Me gusta el agua, pero definitivamente me gusta más ver llover y no mojarme.
Pensaba eso mientras veía "La forma del agua", que afortunadamente tradujeron de manera decente y no como "Una loca película de sirenos" o algo así... (que pudo haber pasado).
La historia, ambientada en los años 60, cuenta el romance que surge entre Elisa, una mujer muda y un monstruo marino, de esos que le encantan al director, Guillermo del Toro. Elisa, huérfana y víctima de una extraña operación de cuerdas vocales que la dejó sin habla desde pequeña se dedica a hacer la limpieza en instalaciones militares, donde tiene cautivo a un extraño hombre pez de la Amazonia, que piensan usar para investigar una mejor forma de enviar humanos al espacio.
Al enterarse de los malvados planes de los villanos de la película, Elisa decide poner manos a la obra y pide el apoyo de su vecino, un pintor, para urdir un plan (medio improvisado, a decir verdad) que permita que el hombre pez escape.
Sobre la música, la ambientación y el casting no se puede decir nada malo: la selección fue certera y cuidadosa, atendiendo a los más ambiciosos detalles.
Como leía por allí, es una obra no apta para cínicos, pero perfecta para románticos.
Cinco estrellitas de cinco.
D.
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