Hoy pasé la tarde con D. y T; un matrimonio joven a quienes conozco desde hace un par de años, cuando T. me comentó de su plan de venir a estudiar la maestría a la ciudad de México; en aquel entonces nos conocimos y hace una semana, cuando T. presentó su examen de maestría, acordamos vernos para que me entregara una copia.
En el área de dedicatorias le agradece a D, su esposa con unas palabras que dicen algo así: "Gracias a D por llegar, pero sobre todo por quedarse".
Y es que al ver a D y a T pienso en lo que es mi idea de una pareja de estos tiempos, donde el proyecto en común va antes que la crisis, el miedo, las dudas, el odio, la incertidumbre...
Porque a mi vida ha llegado gente maravillosa, gente terrible, gente odiosa, gente extraordinaria... pero no toda esa gente se ha quedado.
Porque quedarse requiere una dosis de valor que no todos tienen: es obvio, algún día seré odiosa, molesta, frunciré la nariz, llegaré tarde a las citas, olvidaré los cumpleaños (soy mala recordando cumpleaños, fechas especiales, guardando recuerditos y regalitos, llevando las cuentas del cambio).
Sin embargo, hay gente que ha decidido quedarse y que incluso, cuando ha estallado la guerra, ha estado en la trinchera conmigo.
Sus nombres no los pongo aquí, porque ellos saben quienes son.
Más allá de lo que pudo haber sido amistad, amor, compañerismo, ternura, deseo, admiración, enseñanza, hay quien ha sabido quedarse en mi vida.
Y aunque mi tesis de maestría no está lista, ni empezada (aún) antes de llegar a eso quisiera agradecerles a quienes se han quedado.
D.
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3 comentarios:
Es lo que en el idioma francés definen con un mismo verbo: être. Siempre hay que dar las gracias por ser, pero mucho más por estar. Y eso es algo que honra.
Besos.
Cierto, llegan personas todo el tiempo pero pocas se quedan.
Como aquella metáfora del tren, estación a estación suben y bajan pasajeros.
Muchas gracias por être, Onminayas. No dejes de hacerlo, si vous plaît.
Pequeña Saltamontes:
Ah, me acordé de una rola. Luego te la comparto.
D.
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