La primera vez que estuve cerca
de los estudios de género fue en la universidad: algunas de mis profesoras
habían formado parte de publicaciones de temas feministas como FEM, publicación
feminista que se convirtió en pionera en temas de género. El último número de
FEM circuló en 2005 antes de convertirse en una edición cibernética. (Parra,
2005)
En aquel entonces, dentro de la
UNAM los estudios de género tenían su residencia en el Programa Universitario
de Estudios de Género. Muchas personas de la propia Facultad de Ciencias
Políticas desconocían la existencia de un espacio para reflexionar sobre temas
que tocaban de manera transversal generación de riqueza, la salud, la gestión
del poder y la educación, entre otros muchos temas que eran del estudio e
interés cotidiano de los estudiantes.
Sin embargo, a través de páginas
de internet, primero en blogs, páginas y posteriormente en comunidades que se
expresaron a través de plataformas sociales, los temas de la (amplia) agenda
feminista se fueron colando en las conversaciones cotidianas.
El surgimiento de este
"feminismo pop" lo convirtió en un tema de conversación que era apto
para avivar las conversaciones y crear debate; surgieron entonces muchos
tópicos en Internet que acapararon la atención de los medios de comunicación y
las nacientes redes sociales.
Como un recuento, no exhaustivo,
pero sí ilustrativo, algunos de los temas propuestos por activistas feministas
lograron poder de convocatoria e interés de parte de la sociedad mexicana. Aquí
algunos ejemplos:
#MujeresalaCantina
En 2011 un grupo de ciudadanos
comenzaron a organizarse contra un par de cantinas que negaban el trato
equitativo a las mujeres. La protesta buscaba visibilizar la segregación por
género en la Cantina del Bosque y el Restaurante El Mirador.
La trasgresión
de estos dos establecimientos no puede verse únicamente en el plano físico,
cotidiano, pues es más bien una expresión de un inconsciente colectivo que aún
no ha incorporado la igualdad de género; es la demostración puntual de una
mentalidad que se justifica a partir de absurdos como lo es mantener una
“tradición”; es la confusión del significado de la palabra “tradición” para
justificar la violencia de género. La segregación que se da en estos lugares es
clara expresión de una mentalidad que, en teoría, debe estar superada y que
además, en acción cae en la ilegalidad. Buscar justificar dicha segregación a
partir de la tradición no sólo es expresión de una mentalidad retrógrada, sino
que busca utilizar un pasado que como sociedad ya hemos superado para excusar
una conducta inexcusable. Decir que por tradición se puede romper una ley es
equivalente a decir que por tradición está bien que un policía pida mordida,
que un político robe nuestros impuestos, que se golpee a una mujer. Las
actitudes en las que han caído nuestros antepasados no siempre son éticas y
como sociedad estamos obligados no sólo a recordar, sino también a criticar ese
pasado y a superarlo. (De la Cruz, 2011)
#RopaSucia
Como si de ropa sucia por lavar
se tratara, las mujeres en distintos foros, comenzaron a contar sus
experiencias de machismos cotidianos, incluso en ámbitos profesionales
universitarios, académicos o culturales.
Esta denuncia a los
"Micromachismos", empezaron a dejar entrever lo arraigado de las
prácticas machistas en nuestro país, lo que posteriormente dio pie incluso a
una instalación artística (Suárez y Cano, 2016).
“Tres datos: de
los 98 mexicanos que han ingresado a El Colegio Nacional, tres son mujeres; el
Premio Xavier Villaurrutia, uno de los máximos galardones de la literatura en
nuestro país, ha reconocido a 108 figuras de las cuales 26 han sido mujeres;
instaurado en 1945, el Premio Nacional de Ciencias y Artes ha sido concedido a
31 mujeres, frente a 169 varones que lo han obtenido. El panorama que ofrecen
estas cifras, más el conjunto de prácticas, prejuicios y manifestaciones
machistas presentes en el medio cultural mexicano, motivaron a las poetas
Maricela Guerrero, Paula Abramo y Xitlálitl Rodríguez a impulsar el proyecto
#RopaSucia, una iniciativa en redes sociales que busca denunciar el sexismo en
las instituciones culturales del país.”
La recopilación de testimonios
fue cuantiosa: por semanas se utilizó el hashtag para recontar vejaciones,
comentarios ácidos, anécdotas dolorosas y vergonzosas del comportamiento
machista de hombres y mujeres. El ejercicio queda, como memoria, al buscar la
etiqueta aún persiste la necesidad de narrar: que la suciedad no se quede
arrinconada.
#MiPrimerAcoso
A principios de 2016 las
activistas Catalina Ruiz-Navarro y Estefanía Vela promovieron una labor
testimonial en redes invitando a las mujeres mexicanas a replicar una actividad
que inició en Brasil, donde en 2015 las mujeres impulsaron la etiqueta
#MiPrimerAsedio para crear conciencia sobre el acoso callejero y la violencia
verbal que trascendía en violencia física.
La respuesta en las redes
mexicanas fue abrumadora: la mayor parte de las respuestas relataban historias
de violencia, estupro, pederastia y algunos casos muy graves que llevaban años
o décadas en las sombras.
Solo podemos sentir respeto y tristeza por
la cantidad de historias que han llegado y siguen llegando. Por supuesto, el
exito del hashtag se debe a las miles (¿o millones?) de mujeres que tuvieron la
fuerza y la valentía para contar sus historias, que a su vez inspiraron a otras
para tener ese valor y no quedarse calladas. Para muchas, fue la oportunidad de
desahogar lo que habían callado por años, y al leerlas, muchas empezaron a
recordar y reconocer sus propias experiencias de acoso. Quizás lo más
desgarrador fue leer las historias anónimas que nos llegaron por el correo
interno de la página de Facebook de (e)stereotipas, pues en su mayoría hablan
de abusadores que hacen parte de su familia y de cómo otras personas de su
familia no les creyeron cuando intentaron denunciar. Sentimos infinito
agradecimiento por la confianza que depositaron en nosotras, y sobre todo,
respeto y admiración por cada mujer que se atreve a hablar. (Ruiz-Navarro,
2016)
Algunas mujeres incluso se
animaron a abandonar el anonimato o contar con más detalles sus historias
(Rocha, 2016), en crónicas que rebasaron por mucho las expectativas de las
organizadoras y (Ruiz-Navarro, 2016) y visibilizaron la necesidad social de
exigir justicia social y acciones concretas para combatir las violencias
machistas.
Los diversos colectivos llamaron
vía redes sociales a una fecha concreta para realizar una acción conjunta de
manifestación: surgió así la convocatoria para la Primavera Violeta, una marcha
gestada en las redes y en los colectivos feministas que buscaron llevar esta
protesta, largamente anidada a espacios públicos, tomar la calle, visibilizar
las voces para exigir justicia por años de impunidad y víctimas de distintas
latitudes.
#24A
“Nos dijeron que debíamos tener
miedo porque estamos solas, pero somos muchas solas que pueden estar unidas,
somos fuerza y poder desarticulado a través del miedo y del odio que se nos
enseñó debíamos sentir hacia las otras.”, escribió Cynthia Hijar una de las
convocantes a la marcha, que se llevó a cabo el 24 de abril de 2016, en un
evento que reunió a toda clase de colectivos que quizá se habían leído o no se
conocían, pero que se puso cara y nombre ese día.
Es cierto que en este país nos matan. Que la
cosa es tan nada para las autoridades, que después de décadas de nombrarlo, se
sigue pretendiendo que esto no sucede mientras diariamente son asesinadas niñas
y mujeres en todo el país.
Que la violencia sexual permea a toda la sociedad,
en cada una de sus modalidades desde la familiar hasta la comunitaria, y que es
tan cotidiana e impune que los hijos acomplejados de los parásitos capitalistas
pueden violar mujeres y niñas sin ser castigados.
Que el feminicidio ha sido tan promovido
desde la narrativa obsoleta de que las mujeres somos objetos, que aún después
de nombrarlo y denunciar todos los días nuestras condiciones, se siguen
haciendo bromas sobre ello, o que incluso cualquier cantante prefabricado con
recetas de macho sombrerudo puede usar el tema para hacerse publicidad de la
manera más asquerosa y utilitaria con un video musical donde la masculinidad
hegemónica, fácilmente quebrantable, busca revancha asesinando mujeres y
sexualizando el acto.
Es cierto que todos los días recolectamos
ejemplos de cómo la violencia estructural nos somete a sufrimiento y terror en
la escuela, en el trabajo, en la calle, e incluso en nuestras relaciones de
pareja. (Híjar, 2016)
El #24A, o Día de la marcha
contra las violencias machistas, fue un éxito desde el punto de vista de la
Convocatoria: cerca de 20 estados de la República realizaron sus propias
marchas o tuvieron manifestantes en la ciudad de México con la finalidad de
visibilizar la necesidad de atender la emergencia nacional de desapariciones,
violaciones y feminicidios. (Ilizaliturri, Arturo. 2016).
#SiMeMatan
Tras darse a conocer el hallazgo
del cadáver de una mujer en Ciudad Universitaria, ante la presión de los medios
y la sociedad por saber más del caso, la Procuraduría General de Justicia de la
Ciudad de México reveló, a pocas horas de conocerse la noticia, más datos sobre
la víctima, explicando en varios twitts que la víctima era “alcohólica” y “mala
estudiante”.
Esto provocó una oleada de
críticas e impulsó la creación del Hashtag #SimeMatan en la que mujeres
expresaban su molestia ante la constante de culpar a las víctimas de violencias
machistas, justificando las agresiones por comportamientos, vestimentas,
horarios de salida o incluso, las relaciones establecidas (o no) de las mujeres
afectadas.
Activismos más allá de las arrobas
Las activistas involucradas con
“la idea radical de que las mujeres somos personas”, (como dijo alguna vez
Ángela Davis), han llevado sus acciones de cronistas, talleristas, reporteras,
artistas, perfomanceras a medios públicos y han reflejado su acontecer diario
en bitácoras públicas que te permiten conocer más de cerca a las “feministas”,
para quitarle el tufo a “mala palabra” a la declaración abierta de que uno
considera que todos deberíamos tener las mismas libertades, obligaciones y
derechos.
Mientras que algunos de los
movimientos se desarrollan de manera abierta, expresamente respaldados por
organizaciones como la UNAM o incluso la ONU, como el muy comentado y
documentado HerForShe, que cuenta con voceros internacionales como la actriz
Emma Watson; otros movimientos se mueven en la clandestinidad, como redes de
apoyo a mujeres maltratadas o páginas que dan a conocer alternativas de
interrupción del embarazo para mujeres con escasos recursos que requieren
orientación y apoyo.
"A la caza de las feminazis"
Para muchas páginas del Internet
sobre temas feministas el acoso es una constante. Los ataques van desde
intentos de insultos constantes en foros y secciones de comentarios, hasta
intentos de hackear las páginas o al menos hacerlas caer mediante ataques de
denegación de servicio.
Ante nuestra creencia de que
"otro mundo es posible" los ataques y se han recrudecido, llevando a
muchas activistas a un panorama desolador: amenazas de golpes, violación y muerte son recurrentes en foros
donde las usuarias de redes sociales tocan temas relacionados con el feminismo.
Incluso existen páginas que dicen
ir a la caza de las feminazis y han declarado auténticas “guerras” a páginas y
activistas. Sobre la seriedad de estas amenazas se puede abrir debate, pero hay
claridad en su persistencia.
Para muchos usuarios del Internet
el feminismo es un tema incómodo y las decisiones personales que hay que tomar
día a día en temas de identidad de género resultan un dilema constante.
También es frecuente ver debates
sobre otros temas de la agenda feminista, como el uso del lenguaje incluyente o
la necesidad o no de zonas designadas para mujeres en el transporte público:
para muchas personas estos debates son innecesarios, ridículos y constante
oportunidad para atacar al movimiento.
Para quien hace activismo parece
necesario tener una lista de “preguntas y respuestas frecuentes” para cortar y
pegar, ante los detractores que buscan siempre retar la paciencia de quien se
adscribe como feminista.
¿Seguir siendo una diana móvil?
Aunque el panorama actual parece
poco alentador, hay algunos indicios que nos permiten tener esperanza. El
incremento del debate en sí, ya es una métrica que nos lleva a sentirnos más
motivados a abanderar causas que pensamos justas. Entonces, ¿qué podemos
esperar para el, aparentemente, lejano 2027?
Aquí algunas predicciones,
basadas en el desarrollo de canales de comunicación y formas de organización y
asociación social derivadas del uso de las plataformas sociales para realizar
ciberactivismo en temas de género
Más
interlocutores, más formatos
Cada vez surgen más y nuevas
voces que tienen interés en tratar temas de género, incluso desde esta
perspectiva pop, no necesariamente ligada a la academia. El trabajar las bases,
desde personas para quien las acciones de las feministas podían parecer lejanas
y acercarlas a tomar decisiones que no habían considerado o incluso salir de
ciclos de violencia o relaciones dañinas.
Los vlogs y bitácoras de las
feministas de México y el mundo han alcanzado más audiencias gracias a sistemas
de transmisión en tiempo real, como Periscope o Youtube. El activismo toma
caminos inesperados, canciones, talleres, e incluso cambia la manera en que las
mujeres compran, en espacios como el Mercadito feminista contra la violencia
económica, un grupo en el que se fomentan formas de comercio como el trueque o
el “hazlo tú mismo; mientras se busca evitar formas de consumo como el “fast
fashion”.
Mientras más resonancia alcanzan
estos debates también hay más oportunidades para alcanzar a nuevas audiencias,
que quizá no habían tenido un contacto con estos conceptos: las ideas
relacionadas con la libre elección, la equidad laboral, el derecho a la salud,
por ejemplo, podrán ser cabildeadas con mayor éxito, impulsando políticas
públicas que favorezcan la salud y libre desarrollo de las mujeres.
Crece
el contraste en el movimiento
Mientras el feminismo y sus
variantes encontrarán detractores externos fortalecidos con el anonimato,
dentro del propio movimiento la polémica y el debate también suele ganar
protagonismos en foros, redes, grupos e incluso conversaciones privadas.
La mayor parte de los debates
parten de confrontación de ideas de feminismos que disienten; por ejemplo,
entre las que están a favor de la abolición de la prostitución o quienes están
a favor de que la misma sea regulada; entre muchas otras posturas que parecen
irresolubles, en cuanto a que tienen argumentos diametralmente opuestos, que no
dan lugar a la reconciliación.
Sin embargo, la posibilidad de
leer, conocer y contrastar estos argumentos tiene una gran riqueza en cuanto a
la posibilidad de llevar a la palestra información, críticas y lecturas más
profundas de los temas en debate.
3.
Transversalidad,
interseccionalidad, globalidad
Debido a que las voces y relatos
de mujeres de todo el mundo pueden llegar a través del Internet, esta ventana
al mundo permite conocer historias del “ser mujer” en diversas situaciones,
contextos culturas. Bajo diversas limitantes económicas, sociales.
En particular en realidades
latinoamericanas nos sentimos identificadas: con los relatos y las voces surgieron
nuevas narrativas y más representaciones en distintos países, que narraron
otras realidades latinoamericanas (Giaganti, 2016), lejanas geográficamente,
pero cercanas en cuanto a vivencia.
La “sororidad”, esa palabra que
alude al sentimiento de hermandad femenina, comenzó a germinar en foros, blogs
y toda clase de espacios donde se hizo un llamado a terminar las guerras de
mujeres vs. mujeres proclamadas como “lo más normal” en la cultura popular.
4. Lo personal es político.
Con la reciente muerte de la
activista Kate Millet, surgieron múltiples críticas a las feministas que se
reconocían como tal por “moda”, que poco o nada conocen de algunas de las
pensadoras más significativas del feminismo (aún por definir la bibliografía
mínima indispensable para poder decir que uno es feminista, sin que te mal mire
alguien).
Es de esperarse que esto continuar
y se recrudecerá el análisis público de las figuras que se reconocen como
feministas; por ejemplo, Tamara de Anda (Plaqueta), comunicadora que cobró
relevancia reporteando lugares gastronómicos y turísticos; ha sido señalada por
firmar sus artículos de temas de la agenda feminista tratados de manera ligera.
Pero la propia Tamara da a conocer en su conocimiento de los temas feministas
no es a profundidad, pues apenas se está formando una opinión sobre muchos
temas. (De Anda, 2017)
Para bien o para mal, la vida
personal de las activistas del movimiento seguirá en la mira.
De la fundación de Feministlán
La palabra Feministlán, usada de
manera simbólica por internautas de blogs y foros, hace alusión a un territorio
imaginario dentro del espacio digital donde los temas de la agenda feminista
son prioritarios.
De cierta forma los límites de
Feministlán se han ido extendiendo hacia zonas inexploradas, pero necesarias,
creando tutoriales sobre el uso de la copa menstrual, direcciones para personas
que necesitan interrumpir legalmente su embarazo o refugiarse de sus maridos
golpeadores.
La existencia de Feministlán como
lugar imaginario en donde el debate y el intercambio, solo es posible debido a
la vinculación a través de canales digitales; el intercambio y, en muchos
casos, la complicidad de las mujeres está basada en la constante convivencia de
quienes están lejos, pero son cercanas en cuanto a su vivencia.
“Entre las cosas más bonitas que me ha dejado el internet está el saber
que otras mujeres son mis hermanas”, expresaba una usuaria en Twitter,
quien, tras terminar una relación conflictiva recibió
muestras de aprecio y
afecto de todo el mundo. ¿Es este lado humano y compasivo de las redes sociales
la puerta de entrada para sociedades más justas y amorosas?
Vete a leer
Ante los mensajes, ataques o
comentarios mal informados de los trolls, un argumento constante de parte de
las feministas es “vete a leer”, como forma de remarcar que los estudios de
género realmente requieren una argumentación y no están basados solo en la
“experiencias” y “pareceres”, pues se trata de violencias sistémicas, que
requieren mayor profundidad.
Es tarea de todos los interesados
en el tema seguir leyendo, contrastar, pasar de los artículos de buzzfeed y las
recolecciones de twitts a textos más serios: pero empezar por aquí es un primer
paso que no debería ser desestimado.
Referencias:
De la Cruz, Nora. (2011). Mujeres
a la cantina. 2 de septiembre, 2017, de La fábrica de mitos urbanos Sitio web: http://www.fabricademitos.com/mujeres-a-la-cantina
De Anda, Tamara. (2017). Feministas
que no quieren a la gente trans. 9 de septiembre, 2017, de El Universal Sitio
web: http://www.eluniversal.com.mx/tamara-de-anda/feministas-que-no-quieren-la-gente-trans
Giaganti, Silvina. (21 de
octubre, 2016). Vivas nos queremos. 2 de septiembre, 2017, de New York Times
Sitio web: https://www.nytimes.com/es/tag/vivas-nos-queremos/?mcubz=0&mcubz=0
Híjar Juárez, Cynthia . (2016).
La primavera será violeta el #24A. 9 de septiembre, 2017, de Cimac
Noticias
Sitio web: http://www.cimacnoticias.com.mx/node/72288
Ilizaliturri, Arturo . (2016). La
primavera violeta del #24A. 9 de septiembre, 2017, de Distintas latitudes Sitio
web: https://distintaslatitudes.net/la-primavera-violeta-del-24a
Parra Toledo, Alejandra (2005).
Fem publicación feminista pionera en América Latina se convierte en revista
virtual. 2 de septiembre, 2017, de La Jornada Sitio web: http://www.jornada.unam.mx/2005/10/03/informacion/86_fem.htm
Reina, Elena. (5 de mayo, 2017).
Polémica en México tras culpar la Fiscalía a una joven de su propia muerte. 9
de septiembre, 2016, de El país Sitio web: https://elpais.com/internacional/2017/05/05/mexico/1493949825_841060.html
Ruiz-Navarro, Catalina. (2016).
#MiPrimerAcoso: la historia detrás del Trending Topic. 9 de septiembre, 2017,
de Vice Sitio web: https://www.vice.com/es_mx/article/bned78/miprimeracoso-la-historia-detras-del-trending-topic
Rocha, Fabiola. (2016). Mi primer
acoso. 9 de septiembre, de Regeneración Sitio web:
Suárez Gómez, Ainhoa y Cano, Jorge (2016). #RopaSucia: misoginia y machismo en el medio cultural. 2 de septiembre, 2017, de Horizontal Mx Sitio web: http://horizontal.mx/ropasucia-misoginia-y-machismo-en-el-medio-cultural
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