Abrazar la incomodidad

Han sido días muy incómodos.

Desde que mi muela empezó a molestar, no he parado de sentirme viva.

Ese dolor punzante te lo recuerda.

Ese vacío en el hueco de la mandíbula te lo recuerda.

Idas a médico, el olor a medicina en la boca, el despertar a media noche te lo recuerda.

Y aún así lo agradeces: porque sabes que sí estás haciendo algo.

Porque cambias tu alimentación para sentirte mejor. Porque cobras conciencia de lo que antes hacías de manera automática.

Porque ahora ves lo que comes, sientes lo que masticas y miras más y mejor cada paso que das para no arruinar tu inversión tropezando de boca contra la banqueta.

Esa incomodidad te mantiene alerta. La abrazas y la mantienes cerca, para que te recuerde:

- Que debes irte por la sombra
- Que no olvides cepillarte bien los dientes
- Que cuides lo que comes
- Que tomes tus medicinas a tus horas

Ya luego vendrá el olvido y el descuido y el desenfreno. (Siempre llegan)

Pero hoy abrazas la incomodidad y sabes que eso está bien.

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