Abuelos

Hoy fui a casa de mis abuelos después del trabajo...

A diario paso por la calle en donde viven, de regreso a casa, pero casi nunca los visito.

Esta visita ya la tenía planeada, porque mi abuela quería enviarnos unos mangos...

Pero esta visita resultó particularmente emotiva, porque por la mañana me encontré a mi mejor amiga de la secundaria y me contó que su abuelo murió.

Su abuelo y su abuela eran danzoneros y tenían dos roperos llenos de ropa para ir a bailar...

Sombreros y corbatas de colores... zapatos de charol... y esa verdad que sólo otorga el tiempo.

Mi amiga pasa a diario por la funeraria donde se llevó a cabo el funeral...

Y cuando el metrobus pasó por enfrente, ella no pudo evitar mirar con impotencia el cristal.

Así que ahora que pasé por casa de mis abuelos, agradecí esa maravillosa oportunidad de poder abrazar a mis abuelos, de ayudarle a mi abuelo con la llave Allen, de cumplir el encargo de mi abuela de llevar mangos a casa...

Agradecí cada momento y aunque sólo iba a un encargo rápido, me quedé a platicar más tiempo con ellos.

Sirva esta breve entrada para agradecer a la vida por el privilegio de conocerlos, por la oportunidad de haber gozado de sus experiencias, historias, hasta inventos...

Estoy triste, pero contenta... pensativa, pero feliz. Y si, sé que mis abuelos no serán eternos. Ahora, justo ahora, tengo más claridad que nunca respecto a ello.

D.

2 comentarios:

Espaciolandesa dijo...

Cierto. Nadie es eterno. Ni siquiera una.

Hay que disfrutar cada día y cada momento.

No sabemos cuándo nos iremos o se irán los demás.

Darina Silver dijo...

Pequeña:

Creo que en tu experiencia personal de este año ya tienes alguna entrada sobre el tema...

Te mando un fuerte abrazo.

D.

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