Envidia...

Envidia...
tengo envidia del pañuelo,
que una vez secó tu llanto...
y es que yo te quiero tanto,
que mi envidia es tan sólo amor...

Ayer, en el programa matutino que veo cuando entro tarde a trabajar, hablaron de la envidia.

En realidad nunca me había puesto a pensar que destructivo sentimiento resulta, a pesar de que recuerdo el capítulo donde Frank Grimmes, de los Simpson, termina prendiendose fuego a si mismo en un arrebato de envídia ante el éxito de Homero.

Esa envidia corrosiva y destructiva que nos arrastra a cometer las más grandes vilezas porque por alguna razón (suerte, circunstancias, tiempo... que sé yo) no hemos logrado lo que quisieramos.

Puede ser un triunfo de cualquier tipo: romántico, académico, laboral... Pero otra persona lo tiene y yo no. Eso puede bastar para que seamos desdichados.

El error consiste en mirar a los demás en lugar de agradecer lo que nosotros tenemos, somos, podemos. Muchas veces me he descubierto admirando los logros de las personas que quiero con un dejo amargo en la boca... ¿Pero por qué yo no...?

Es tan fácil olvidar lo que nosotros hemos logrado ante la sombra de los logros de otros...

Lo malo es que a veces el talento de otros no nos lleva a buscar nuestra superación o a la gratitud de compartir con alguien que está cerca su talento, su dicha, su creatividad.

A veces sólo nos hace alejarnos, apartarnos de la sombra del éxito, con el deseo de que "Eso" ya no nos siga doliendo.

Creo que algo que causa tanto dolor no debería de ser catalogado como Pecado, porque creo que de los pecados, la envidia es de los menos placenteros...

D.

2 comentarios:

Mar dijo...

¡Cierto!

Los pecados se disfrutan. La pereza, la gula, la lujuria ¡pero la envidia no es disfruable!

Yo creo que es de los sentimientos más peligrosos que hay. Porque puedes tener un amigo avaro, sangrón, presumido, indiscreto, falto de solidaridad, inmaduro o lo que sea. Pero envidioso no, porque entonces repercute negativamente sobre esa relación. Igual, si es un compañero de trabajo, de escuela o lo que sea.

Ojalá, la envidia nos sirviera, como dices, para superarnos a nosotros mismos inspirándonos en los logros de los demás, y no, para sentirnos más miserables.

Darina Silver dijo...

Si, la envidia mata...

Que cosa más fea.

D.

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