La realidad es que uno no puede prever en que momento vivirá una iluminación tan clara que deslumbrará toda la calle y volará los fusibles de las lámparas.
Así, mientras yo me comía una torta Tiburón en la esquina de conocida calle "más larga de Latinoamérica" tuve un momento de claridad sobre los últimos 5 meses; en el que la desintoxicación culminó comiendo un pedacito de milanesa con chipotle.
El impacto fue tal que hasta sentí un vaivén como si ese puestito de metal tuviera ruedas.
Además de percatarme que la pierna de mi torta solo hacía bulto y que disfrutaba más de la milanesa, aclaré que estaba en el lugar en el que quería estar.
También me percaté de que mis decisiones no habían sido aleatorias, ni mucho menos: el aprendizaje de cada momento fue el justo y en la justa medida de lo que necesitaba.
Tuve un momento de autodeterminación en el que pensé también: lo que quiera hacer a partir de ahora sigue siendo decisión mía. No hay camino predeterminado, ni obligatoriedad en las decisiones.
Solo decisiones y caminos.
Aprendizajes y momentos de claridad antes de seguir caminando.
Luego me tomé mi sangría muy despacito hasta que mis pies tocaron de nuevo la tierra.
D.
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