Ficciones románticas

Hace poco descubrí que al menos una de mis relaciones "amorosas" era producto de un narcisismo enfermizo por tratar de demostrar algo, por dejar en claro un punto, por enfatizar mi poder de seducción y conquista.

Otra era un deslumbramiento, un velo dorado tendido sobre una estatua fría, que no podía corresponderme.

Tampoco pude escapar de una relación de maltrato y codependencia, que al final terminó en un portazo y lágrimas en la lluvia.

Esto se puede ver con el tiempo, con perspectiva. Mientras estás envuelta en esas relaciones juras que es lo más normal del mundo, que se quieren mucho, que correrán en caballo blanco por el mundo.

¿Cómo no caer encantada por las ficciones románticas?

Como consumidora fiel de los melodramas siempre he pensado que al final el amor triunfa.

¿Pero eso realmente era amor? ¿Dónde torcí mis pasos?

Este 14 de febrero anduve de compras en el centro, vi a muchas parejas pasear con globos y a chicos esperando con flores.

Pero yo tenía misiones por cumplir y al finalizar el día las cumplí (casi) todas. Estuve satisfecha y cansada. Llegué a dormir sin remordimientos ni espejismos.

¿Cómo veré este 14 de febrero en un par de años? A veces también me lo pregunto. Pero luego surge otra tarea por realizar y postergo la revisión para luego.

D.

Mujeres de ojos grandes

Acudí la tarde de un domingo a ver Birdman.
Antes pasaron el avance de una película "Basada en hechos de la vida real" en la que relataban la vida de una pintora cuya obra su marido se había atribuído para hacerla más comercial.
Quizá fue por eso que después, durante la película, no pude dejar de pensar en los ojos de Emma Stone, que parecían atravesar la pantalla.

Leí "Mujeres de ojos grandes" de Ángeles Mastretta hace muchos años. Me encantó la manera en que vinculaba a todas las mujeres de la historia como "tías", resaltando que todas las mujeres podemos estar por un hilo invisible, un parentesco secreto que nos hermana y nos hace cómplices. Quizá por eso también chocamos o nuestras relaciones son complicadas.

Así que mientras veía "Birdman" pensaba en los papeles femeninos de la cinta.

Claro, los papeles protagónicos son los de los hombres, que hacen un trabajo excelente. Pero por un momento quise ponerme en esa cornisa del teatro o en esa cama, donde un hombre amenaza con violarte para darle más realismo a su papel.
O en el sitio de una mujer que ansiaba tener un hijo del hombre que amaba, pese a que sabía que este se estaba desmoronando.

Mirar el mundo desde esos ojos.

Si yo pudiera, te arrancaría los ojos y volvería a mirar el mundo como lo haces.

D.

Zapatoterapia: una visión desde la altura

No sé quien salió más dañado. Supongo que como en esos accidentes aparatosos revisamos el daño y cada quien se fue a su casa.

Pero no exactamente.

Yo me fui a comprar zapatos.

Mi relación con los zapatos es confusa. De niña sólo quería unos zapatos negros, de charol, con moñito.

Siempre tuve toscos zapatos que duraban mucho y eran de piel, para bolearlos inumerables veces.

Me gustaba el olor de la cera para zapatos y era muy fan del anuncio de Colorfield. "Greñas me ayudó".

Más tarde viví la revolución de las botas industriales y era muy feliz con zapatos chatos, mientras más chatos y cómodos mejor.

En la universidad iba con huaraches, porque mis jeans raídos y mis blusas de manta hacían juego. De vez en cuando sacaba mis zapatos tanque, aún sin bolear.

No recuerdo mis primeras zapatillas, no tengo una fijación con ellas, pero en algún momento de la vida necesité zapatillas y me parecieron una tortura innecesaria.

Justo ahora calzo unos botines de ante azul, que me parecen el equilibrio perfecto entre femenino, cómodo, abrigado, alto...

Pero ese día, con una carga emocional que no sabía si era orgullo, coraje, satisfacción, deseo, miedo, fui a comprarme zapatos.

Una vez dije que iba a comprarme zapatos y fui a darme unos besotes con un abogado que recientemente había conocido. Llegué cuando ya casi cerraban las zapaterías y compré unos zapatos negros por puro compromiso. Así que ya aprendí que esa es mala estrategia.

Esta vez me escapé temprano y, sin darme vuelta atrás, dejé esa relación en el pasado. Nadie fue a buscarme. Me sumergí en una lista mental que tenía pensada desde antes...

¿Necesitaba zapatos de piso? ¿Negros, de colores?

Me dejé seducir por unos zapatos de print de cocodrilo, en forma de zapatillas, pero con tacón suficientemente ancho para no morir en el intento de caminar con ellos por Reforma.

Me compré unos zapatos amarillos, porque nunca sobra un poco de color en esta vida.

Me compré unos flats de gamuza morada, porque me encanta ese color.

Unos zapatos bajos de ante blanco, porque hay que dejar espacio para lo inesperado y el diseño me sedujo.

También adquirí unas botas de remate en 200 pesitos. (Lástima, poco después de caminarla noté que me apretaban)

Zapatos de niña, lila con blanco, con un coqueto adorno en plateado que podrán lucir bien en cualquier sitio.

Y estos botines de gamuza azul, con puente... que son mi adoración.

Soy muy mala eligiendo con quien compartir mis días, pero me gusta elegir zapatos.

Respiré hondo, me puse en pie, di el siguiente paso hacia el futuro: con zapatos nuevos.

D.

Una mujer que caminaba sobre las vías

Se llevó a cabo la fiesta de fin de año de la oficina en la calle de Ferrocarril de Cuernavaca. La verdad yo no ubicaba mucho el rumbo, pero...