Ubicar al enemigo

Cuando se habla de la necesidad del lenguaje "revolucionario", transformador, equilibrado; ese lenguaje que trastoca la realidad que habitamos, que construye los puentes hacia esa utopía que hemos acariciado en sueños, se habla mucho, pero por algún lado se tiene que ir empezando.

Y es que el escritor, el periodista, el cronista, el crítico, generalmente empiezan por esa hoja en blanco.

Los tres postulados de la poesía revolucionaria:

1. Ubicar al enemigo
2. Apuntar
3. Disparar

Pero he allí que muchos disparan sin ubicar al enemigo; también los hay quienes se la viven apuntand, en un ejercicio atroz de desgaste de energía. ¡Hay tantas luchas pendientes! ¡Tantas revoluciones en la tinta agitada!

Vamos, que no nos alcanza la vida, ni el parque.

Hoy me he detenido a pensar en que, en una sola vida, no alcanza para combatir muchos enemigos. Será por eso que en muchas teologías se nos da el poder de la resurrección, por aquello que dejemos pendiente; por aquellos enemigos que se movieron en la sombra, que no alcanzaron a ser detallados entre las penumbras selváticas de nuestros pensamientos, que veían con incomodidad como aquellos verbos se escurrían, aquellas miradas se nos colaban como dagas, aquellos titulares se nos clavaban como espinita en los dedos.

Eso sí: hay grandes heridas. Puñaladas traperas que no dejan lugar a la duda. Eso es tu enemigo y esa es tu pelea. Pero nos distraemos (frecuentemente) por este baile de sombras de incomodidades cotidianas.

La necesidad es siempre enfocarse. Dejar de jugar a las escondidas con ese enemigo y plantarle cara. A veces se enmascara en personas, pero no, casi nunca es solo una persona, casi siempre es una idea perniciosa, una cizaña que crece en el camino ese del que hablaba, rumbo a un mundo más habitable).

Hay días en que me siento más cerca de ubicar al enemigo. Lo escucho resoplar sobre mi hombro, como burlándose, como quien se ríe con sorna, confiado de que no será alcanzado nunca.

Pero tampoco quiero que me saque ventaja. Un día de estos notará que desde hace mucho le estoy apuntando.

D.

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