Rochelle

 El asesino silencioso espió a los guardias de la entrada del castillo Rochelle con los binoculares de mira telescópica. La misión era clara: asesinar a Hugo Rochelle y salir de la misión sin dejar testigos. Contaba con el apoyo de un francotirador, pero en la resguardada mansión una vez que cruzara la pared de piedra que resguardaba el castillo estaba prácticamente solo.

  Enfundado en las sombras se deslizó entre los arbustos del bosquecillo que rodeaban el Fuerte Nuevo para dar la instrucción y deshacerse con un tiro certero de los dos guardias de la entrada. En su arsenal el asesino silencioso llevaba una cuerda de violín para matar rápidamente; en el mejor de los escenarios Hugo Rochelle estaría solo y con un movimiento rápido quedaría sin vida. Pero ese no era su día de suerte.... Cuando el francotirador mató al guardia de la izquierda, el guardia de la derecha alcanzó a transmitir por radio un código de emergencia; el guardia de la torre localizó al asesino silencioso y él le disparó en un tiro muy arriesgado... pero que dio con certeza entre sus ojos. De allí en adelante todo fue en decadencia: los guardias que resguardaban el jardín y la entrada lateral se atrincheraron en una barricada de una carreta vieja que servía como matero; el asesino silencioso arrojó una granada fragmentaria que se llevó la vida de cinco guardias. Sus gritos quedaron silenciados pronto, pues cada uno tenía también una bala con su nombre. Aunque no era el plan original el asesino silencioso abrió la puerta de una patada y comenzó un incendio en la sala para atraer la atención a ese punto; no contaba con que el gato de la familia estuviera descansando en un mullido sillón y lanzó un alarido antes de salir con la cola en llamas, asustado. La dueña del gato, Madmoiselle Rochelle, acudió corriendo a la sala para ver que le pasaba a su minino. El asesino silencioso apuntó a su corazón y dejó un enorme boquete rojo donde antes había un estampado de estrellas. Tras haber pasado semanas estudiando el plano de la casa, el asesino silencioso sabía que Hugo Rochelle debía estar en el salón de fumar, en el costado este del castillo, subiendo las escaleras, segunda puerta. Pero mientras avanzaba por la escalera principal un guardespalda personal de Mister Rochelle intentó atacarlo. Con una zancadilla bien puesta el asesino silencioso lo hizo rodar por la escalera, sin tiempo para algo más disparó a su garganta, con tanto tino que la alfombra roja se volvió purpura de reyes. - ¡Qué es todo esto!- Gritó Madame Rochelle saliendo asustada de su salón de costura. -¡Hugo, explícame este enredo! Los gritos sonoros de Madame Rochelle alteraban los nervios de cualquiera, pero el asesino silencioso procedió a acercarse con tranquilidad a Madame Rochelle y cercenarle la garganta con una navaja pequeña y letal que parecía destinada a pelar manzanas. La sangre de Madame Rochelle cayó sobre su tejido en un innovadora mezcla de tye dye con estambre. Por el reguero de muertes que había dejado a su paso, el asesino silencioso decidió que la cuerda que guardaba en su bolsillo sería innnecesaria. Entró al salón fumador, donde encontró a Hugo Rochelle leyendo un libro con su pipa en la boca. - Querida, ¿ya está la cena?-Preguntó sin voltear. El asesino silencioso no contestó. Caminó con elegancia hasta el sillón y antes de que Hugo Rochelle dijera una palabra más cortó su estómago de tajo como si fuera una gran sonrisa roja. - ¡Sonríe! - Mencionó, antes de enviarle la foto a su cliente, para dar ese bochornoso asunto como concluído

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