Jacuzzi

Soñé...

Tú vestías una camisa blanca y corbata azul. Yo la sacaba por encima de tu cabeza y quedaba tendida en la cama, como una serpiente dormida.

Tú avanzaste hacia el cierre de mi vestido. Te gustaba escuchar el sonido del ziper liberando primero mi espalda... esa era la visión que dominabas desde la altura de tus ojos... mis hombros, mi espalda, la línea de mi ropa interior, un trozo de encaje que contrastaba con esa cobija café con tonos ocres.

Descubrías que en lugar de unas bragas normales, era un breve hilo lo que cubría mi sexo... pero no te dejaba tocarlo, no te dejaba meter en mi coño tu mano...

Esperaba. Te detenía... Dejaba que mi vestido se resbalara, antes de que se atorara con la curva de mis nalgas, me movía ligeramente, con un estremecimiento que dejaba mi ropa en la alfombra en la alfombra y me dirigía al jacuzzi.

Allí me esperaba el agua tibia, como un espejo lleno y profundo, sin ser alterado por la multitud de burbujas... allí me esperaba la tersura del agua, ese cielo inmenso reflejenado mi propia lencería blanca.

Me metí con todo y ropa, esperaba. Esperaba...

Esperaba que llegaras con tu camisa blanca a activar las burbujas de mi baño.

Esperaba a que me cubrieras con esa espuma mezcla de sudor, semen, saliva, deseo...

Mis bragas y mi brasier se disolveron en la espuma, como si de esa misma luz estuviera hecha, como si se difractara esa breve escarcha y se disolviera en el mar mayor de tu deseo...

Y tú te negabas a quitarte la camisa... y te sumergías con todo y ropa a bucear en el fondo de mi sexo, como quien es explorador de cavernas submarinas...

En esa rojiza humedad, de resbaladizo fondo...

Allí buscabas la perla de mi clítoris, mordiendo la soledad que lo rodeaba...

Salado mar, salado el roce de tus dedos, ambicioso...

No sabías que dentro de mi ser te aguardaba un monstruo feroz que saldría inclemente, te expulsaba de la caverna rojiza, donde introdujiste tu lengua, buscando mi placer...

Y esa tibieza, exalación del agua, se fundía en tu boca y sentías un estremecimiento del fondo submarino, como quien escucha abrirse un crater y nacer una montaña.

Veías el fulgor arrojandote, lava ardiente, delicia tormentosa... y atacabas de nuevo, ahora tan excitado, ahora tan lleno de fuego, nuevo Poseídon de mis abismos...

La espuma se disolvía, tras el combate...

Sólo mis bragas se salvaron del naufragio y vagaban... balsas a la deriva para un sólo pasajero.

D.

4 comentarios:

Mar dijo...

Hiciste un pacto con el diablo, verdad????

Seguro que la maestría con la que escribes es obra del meritito Chamuco.

Un placer leer esto. Un verdadero placer.

Aunque no quiero pensar en quién te inspiraste para escribir. Jajá.

Indigente Iletrado dijo...

(8) vive en una piña en el fondo del mar...

electrojazz dijo...

Super.. la fascinación de los submarinos ;)

Espaciolandesa dijo...

No nada que decir... excepto ¡wow!

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