Suena el despertador, pero no quiero salir de la cama. Me meto entre las cobijas y el recuerdo de tu cuerpo emerge, emitiendo una luz oscura que me remonta al pasado, cuando compartí unas cobijas distintas contigo...
Pienso en que ahora tienes una de esas relaciones "estables", que te cuidan cuando te da gripa, que te dejan amorosos recados en el refrigerador, que te sirven sopa caliente cuando llegas a casa y no te tienes que preocupar porque los platos están lavados y la ropa planchada.
Me pregunto si debí de exigirte que me consideraras en tus planes. Si debí de fantasear (ahora si) con el estatus de "tu mujer".
A veces siento que me reprochas que nunca quise elegir tu shampoo, hacerte las maletas y un columpio en el jardín.
Pero te mentiría si te digo que no te extraño.
Salgo de ese agujero del tiempo que es recordar. Trato de obligarme a tocar el piso (frío) de la realidad. Las cosas que tengo pendientes se siguen acumulando mientras pienso en tus manos y la forma en que mis dedos se acomodaban en ellos.
Ahora que llegas a ver el noticieron de las 11:00, te duermes arropado con un cuerpo tibio, despiertas para poner el pan y la sal en la mesa, ya no hay espacio para que me bañes de nuevo con tu luz oscura, para que difractes sombras en mi piel.
Lo entiendo.
Pero ¿cómo evitar ponerse melancólica por ello?
D.
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3 comentarios:
Es desesperante ¿no?
Cuando entendemos una situación. Sabemos por qué no puede ser. Comprendemos que no podemos ser partícipe de ella e incluso estamos de acuerdo; pero no podemos dejar de sentirnos melancólicos.
Lo bueno es que la melancolía cesa... O te lleva al suicidio.
Lo que ocurra primero.
Chidito tu post. A mí sí escógeme mi champú.
Y después de esta entrada decís que tu blog no tiene fantasía?
Tal vez sea tiempo de tratar que ciertos temas te hagan menos daño y pensar en las cosas maravillosas que depara el futuro, es duro, pero es un trabajito que debe hacerse despacio, día a día. Por si sirve de algo, no te olvides que San Telmo te espera.
Besos
Mar:
Je, gracias por los ánimos... supongo.
Lo tomo por el buen lado, porque sé que también has estado allí. (O aquí)
Fher:
Si llego a ir a San Telmo, ya tengo tu dirección, para enviarte una postal.
D.
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