La tercera es la vencida

Hoy es mi tercera mudanza del año; ha sido un año agotador.

Ayer falleció mi abuelo. También llevaba años diciendo que se iba a morir, pero en agosto se despidió con mucha seriedad de nosotros y creo que varios pensábamos que de verdad estaba hablando en serio.

Estoy triste, pero en calma, porque siento que vivió una vida muy plena, hizo lo que quiso y vivió en sus términos. No creo que haya dejado cosas pendientes. Habló de lo que quería y en voz alta.

Deja seis hijos, seis nietos, muchos libros y una colección de trenes que seguro nadie sabrá que hacer con ella.

También deja un montó de recuerdos en gente que lo quería mucho.

Hay que viajar ligero. Cuando uno se muda o cuando uno se muere, todo estorba. Al final este cuerpo material que tanto atesoramos y del cuál nos avergonzamos termina siendo algo de lo que se debe "disponer".

Según estudios, mi generación (los famosos Millennials) somos más resistentes a adquirir de verdad una casa (¿en esta economía?) porque además si un día hay que mudarse o salir de allí por unas y otras siempre es más sencillo echarse una mochila a la espalda.

Así un  poco la muerte: mientras más acumules más complicas todo para los demás.

Esas casas abandonadas llenas de cosas que tardan meses en limpiarse...

Esas mudanzas que, igualmente, toman horas y horas de aliento y cuidado.

Creo que la muerte de mi abuelo está relacionada con el interés que me ha surgido en deshacerme de muchas cosas. No es un impulso suicida, es un deseo de vivir en libertad.

D. 

1 comentario:

Marcos Roberto dijo...

Que bonito ejemplo. Gracias por compartir

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