Cuando era niña tenía miedo a tres cosas; quizá porque sabía que era lo que podía apoderarse de mi mente, me daban tanto miedo que deliberadamente me alejé de esas tres actividades.
Ahora, en un ejercicio de autoconciencia y retrospectiva... creo que he sucumbido a los encantos de lo que temía.
Y es que es tal nuestra mente que lo que tememos en muchas ocasiones lo que nos atrae. Esta contradicción de repulsión y deseo forma parte de nuestras vidas de manera constante.
D.
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