- ¿Y tus amigas son como tú?
- ¿Cómo?
- Si... que no hacen preguntas y no ponen condiciones.
A. esbozó una sonrisa triste y pensó en aquella rola que sonaba en la radio cuando recibió su primer beso. "La incondicional". No pensaba que ese tipo de cosas marcarían su destino, para ser siempre "la bateadora emergente", "la capillita", "plato de segunda mesa" y tantos apelativos por el estilo.
La amada amante. No sabía como había llegado a ese lugar, quizá su inconsistencia para elegir o esa dificultad que se formaba en sus cuerdas vocales para decir "no".
Lo que ella quería hacer era salir corriendo, pero por alguna extraña razón se quedaba, formaba parte de la ancestral costumbre y conseja popular: "a cada hombre le tocan siete mujeres y un maricón".
Y ella, con conocimiento de causa, no podía alegar que era un engaño... Enterada estaba de que no era la "catedral" y que sus amores clandestinos no tenían ningún futuro. Parecía ser siempre el destino de A.
Incluso, cuando se trataba de consolar con canciones, había algún destello de burla en aquello de reconocer que, aunque todos eran "casi los hombres perfectos", siempre habría algún compromiso que opacara ese resplandor dorado que tienen los paseos en auto, los regalos y las flores de: "disculpa, esta noche tampoco pude quedarme, me esperaba mi esposa en casa".
Pensar que era mejor saberse la otra y no vivir en el cuento (la falsedad) del "vivieron felices para siempre" era poco alivio. En muchas ocasiones A. hubiera querido ser (al menos por una vez) la novia oficial. Aunque hubiera estado engañada, era un puesto que nunca le había tocado, ni siquiera cuando sonaba en el radio esa primera canción...
- ¿No te importa, verdad?
Y allí, cuando sus labios debían de decir -¡Sí! ¡Me importa!- ella sólo conseguía agitar la cabeza, ocultando su desprecio ante tantas mentiras, mordiéndose los labios lenta y dolorosamente.
D.
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4 comentarios:
uhmm, mejor no comento aquí, jejeje, pero está chido!!!!
Uy... porecita... ¿Nadie le dijo que es una pobrecita?...
Perdón, hoy estoy ácido... no debería hablar de nada con nadie.
Besos
Odia el juego, no al jugador.
Como en todo juego, hay reglas.
Mejor leerlas antes de entrar a jugar.
Juan:
Gracias!
Fher:
Nadie le dijo!
Incluso ácido me caes bien.
Pequeña saltamontes:
Je, je... Gracias por el consejo.
D.
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