Ella llegó contenta esa noche. Le habían dado un ascenso y una bonificación.
Él sugirió poner algo de música y le dio un masaje en la espalda.
Poco tiempo después, ella vomitaba el desayuno. ¿Cómo negarse a entender la realidad?
Cuando nació el bebé ella estaba desconcertada. Por un lado seguía teniendo esas ideas que le había provocado su marido, de ser alguien, de ascender de puesto...
Pero la niña, pues eso era, exigía una atención constante.
Al poco tiempo recibieron una llamada amenazante, pues la oficina de Seguridad Social pensaba que la niña no recibía los cuidados adecuados.
Ella la dejaba en el piso, preocupada porque aún no había terminado la limpieza y se soltaba a llorar.
Llegó a enfermarse gravemente, cuando le negaron la entrada a Ana a una escuela privada.
Su carrera estaba detendida y ella comenzó a hablar con las paredes...
Fue entonces cuando tuvo que renunciar al trabajo y dedicarse más a ella.
Se quedó dormida y tomó las cosas con calma.
Le enseñó a su hija algunas cosas y la alentó.
Pasó el tiempo más rápido de lo que tenía pensado...
pero ella también fue creciendo, desarrollandose. No eran cosas peleadas.
Cuando su hija se marchó a la universidad, ella consiguió un trabajo... en la rama que deseaba.
D.
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4 comentarios:
Vaya...
Algo crudo.
¿Qué sacrificios harán nuestros padres por nosotros?
No soy muy partidaria de los libros de Carlos Cuauhtémoc Blanco porque alguna vez los leí y me parecieron historias "ingenuas".
Pero algo en alguno de sus libros se me grabó en la memoria.
Que uno no debería hacer sacrificios por lo hijos, porque ellos a final de cuentas se van y a veces no valoran lo que has hecho por ellos.
Es verdad, pero es difícil ponerlo en práctica.
Yo por mi parte, apoyé la separación de mis papás y he "comprendido" algunas otras cosas.
A final de cuentas, la lucha por la felicidad es algo individual.
Y ser feliz tú, es lo único que debería importar.
Con ese título yo pensé que sería algo así como El bebé de Rose Mary, jajaja.
Ya en serio...
Pues cada quien tiene su historia de vida, cada quien toma sus propias decisiones de acuerdo con su escala axiológica.
Mi madre jamás dejó de querer ser alguien, pero tampoco dejó nunca de ser mi madre; y estudió una carrera en la universidad abierta con dos hijos pubertos y una infante frágil de salud.
Yo... yo aún no sé qué vaya a ser de mi vida adulta, jajaja.
¡Abrazos!
Qué suerte, Darina, que existan leyes que prohiban revelar las fuentes de información.
Todavía te leo cuando no miras.
Pequeña Saltamontes:
Si, lo malo es que no tenemos elixir de la vida para realizarnos en todas las esferas que nos ofrece la existencia...
A veces hay que tomar decisiones y saber que abandonas un camino por tomar otro.
¿Te habría hecho más feliz el otro camino? Nunca puedes saber.
Penélope:
La verdad yo creo que nuestras mamás si tienen super poderes o algo así... pero bueno, supongo que tarde o temprano tendremos que enfrentarnos a las decisiones que ellas tomaron, aunque yo sienta que postergo mi adolescencia de forma indefinida.
Ladahir:
Efectivamente, que suerte.
Pero yo confío en tí, más que en cualquier ley.
Y te mando un abrazo.
D.
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