Venía a dejarte un beso mojado, mientras la bastilla de mis pantalones aún no se seca...
Pero quizá la lluvia no alcance a tocar tu rostro, como muchas veces sucede con las palabras, ¿cómo saber si alguna vez fueron más allá de tus ojos?
Nunca tendré certeza de ello... y sin embargo, me gustaba pensar que algo en tí se conmovía ante el roce de mis dedos. Es que uno es ingenuo, a veces.
Ahora no me quedan espacio en las manos para las ingenuidades, sólo para un par de certezas, como el cansancio o el sueño...
Estos son días de lluvia. Me he puesto a mirar en las calles que reflejan luces, como si fueran docenas de caleidoscopios naufragados en tu espera.
También he dibujado gatos en los parabrisas y corazones sin latido. ¿Qué simboliza un corazón en un parabrisas, delineado por mi dedo roto?
Ya nadie reconoce mi huella. Me pregunto si volverá a recomponerse tras las mordidas o si definitivamente cambiará el patrón de mis lìneas de la mano...
¿Y cortando una mano puedes truncar la suerte? ¿Puedes alterar el río haciendo diques y modificar el destino?
Yo nunca me he opuesto al fluir de la lluvia.
Para mì está bien que caiga hacia abajo y que broten los manantiales en donde brotan... que se labren camino entre las rocas algunos y otros sòlo vayan bordeando la tierra. Yo entiendo eso...
Pero no entiendo tantas otras miles de cosas... ¿Seré yo agua, tierra, manantial, piedra, destino, llaga, dique?
¿Seré ausencia, distancia, presencia, latido, corazón?
Yo soy un gato dibujado en el parabrisas sobre el vaho tibio de la noche.
Pero desapareceré en cuanto dejes de conjugarme a maullidos.
En cuanto dejes de robarme besos...
Pero quizá la lluvia no alcance a tocar tu rostro, como muchas veces sucede con las palabras, ¿cómo saber si alguna vez fueron más allá de tus ojos?
Nunca tendré certeza de ello... y sin embargo, me gustaba pensar que algo en tí se conmovía ante el roce de mis dedos. Es que uno es ingenuo, a veces.
Ahora no me quedan espacio en las manos para las ingenuidades, sólo para un par de certezas, como el cansancio o el sueño...
Estos son días de lluvia. Me he puesto a mirar en las calles que reflejan luces, como si fueran docenas de caleidoscopios naufragados en tu espera.
También he dibujado gatos en los parabrisas y corazones sin latido. ¿Qué simboliza un corazón en un parabrisas, delineado por mi dedo roto?
Ya nadie reconoce mi huella. Me pregunto si volverá a recomponerse tras las mordidas o si definitivamente cambiará el patrón de mis lìneas de la mano...
¿Y cortando una mano puedes truncar la suerte? ¿Puedes alterar el río haciendo diques y modificar el destino?
Yo nunca me he opuesto al fluir de la lluvia.
Para mì está bien que caiga hacia abajo y que broten los manantiales en donde brotan... que se labren camino entre las rocas algunos y otros sòlo vayan bordeando la tierra. Yo entiendo eso...
Pero no entiendo tantas otras miles de cosas... ¿Seré yo agua, tierra, manantial, piedra, destino, llaga, dique?
¿Seré ausencia, distancia, presencia, latido, corazón?
Yo soy un gato dibujado en el parabrisas sobre el vaho tibio de la noche.
Pero desapareceré en cuanto dejes de conjugarme a maullidos.
En cuanto dejes de robarme besos...
Sólo soy una gatita de parabrisas y no una ondulante minina que reposa en tus piernas.
Tengo envidia de una gata.
Estoy bajo la lluvia, aún.
D.
6 comentarios:
Ay. ¡Me robaste mi lluvia!
Bueno. Te presto.
Indigente:
Tú tienes tu lluvia allá en la tierra donde los ríos arden.
Yo tengo mi lluvia lejos de tí.
D.
Ájale, corazones sin latido.
Eso sí que es complicado de escribir, porque si no palpita no chorrea sangre, si está seco no te moja los labios, y si no humedece las comisuras de los mismos sencillamente no es placentero. O lo es, pero no para mí.
Yo no ronroneo, yo digo pío.
Lili Evil...
Menos mal que dices pío, es bueno hacer saber que esa boca es tuya...
Dice Enzenberger que el sexo, el corazón y los ojos son humedos...
Mientras que las uñas, los pelitos y el desierto es seco.
Y todo tiene su equilibrio.
D.
llueve también aquí y añoro el futuro...
El futuro... Lo mejor está por venir, dice el Indigente.
D.
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