Me duelen las banqueta rotas.
Y el trotecillo de los oficinistas hacia el matadero.
Y las sonrisas falsas. Y las despedidas.
Y me dueles tú, cada día, constante.
Me duele la curva de tu sonrisa y el claxon apresurado de los autos.
Me duele el disco cerrado que iba a regalarte, que sólo gira sobre la punta de mi dedo.
Me duele el silencio, los destierros, la vida que voy construyendo con tu ausencia.
Me duele el tobillo izquierdo y la muñeca derecha.
Me duele el giro de los tornillos y el óxido en cada ventana rota.
Las flores que se cortan cada día y se marchitan en los puestos.
Y el agua de los charcos que se ensucia del polvo diario y la rutina.
Me duele el sabor amargo de esta medicina que es a prender a vivir con todo esto, que no cambia.
D.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
Una mujer que caminaba sobre las vías
Se llevó a cabo la fiesta de fin de año de la oficina en la calle de Ferrocarril de Cuernavaca. La verdad yo no ubicaba mucho el rumbo, pero...
Acerca de mí
-
"Todas las familias felices se parecen entre sí. Sin embargo, cada familia infeliz es infeliz a su manera", así comienza Ana Karen...
-
Debería de existir una regla de las tres citas Que a la tercera se defina y dejen de jugar al "veremos" O. M. La regla de las tr...
-
Cuando empecé la idea de llevar un blog, con otra dirección, lo llamé "Calle melancolía" y allí sí explicaba la razón del título d...
No hay comentarios.:
Publicar un comentario