Sin cortinas

A veces, cuando te asomas a una ventana sin cortinas sientes el vértigo de la calle abajo, que te llama como si quisiera que saltaras.

A veces, cuando te detienes desnuda frente a un ventanal sin cortinas, ves la ciudad y las bicicletas que pasan, el señor de la panadería y las beatas que se encaminan a la iglesia, y el hombre que duerme entre cartones...

Y miras hacia el cielo azul oscuro y en la noche se van perdiendo algunas cosas que creías encontradas y encuentras respuesta a preguntas que no te habías hecho.

Tiro un sedal con la mirada y encuentro en el reflejo de la ventana.

Me miro desnuda, sin cortinas, viendo la calle por la que pasaba mi fantasma.

D.

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