Comenzaba a llover... esa lluvia ligera que moja apenas las banquetas y levanta en los tramos de tierra de la condesa un olor perdido en la ciudad.
Salí con mi sombrilla azul y mi compañera Aurora. Pasamos por la nevería de la esquina, donde unos valientes comían un Banana Split como quien ve llover sin mojarse en las sillas blancas del Roxy.
Nosotras ibamos al Seven Eleven a comprar café de maquinita. Una vez allí, ocupada en leer las muchas variedades de Capuccino transcurrieron varios de mis valiosos minutos de mi hora de la comida... pero cada día es una aventura, así que disfruté el decifrar la diferencia entre Capuccino clásico y Vanilla Francesa...
Francesa... es decir, no cualquier clase de Vainilla... esa vaina seguro tenía un diplomado en modas o yo que sé... Vainilla francesa...
Pero quizá en un último despliegue patriótico ¿O patriotero, debo decir? me animé a pedir un capuccino de horchata.
Eso es extraño, porque no lo pedí, más bien apreté el botón de autoservicio y la espuma estuvo a punto de desbordarse...
Tuve aún tiempo para pensar en lujuriosas asociaciones mentales, al ver fluir mi dulce capuccino de color blanco y espumoso.
Le dije a Aurora que lo pagara, en primera porque no me gusta la manera en que lo miran a uno los dependientes en esas tiendas de autoservicio. En segundo termino porque tenía que ir por los popotes.
Tomar café con popote es una de las cosas que me traen recuerdos de la preparatoria, aunque en aquel lejano entonces yo tomaba atole con popote. A veces era atole de arroz con leche, así que no estaría de más decir que me gusta el arroz con popote... Pero esa es otra historia.
Traje los popotes. Eran dos y de color rojo. La tapa de mi café era café oscuro. Y costó 13 pesitos. Pero olvidé decirte que no era café, sino capuccino de horchata... ah, delicioso y caliente. Aún así prefiero besarte.
¿Sabes que me acuerdo de tí en todas las cosas dulces de la vida?
Deberías saberlo.
D.
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4 comentarios:
Mejor recordarlo en las cosas dulces y no en las amargas.
Me gustaría probar un capuccino de horchata... a ver si en el Cervantino.
Yo también te recuerdo my love, jajaja..ah que mamila. Qué rico, oye, cuándo vamos por un capuchino de horchata al seven eleven? se me antojó
qué bonito final
me encantan los cafés del seven, pero ese nunca me he animado a probarlo, por miedo a malgastar mi dinero, jajaaj
flor lo probó y dijo qeu no le gustó en absoluto, así que ya está uno contra uno, jeje, creo que me animaré a probarlo y formar mi propio juicio... jajaja
Saludos May!!
Pequeña Saltamontes:
Si, a él lo recuerdo en las cosas dulces.
¿Me llevas al cervantino?
Yare:
Tenemos que vernos, ¿por qué siempre lo aplazamos?
Beliver:
Nada como hacerse de una opinión propia... aunque a dos de mis compañeros de oficina no les gustó.
Se les hizo muy dulce.
D.
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