Orgullo y Prejuicios: la telenovela nuestra de cada día...

Un pre - juicio es un juicio hecho con anticipación que nos sirve para desenvolvernos en el mundo. Generalmente nosotros nos movemos en base a pre - juicios tales como "debo vestirme antes de salir a la calle", "las rubias son tontas", "los hombres con lentes son inteligentes" y así, una multitud de ideas y generalizaciones que pueden o no ser ciertas, que pueden o no estar basadas en cosas de la vida real, pero que nos hacen la vida más sencilla de entender.

Generalizar es un pecado venial que cometemos mucho y a diario.

El orgullo, por otro lado, es una característica que no se da en todas las personas, pero que al menos en mi familia es de las pocas cosas que no nos podemos tragar. "Antes muerta que sencilla", es una frase que aplica muy bien.

Mientras terminaba de ver mi película de "Orgullo y Prejuicio", protagonizada por una muy bella Keira Knigtley, pensaba en como estos dos conceptos rigen mi propia vida ciñendola más que un corsé de la época victoriana.



Llena de prejuicios y contradicciones, el enfrentarme a la crítica y aún a las observaciones, tiendo a mostrarme temerosa de cualquier comentario adverso... Ya no por que pudiera ser cierto o no, sino porque mi orgullo y mis prejuicios me hacen ver como una sabelotodo imposible de aguantar.

Eso es lo que se llama en cristiano "una mala actitud".

A diferencia de la agraciada Elizabeth Benett, protagonista de este culebrón romántico del siglo XIX, mi orgullo y mis prejuicios no me han llevado a los brazos del impasible señor Darcy... sino me han hecho pasar muchas noches de insomnio pensando en críticas que aún no me hacen, pero que me molestan desde el momento mismo de saberlas ciertas y necesarias...


Todo esto es para decir que es mentira lo que me dijo un compañero de la Universidad al que acabo de encontrarme: No, no sólo NO "Tengo atole en las venas..." sino que a la primera provocación me desmayo cual doncella en medio de una historia de Jane Austen...


D.



2 comentarios:

Indigente Iletrado dijo...

Conozco algunos de tus prejuicios. Siempre te he dicho que el orgullo es un desperdicio de tiempo. Lo que llamó más mi atención fue las múltiples lecturas de la novela. Justo platicaba con alguien reciéntemente cómo la consideraba una historia romántica por excelencia obviando el contexto emocional de la chavala. Curioso.

Supongo que eso también es otro prejuicio.

Darina Silver dijo...

Creo que es lo mejor de cualquier discurso, la múltiples lecturas que puedes hacer de él...

Pero eso más bien depende del debrayante lector y/o expectador, que del discurso mismo, o aún de las buenas intenciones que tenga el emisor del lenguaje.

¿Pensaría Jane Austen en que me proyectaría yo con Elizabeth Benett? No lo creo.

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