Disposición de residuos tóxicos

Este es un post ecologísta. Bueno, no exactamente. No habla sobre las pilas de los celulares, ni sobre los rellenos sanitarios...

Pero en parte sí lo es, porque a últimas fechas me he dado cuenta de que no tengo donde poner todos los residuos tóxicos que tengo en mi cuarto.

Siempre he pensado que, una de las razones por las cuales me gustaría tener mi casa, es porque me desespera que mi padre deje bolsas con mercancía de su papelería por la sala, el comedor y el estudio...

Así que procuro que mis cosas siempre caigan en mi cuarto.

Pero a últimas fechas me siento atrapada en un cerco antiecológico, producto, sobre todo, de que no sé donde meter tantas cosas.

Son cosas que me han ido rodeando y que ahora no sé donde meter, entre los que se encuentran:

1. Poemas de aquel, que aún no sé como tocar, porque siento que están escritos con veneno de basilisco y si los toco podrían provocarme un ataque de llanto incontenible que podría sólo ser detenido con el apoyo solidario de 4 amigas, una en cada flanco.

2. Pinturas de cuando era estudiante de Preparatoria y quería ilustrar mis propias novelas como Tove Jason, la autora de los Mumín, y pensaba que sería la próxima gurú destinada a planear una serie de éxito televisivo y literario.

3. Recuerdos de bodas, bautizos, quince años, que me traen bonitos recuerdos pero que están empolvados y con el migajón cárcomido, por lo que quizá (quizá) sea demasiado tóxico y peligroso para la salud conservarlos. Podrían provocarme alergia.

4. Libros que he comprado demasiado baratos, con páginas amarillas, que en realidad no me gustan tanto, pero hacen ver mi librero agradablemente retacado, que además no sé donde poner... Están llenos de polillas y gusanitos plateados que comen papel.

5. Un par de muñecos de peluche, sobrevivientes al naufragio, que son anacrónico recuerdo de mi lejana infancia y que además tienen reuniones secretas mientras duermo para planear mi muerte... (Jo, no, Mar, no creas que te robé tu rasgo paranoide... ¡Los he visto!) Y con las pilas chorreadas y los ojos a medio caerse... Uh... de miedo.

6. Demasiados zapatos, unos muy viejos, que no uso, pero son tan bonitos... ah, recorrí muchos sitios con ellos. No quiero, no quiero... además son tóxicos, porque tienen hongos venenosos dentro.

7. Maquillaje que me han regalado mis tías y que, tal como lo indica el post anterior, no he usado todavía, porque siempre se me olvida llevar el lápiz de labios al trabajo y se ha resecado, al punto de parecer una escultura de lo que era un lápiz de labios. (¿Todos los cosméticos son medio tóxicos, no? Escuché que una barra de lápiz labial puede contaminar mil litros de agua o algo así)

Cualquier información que puedan darme sobre como disponer de estos deshechos tóxicos, será bien recibida.

Por su atención, gracias.

D.

4 comentarios:

Mar dijo...

Jajajajá. Ay, Darina, me encantan tus escritos.

Yo diría que eches todo a una bolsa negra y luego lo entregues al servicio de limpia de tu ciudad. Ellos sabrán qué hacer con tu basura. Quizá hasta puedan reciclarla.

Aunque claro, esto es lo más hipócrita que he dicho en toda mi vida, dado que yo también conservo sin atreverme a tirar algunos poemas venenosos, (la verdad sólo es uno, yo no he tenido tanta suerte como tú), recuerdos de bodas y quince años de personas que ahora deben estar imprimiendo recuerdos de bautizos y primeras comuniones de sus hijos, algunos muñecos de peluche sin ojos y descosidos, y algunas barras de labial de colores horribles que jamás me atreví a usar y que sólo he guardado inútilmente.

Marisolirais dijo...

Uuups. Quizá ´lo más dificil sea deshacerse de los recuerditos...yo en lo personal los alucino y siempre los dejo abandonados en las mesas de los eventos. Todos excepto los vasos, de no ser por ellos tendría que tomar agua directamente del grifo, refresco de la botella y así...

Mi parte malvada me dice que te proponga que los dejes en una bolsa en la sal, como que no quiere la cosa...alguien con más experiencia (o sease tus papás) sabrán que ahcer con ellos...o quizá no pero una bolsa más hace menos daño en la sala que en tu cuarto (ay dios!!! creo que es mejor que sigas el consejo de Mar)

Espaciolandesa dijo...

Ps... desearía darte un buen consejo, pero tengo complejo de urraca.

Si vieras todo lo que tengo yo... paquetes de pilas que ya no sirven que no quiero tirar porque contaminan, papeles y más papeles.

Bolsas con bolsas, ja.

Un día ármate de valor y no pienses "¿y si luego lo necesito o me arrepiento?"

Nel... ¡a la basura!

Darina Silver dijo...

El color negro no me gusta, matarilerileron...

Es más, voy a cambiar el color de fondo del blog.

A ver que boto por allá...

Irais: Si, la verdad nadie debería dar recuerdos ¿No basta con recordar que el vestido de la quinceañera era espantoso?

Saltamontes: No hay mejor consejo que aquellos que a uno le encantaría seguir.

Saludos!

D.

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