El día de ayer salí con mucha prisa de mi casa y la perra de mi tía "La canela", salió corriendo a la calle. Como iba pasando el señor de la basura sonando su campana la perra se espantó y se bajó de la banqueta. En cuestión de segundos fue revolcada por un auto.
El auto de atrás se detuvo y en menos tiempo del que tardo en contarlo yo recogí al animalito y lo cargué en brazos. Al tocarla el animal reaccionó y me mordió la cara, encima del labio.
Así iba yo, con mi animal en brazos rumbo al veterinario. Traía la ropa manchada de sangre y al llegar me encontré al chico que hacía la limpieza:
- ¿Ya llegó el doctor?
- No, todavía no.
- ¿No le puedes llamar?, es que me acaban de atropellar a la perra...
- Ya viene para acá.
- ¿Me puedes regalar un algodón con alcohol?
Media hora, tres algodones después y tras manchar el celular con sangre de mis deditos para marcarle a mi hermana (- Oye, traete dinero y la correa de la perra, porque la acaban de arrollar...) Llegó el veterinario.
-¡Ay, pobrecita!
- Es que la atropeyó un auto...
- No, ¡Tú!
Me imagino que si, me veía peor yo. La Canela no se quejaba, ni sangraba.
- No le pasó nada. Pero mantenla en revisión y si mañana le duele algo la traes para que le de algo.
Luego el doctor me puso un vendolete y me mandó a casa sin cobrarnos.
De camino a la escuela volví a reflexionar en el papel del dolor en nuestra vida. Después de platicar con uno de mis amigos que se corta, me di cuenta de que muchas veces olvidamos "sentir". El dolor redimensiona ese espacio corporal que a veces usamos de forma automática.
Cada pliegue de la piel, cada juntura entre los dedos, cada milimetro de la palma... Bueno, todo me dolía, pero de todo había retomado la conciencia de su presencia, de la forma en que hace contacto a diario con los tubos del metro, con la piel de otras personas, con la punta del lápiz, con el borde de mi mochila...
Ya tengo que irme, además me duelen las puntitas de los dedos. Jo.
Luego les cuento como terminó esto.
D.
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4 comentarios:
Está muy de moda ultimamente esta cuestion de los emos, que se cortan para sentir dolor, claro que ahora ya está muy tergiversado.
Cuando yo era chiquita me mordió un perro en la nariz, si duele mucho. Espero que estés mejor. Un abrazo.
Je, interesante dato...
Emos.
Que graciosas categorías se inventan.
En mis tiempos sólo eran fresas vs. nacos.
¡Perra!
Indigente:
Ay, ya déjala, pobrecita.
D
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