Entre malvones y geranios

Así como yo tuve un ataque de compras compulsivas el sábado, hay personas que realmente están graves...

Como mi abuela, que tiene una seria obsesión por las blusas tejidas que parecen carpetitas (de las cuales ya tengo una amplia colección, por no saberme negar a un regalo de ella, con su particular "ojalá te gusten, m´hijita")... y por las plantas.

¿Desde cuando las plantas vuelven loca a mi abuela? No sabría decirlo, pero desde que tengo memoria mi abuelo ha tenido hermosos jardines, dignos del club de jardinería y de que le concedan un pozo de los deseos.

Cuando vivía en Veracruz tenía un patio grande, que era una delicia de ver. Por las tardes, cuando el sol bajaba, iba al jardín a pasear entre las rosas y los árboles frutales de mi abuela (tenía un limonero, varios platanares y cocoteros, un árbol de mango y un naranjal).

Además, mi abuela tenía muchas plantas de nombres desconocidos para mí: hojitas, hojotas, coloradas, amarillas, verde claro y verde oscuro. Su pasión por la botánica abarcaba no sólo el nombre de las plantas, sino sus propiedades, su historia ("esta es la cuna de Moisés, se llama así porque al niñito Moisés lo colocaron en una cunita blanca y lo dejaron en el río; como verás, la flor de esta plantita parece una cuna...") y los cuidados exactos para cada plantita. (A los de este lado, no me los riegues, porque se riegan una vez cada tercer día).

Por eso, ahora que mi abuela nos pidió acompañarla a los viveros de Cuemanco, en la delegación Xochimilco, acudimos... pero no de tan buena gana, porque cuando alguien se obsesiona evidentemente derrocha más emoción que tú.

Pero acompañar a mi abuela resultó una opción adecuada, porque ella se propuso "inculcarme su amor por las plantas" y comenzó dandome una lección: me enseñó la diferencia entre geranios y malvones...

Resulta que yo había vivido engañada toda la vida y pensaba que los geranios tenían flores en redondel y hojas redondas... Pero no, esos son los malvones.

Los geranios tienen las mismas flores en redondel, pero sus hojas son picuditas...

También aprendí las clasificaciones de las orquídeas (aunque ahora no las recuerde de memoria) y me deleíte con tantos colores, olor a tierra mojada y el tranquilizante sonido que hacen las plantas cuando se mueven al ritmo del sol. (¿No las han escuchado? Sólo hay que quedarse calladitos un rato)

Ahora mi abuela vive en la ciudad y tiene un jardín mucho más modesto... pero no tardó nada en comprarse dos orquídeas, una violeta africana, un anturio morado y nos regaló dos pensamientos miniatura y una sensitiva... (Simpática plantita que se cierra al rozarla con los dedos).

Al final del día, con los pies un poco más cansados y la cajuela del auto llena de cosas verdes, tuve tiempo para pensar en las obsesiones que tenemos: la mayor parte de ellas revelan cosas de nosotros, mensajes que están a la vista de todos, pero que a veces pasan desapercibidos... como el profundo amor a la vida que tiene mi abuela.

D.

2 comentarios:

Joaquim Maria Castanho dijo...

Chama-se poema sublime
Ao grito de que se nasce.


dArina:





És a bandeira em branco
Em que nos havemos de escrever.

Darina Silver dijo...

J. María:

Escribeme cuando gustes, mi dirección está en el perfil.

D.

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