Mirai: mi pequeña hermana

Encontrar tu lugar en el mundo no es tarea fácil; de hecho es una de las cosas que tardamos en entender. Cuando somos pequeños el reconocernos como un ser independiente es algo que toma tiempo. Empezamos a ubicar a los otros y las relaciones que tenemos con ellos también nos definen.

Al principio de Mirai, mi pequeña hermana, conocemos a Kun: hijo único de una familia de clase media en una ciudad de Japón es bastante consentido: tiene una gran cantidad de juguetes y la vida familiar gira en torno a él.

Pero todo eso está por cambiar con la llegada de la bebé: su nueva hermanita es primero una curiosidad, luego una molestia y finalmente aparenta ser una enemiga a vencer.

¿Cómo un ser tan pequeño, indefenso y a la vez tan molesto puede quitarte tu reinado?

Si ustedes son los hermanos mayores seguro sabrán a qué me refiero.

Mirai: mi pequeña hermana no solo es una cinta conmovedora, muy bien escrita y con un montón de situaciones graciosas y fantásticas: también es un prodigio técnico de animación. Fue nominada como Mejor película Animada a los Premios de la Academia y aunque ya sabemos que no ganó, realmente es un trabajo que no quieren perderse. Detallada, sutil, elegante, moderna. Algunos de los adjetivos que se le pueden dar a la animación de esta cinta.

Algo que es muy bonito de esta cinta es la manera en que juega con el tiempo/espacio y la realidad/fantasía, ya que nos sumergimos sin problemas en el mundo de Kun, pero también podemos viajar al Japón de la posguerra y nunca se siente forzado ni caótico. Logro que también se aprecia en "La chica que saltaba a través del tiempo" del mismo director, Mamoru Hosada.

Algo muy emotivo y universal es como los padres de Kun y Mirai tropiezan y se levantan en su camino de ser padres; se recriminan sus errores pero también aprenden juntos lo que es la crianza. Ninguno es perfecto, al contrario, se saben falibles y siguen en evolución constante. Son muy bien llevados en el sentido de que, sin importar en que etapa de la vida te encuentres, si viviste en familia sabrás que la sutil línea entre la normalidad y el caos está a segundos de distancia.

Hay muchos simbolismos de la cultura japonesa y uno de los que más disfruté fue el amor de Kun por los trenes; de hecho muchos niños tienen esos apasionamientos por temas que los hacen ser unos mini expertos en temas disímiles como dinosaurios, aves o, en el caso de Kun, rutas y modelos de trenes.

Mi recomendación de Mirai; mi pequeña hernana: no olvide los pañuelos deshechables.

D.

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