¿Se nos disuelve la memoria en el tiempo?

Cuando llegó a mi correo ese mensaje con tu nombre me soprendí. ¿Me escribías? ¿Me escribías después de la forma en que te alejaste, sin explicaciones, sin palabras, sin disculpas de por medio?

Luego me di cuenta de que era uno de esos mensajes masivos, destinados a publicitar tu trabajo como músico; abrí con cautela el enlace y escuché de nuevo tu voz, tu guitarra sonó y recordé...

Recordé tus conspiraciones y la forma en que intentaba seguirle el rumbo a tus pensamientos.

¿Se nos disuelve la memoria con el tiempo? ¿O sólo los bordes que cubrían una que otra complacencia, una que otra complicidad?

Aquello que me evitaba mirarte a los ojos murmurando "estás loco?", se ha perdido... Y quizá eso fue lo que pasó, que me ha faltado la honestidad de mirarte y decirtelo.

Me entretuve mientras tanto en pláticas de cerveza y bares de cielos abiertos, mirando las estrellas sobre el cielo y en platicas donde Silvio cantaba alguna canción de nuestras revueltas pendientes.

¿Qué mundo has revolucionado desde entonces? ¿En qué cadera encalla tu guitarra, cuando descansa? Fueron noches largas, casi interminables y el sonido de un fantasma custodiando la puerta. Mil calles con nombre de trenes vienen ululando tu nombre y en la calle de enfrente rueda una botella de cerveza vacía que han dejado tus vecinos.

¿Cómo voy a sacarme esa canción de la mente ahora? ¿Cómo disolver la arena de tu playa de mis resquicios salados?

No sé si se disolverá la memoria en el tiempo, no sé nada, sólo sé que la guitarra está en silencio, colgada en un clavo herrumbroso.

D.

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