El asunto de la ventanilla

Desde que soy pequeña he tenido que cederle la ventanilla a mi hermana menor, porque ella se mareaba y por tanto, cuando nos sentaban juntas en el camión, a ella le tocaba tomar el aire y a mi.... dormir, o cuidar de su sueño.

Mi mamá le cede la ventanilla a mi papá, porque a ella no le gusta tener que molestar a nadie para pararse a estirar las piernas o acudir al baño...

Por otra parte, según recuerdo, mi abuela también le cede la ventanilla a mi abuelito, porque ella casi siempre lee, mientras que mi abuelo veía el paisaje en España y se solazaba viendo los trenes que venían en contra sentido...

El asunto de la ventanilla siempre me ha preocupado, porque en una de mis películas romanticas favoritas "The wedding singer", plantean la posibilidad... ¿Es el amor cederle al otro la ventanilla?

¿Debe uno ceder la ventanilla o esperas a que te la cedan para convencerte de que te aman?

Bueno, señores, allí les va la demoledora verdad...

Nunca, nadie, me ha cedido la ventanilla.

Supongo que todos apreciamos mucho nuestro confort, nuestra tranquilidad, nuestra pacifica existencia como para sacrificarla en algo así...

Me gusta viajar sola en el autobus.

Si quiero caminar me paso al pasillo.

Si quiero dormir o ver el paisaje, me recargo en la ventanilla.

Me gusta dejar mi nombre en el vaho del cristal...

Y cuando alguien llega le cedo el asiento del pasillo para que el carrito con los sandwiches le golpee los codos.

He tenido que ceder mis ventanillas. A veces con placer, otras con furia...

Cuando sacrificas tu comodidad por otro, aunque sea otro a quien quieres, queda algo en tí...

Quizá sea demasiado egoísta para amar. O quizá sólo me gusta contemplar el paisaje.

¿Y ustedes cederían la ventanilla?

D.

4 comentarios:

D dijo...

Si me da sueño, claro.

Darina Silver dijo...

Ja, que conveniente, Davo...

D.

Anónimo dijo...

Un colega, en un dilema inversamente proporcional al tuyo, me comentaba que es —como sabemos— lo correcto abrir y cerrar la portezuela del auto a nuestra acompañante y luego, [aquí viene el detalle] observar si, mientras uno da la vuelta hacia la portezuela del conductor, la susodicha se estira para levantar el botón de seguridad de dicha puerta. Si lo hace, de acuerdo con la hipótesis, ella es, sin posibilidad de error, “la mujer de nuestra vida”.
Yo, que soy alérgico a los autos, me convencí de que me sería imposible encontrar a la mujer de mi vida, pero él, continuó sufriendo, porque su auto importado tiene apertura de seguros a control remoto, por lo que dicho experimento es un anacronismo.

Espaciolandesa dijo...

"Cuando sacrificas tu comodidad por otro, aunque sea otro a quien quieres, queda algo en tí"

No me quedó muy claro...

En fin. Curioso como lo planteas, porque a mí no me gusta el lado de la ventanilla.

En general he observado que la gente en los autobuses en los que viajo se sienta del lado del pasillo.

Así que sí, cedería la ventanilla.

Una mujer que caminaba sobre las vías

Se llevó a cabo la fiesta de fin de año de la oficina en la calle de Ferrocarril de Cuernavaca. La verdad yo no ubicaba mucho el rumbo, pero...