La emocionante vida de Norma

Norma llegó borracha a la empresa donde trabajaba de capturista, eran cerca de las 11 de la noche, pero a pesar de las dos botellas de tequila que se había tomado con sus dos mejores amigas, recordaba, quizá gracias a las dos líneas de coca que se metió, que su amante entraba en el turno de la noche.

El transporte de la empresa la había recogido junto con los otros trabajadores, que caminaban zombies y sin voluntad, en la noche del domingo, resignados a ese destino común de mover, acomodar, recoger... Era un centro de distribución como cualquier otro, un lugar anónimo donde las cosas son acomodadas y distribuídas, donde todo va a parar a lugares desconocidos y luego es consumido por personas de clase media que toman la leche de los estantes sin saber de todas las manos somnolientas que las transportan.

Norma no pensaba en la alienación laboral. Lo único que quería era aclarar las cosas... En su cabeza, revolucionante a mil por hora, se había metido un único objetivo: citar a la esposa de José Luis y dejar todo en claro...

Norma pasó el dispositivo de seguridad sin problemas, los guardias también se encontraban somnolientos... quizá era por el turno de 24 horas que tenían que cumplir... quizá sólo porque entre las docenas de personas que pasaban por enfrente de sus ojos, Norma sólo era un número más en la nómina. Activos de la empresa.

Norma fue al área de José Luis y le informó, sin más preambulos, quizá impulsada por la agitación que ponía la cocaína en sus venas:

- Le llamé a tu mujer. Viene para acá.
- ¿Qué? ¿Estás loca? ¿Y que te pasó, por qué tienes esa facha?

¡Ja! Y lo decía él... lo decía él, que portaba un peto horrible, una indumentaria imposible de soportar, con ese olor rancio a sudor de otros hombres, a heridas, a mugre, a miedo, a tedio, a cansancio, a viento, a sol, a encierro, a podredumbre del espíritu...

Norma tenía los ojos rojos, las pupilas dilatas, pero un soplo de vida se insuflaba en su alma, porque venía dispuesta a apostar el todo por el todo, a defender al que consideraba el amor de su vida, con el objetivo de que nada, ni nadie, se lo arrebatara.

- Viene para acá. Le dije todo.

Norma no podía parar de repetirlo. Lo decía obsesivamente, lo cual llamó la atención de Zaida, la jefa de Calidad, quien percibió en el comportamiento de Norma algo extraño...

- Señorita, venga acá. Este no es su turno.

La voz de Zaida repicó como una alarma sismica en la cabeza de Norma y ella quiso echar a correr, atrapada como una liebre en medio de la carretera, terriblemente sola entre el brillo mortecino del Almacén.

Pero Norma no corrió. Se dejó arrastrar por los dos guardias que acudieron a llevarsela y la dejaron enfrente del Parque Industrial. Allí, enfrente de la empresa, estaba por fin ella, la mujer de sus pesadillas, la voz que escuchó poco antes en el teléfono, cuando le confesó llorando (aún sin cocaína de por medio) que amaba locamente a José Luis, que haría lo que fuera... (¿Lo que fuera, se preguntaba ahora?) para estar con él, sólo con él.

José Luis se había quedado en el Almacén. No quiso confrontar a su esposa. No quiso saber nada, nada.

- Señorita, debe presentarse mañana en Recursos Humanos. Está despedida.

Norma sintió que la borrachera y el subidón de la coca se le pasaban en un segundo. Lo había perdido todo. Era libre.

D.

4 comentarios:

Chinísima dijo...

Tengo una compañera que se llama Norma, pero no es capturista, tampoco anda con un tipo casado... Ella planea su boda para enero.

Seguro que se consigue un mejor empleo y un hombre que valga la pena... Bueno, dejemos lo del hombre... con lo de la chamba ya la hizo.

¡Un fuerte abrazo!

Anónimo dijo...

está muy bueno,me gustó la sordidez general del relato, y como plasmas tu insatisfacción actual con la vida laboral.

el final, sin embargo, me desconcierta, no creo que sea tan sencillo liberarse de una situación como en la que se encuentra "Norma"...

Darina Silver dijo...

Chinisima...

Jo.

Si, conseguir chamba ya es un buen inicio.

John: La verdad no sé si Norma consiguió algo mejor, se libró de todo o que... le perdí la pista cuando dejó el trabajo.

D.

Espaciolandesa dijo...

Ah... ser capturista es como mi trabajo soñado.

Al menos sirvió de algo.

Se dio cuenta de que el tal José Luis es un imbécil.

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