boca: el sentimiento de ahogarse aumenta. Es difícil concentrarse en la causa original de la tristeza, pues a esas alturas literalmente te estás ahogando.

¿Cómo se apaga esa tristeza? Quizá como el fuego, se sofoca a sí misma. Se queda sin oxígeno, se agota. El cuerpo se rinde al cansancio de llorar. Los ojos se quedan sin agua. La nariz se reseca y en sus grietas quedan rojas líneas que parecen reproducirse hasta las venas en los ojos rojizos e hinchados.

Se sacia el alma con las lágrimas, se riega y empieza de nuevo el mecanismo a girar, hasta el próximo derrumbe.

D.




Las memorias de Adriano

Compré Las memorias de Adriano en abril, durante el remate de libros del auditorio. Ya tenía algunas referencias de su autora, Margarita Yourcenar, pero tardé mucho en leerlo porque... la vida.

Si buscan un libro que realmente los transporte fuera de su tiempo y los lleve a conocer el corazón de un hombre, este es perfecto. Creo que es maravillosa la forma en que Marguerite nos acerca al personaje, de manera que lo sientes respirando a tu lado, mientras recuenta sus campañas militares, el amor que sintió por algunas personas cercanas a él y las intrigas que había en la antigua Roma.

Para mí este libro debe ser lectura obligada de quien ama la historia y un deleíte que puede ser llama para empezar a conocer más de los romanos.

Cuatro estrellitas y medalla de honor en el tablero de las novelas históricas.

D.

Mi encuentro con el Performance

¿Escribir con hielo?

¿Quemar en un balde todas las palabras que suelen describir al arte?

¿Caminar por la colonia Roma en jueves por la noche?

Cosas de no todos los días. Cosas que te despiertan y te ensordecen un minuto, cuando descubres que el mundo de allá afuera tiene muchas formas de vivirlo. Muchas formas de mirarlo y al quitarte la venda tardas un rato en asimilar que las otras visiones son así por algo...

Eso descubrí ayer, que fui al Festival Internacional del performance, en la Unviersidad de la Comunicación, una escuela en el corazón de la colonia Roma.

Para mí fue todo un hallazgo la construcción que alberga a la universidad, así como los estudiantes, cuya individualidad parece expresarse al máximo en su ropa y comportamiento. Me recordó un poco mis visitas a la ENAP.

Primero acudimos a la conferencia del día, dónde Eliú Almonte nos platicó de su experiencia en su país natal, República Dominicana, con la creación de la Plataforma de Performance, que busca hacer trabajos de crítica social en un entorno político difícil.

No pude ver a Eliú en acción, porque sus presentaciones eran miércoles y viernes. En cambio disfruté cuatro performance que me conmovieron (unos más que otros, eso sí... pero es normal, según entiendo).

El primer número fue el de Lorena Méndez Barrios, quien nos contó de su experiencia llevando el performance a reclusorios de nuestro país, así como su labor transformadora: "las personas que trabajaban con nosotros

fue una experiencia especialmente interesante para mí, porque participé como escucha de los secretos de Lorena, quien vendaba a participantes de la audiencia y les hacía confesiones de su vida personal. Otros tuvieron la ocasión de contestar preguntas y el performance nos permitió conocer más a la audiencia del foro.

Posteriormente vimos a Jessica Hirts, que hizo una fogata con las palabras que sirven para definir el arte, ante un público que salió de su letargo con la violenta acción de lanzarle pintura y luego prender en llamas las definiciones.

Sophie Dupont, de Dinamarca, hizo un estilizado Performance usando su respiración como una huella purificadora en un espiral imaginario, que trazó caminando lentamente, como en forma de ritual, consagrando siete puntos del espiral con pequeñas laminillas de cobre, que servían como referencia de la línea imaginaria que luego trazó con sal.

Finalmente, ya bajo el amparo de la noche, Ruth Vigueras Bravo despedazó un trozo de hielo y luego invitó a la audiencia a escribir con los fragmentos despedazados... de regreso a casa me la encontré en el transporte público: no parecía la misma persona capaz de golpear un enorme trozo de hielo por cerca de 20 minutos.

Aunque inicialmente no me entusiasmó mucho la idea de acudir al Festival, una vez allí me conmovió mucho escuchar los testimonios de los artistas, especialmente a Eliú y a Lorena, quienes platicaron un poco más de cerca como el ser artistas del performance les había cambiado la vida.

Ya muy tarde para enviarlos a ver este encuentro, pero con la firme convicción de que, si un día les toca ver un performance abran ojos, oído, mente y corazón. Quizá cambie algo inesperado en ustedes.

D.

P. D. Me encontré el vídeo de invitación al evento. Por si ocupan.



Una mujer que caminaba sobre las vías

Se llevó a cabo la fiesta de fin de año de la oficina en la calle de Ferrocarril de Cuernavaca. La verdad yo no ubicaba mucho el rumbo, pero...