Patriótica

Se quedó dormido en la mesa. Nadie lo notó porque estaba en un rincón oscuro del bar. Se quedó dormido con un hilo de saliva tibia en la boca, deslizandose suavemente, sin ser notado entre la gente que bailaba sin estilo, ya con demasiadas copas encima.

Se quedó dormido, solitario, con una bandera tricolor enmarcando su miseria, su tristeza, su melancolía poética ahogada en brandy importado y mezclado con coca cola. Hubiera preferido un whiskey, pero para eso hacía falta otra música, otra compañía.

Se quedó dormido y nadie lo notó, porque todos entonaban canciones rancheras desentonadamente: "México lindo y querido", "Paloma negra", "Cielo Rojo" y todas las que recordaban entre los humores de la borrachera, que iban pasando de la exaltación a los recuerdos de novias antiguas.

Pero él no recordaba amores, ni lugares, ni personas. Él dormía y su sueño olía a tabaco y cerveza consolidada en la mesa, pulida de tantas veces que se había pasado la franela roja sobre ella.

Era de los borrachos que se quedaban dormidos y no escuchaba las trompetas, las matracas, los gritos de "Viva México Cabrones", ni el rechinar del carrusel donde los niños aún jugaban, pesé a que ya eran cerca de las 2:00 de la madrugada.

Era un restaurante sobre Insurgentes. La esquina más oscura.

Él no había planeado así las cosas, pero de alguna manera se había quedado solo. Quizá hubiera sido mejor cenar un sandwich en casa, recalentado, pero la necesidad de sentir que aún estaba vivo lo había lanzado a las calles.

Se sentía ajeno a la parafernalia histórico, a los emblemas de libertad, justicia, nacionalismo.

Pero era un fin de semana largo y había que estar en algún lado.

Una mujer de vestido negro empujó su silla cuando regresaba de bailar y lo despertó.

Podía con el ruido, pero el tambaleo de su asiento le hizo sentir que estaba a borde del Titanic. La mesa voladora.

Quizo ir a fumar un cigarrillo afuera del local, pero comprendió que sus piernas no lo sostendrían y había al menos un par de metros que lo separaban de su mesa.

Intentó pedir ayuda, pero sentía la lengua pegada con alcohol al paladar y había demasiado ruido para hacerse notar sólo con un ruido gutural.

La mujer que había movido su asiento iba acompañada por un hombre de pantalón blanco y camisa morada, con tres botones abiertos y una cadena de plata.

Al parecer, ella notó su incomodidad, pues alcanzó a mascullar un: "disculpe usted" y él se quedó pensando en todas las disculpas que le habían quedado a deber en la vida...

...su madre, por traerlo al mundo.
...su padre, por no enseñarle nada, ni siquiera que nadie te puede enseñar nada si no lo aprendes con la piel.
...sus dos hermanos, por aislarlo en ese bote de basura que era su vida, alejado de todas las celebraciones familiares.
...sus dos cuñadas, por haber elegido mal y casarse con los hombres equivocados del mismo apellido.
...el país, incluso, por desgranar su riqueza como una granada, en la boca de tantos y tantos hombres, sin que un sólo gajito rojo tocara su boca para iluminarla de rojo dulce.

Granadina.

Pensó en el sabor dulce y en todos los raspados que le quedaron pendientes por comer cuando era niño.

Se imaginó de nuevo vestido de blanco, haciendo honores a la bandera, intentando que su voz sonara más alto que los demás mientras entonaba el himno nacional.

Eso le dio algo de valor.

- ¿Me puede traer la cuenta?

Sacó un billete verde de la cartera. Esperaba que fuera suficiente. En estos días ya nada es suficiente.

D.

3 comentarios:

Anónimo dijo...
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Yareli dijo...

Ahh tu relato me inundó el pechito de melancolía. Pero aun hay tiempo... es lo único que queda de consuelo, tiempo tiempo...

Que te la pases bonito hoy y mañana mayra, te mando un abrazo. Te invito a comer granada, tengo mucha en casa!

Anónimo dijo...

¿Y si borras mi estúpido comentario anterior? ándale, ¿si? jejeje

Te puedo decir que me recuerda esta canción...

Me he quedado simplemente solo,
me he quedado como siempre hasta el final.
Se recogen ya los vasos rotos
triste y decadente forma de acabar.

Hace poco luché con un monstruo
y fue un exorcismo necesario,
de repente, me ha cambiado el rostro
el tequila rápido es muy malo para mí.

Y me he preguntado por qué otra vez estoy pensando en ti.

Estoy en una cantina
estoy escuchando una canción que yo pedí,
me están sirviendo ya la del estribo,
otra vez mi pensamiento rumbo a ti.

Y me he preguntado por qué otra vez estoy pensando en ti.

Antes de tocar aquí yo no era así
ahora me reviento casi diario
de como era antes tú te debes acordar
el Café Tacuba ya parece bar.

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