Ésta es nuestra manera de ayudar a que amanezca

Hace diez años, cuando tenía catorce, aprendí una poesía para recitar en un concurso. Era una poesía en la que se hacía un recorrido de la historia de México.

Es curioso, pero en aquel entonces aprendí la poesía y, aunque sabía que eran fragmentos de diversas historias, nunca entendí de donde venía cada parte... Unos versos eran de la visión de los vencidos, otros eran coplas de corridos revolucionarios (Te llamabas Adelita, Juana Gallo, Valentina... Oh, que importa pequeña soldadera... Madre mía!)

Sin embargo, la parte que correspondía al final del texto era muy representativo para nosotros, pues el director de la escuela incluso llevó a un representante estudiantil a la escuela para que nos platicara de sus experiencias.

Nos regaló propaganda, los carteles que ellos pegaban en las calles... incluso cantos...

Pero nunca supe que parte de la poesía era del texto de Rosario Castellanos.

Finalmente la historia tuvo final feliz: nuestra poesía ganó el concurso y la recitamos en Bellas Artes... hace diez años. Se recordaba el aniversario número 30 de la Matanza ese mismo año.

Ahora ya han pasado diez años más y los archivos aún quedan en secreto, no se ha cumplido la promesa de esclarecer los hechos. Ni siquiera se tiene una cifra confiable. Nada.

Diez años después, una vez más, Rosario Castellanos alza la voz:


La oscuridad engendra la violencia
y la violencia pide oscuridad para cuajar el crimen.
Por eso el dos de octubre aguardó hasta la noche
para que nadie viera la mano que empuñaba el arma,
sino sólo su efecto de relámpago.

¿Y a esa luz, breve y lívida, quién?
¿Quién es el que mata?
¿Quiénes los que agonizan, los que mueren?
¿Los que huyen sin zapatos?
¿Los que van a caer al pozo de una cárcel?
¿Los que se pudren en el hospital?
¿Los que se quedan mudos, para siempre, de espanto?
¿Quién? ¿Quiénes? Nadie.

Al día siguente, nadie.

La plaza amaneció barrida; los periódicos
dieron como noticia principal el estado del tiempo.
Y en la televisión, en la radio, en el cine
no hubo ningún cambio de programa,
ningún anuncio intercalado
ni un minuto de silencio en el banquete.
(Pues prosiguió el banquete.)

No busques lo que no hay:
huellas, cadáveres que todo se le ha dado como ofrenda a una diosa,
a la Devoradora de Excrementos.
No hurgues en los archivos pues nada consta en actas.

Más que aquí que toco una llaga: es mi memoria.
Duele, luego es verdad. Sangre con sangrey si la llamo mía traiciono a todos.
Recuerdo, recordamos.


Ésta es nuestra manera de ayudar a que amanezca
sobre tantas conciencias mancilladas,
sobre un texto iracundo, sobre una reja abierta,
sobre el rostro amparado tras la máscara.

Recuerdo, recordemos
Hasta que la justicia se siente entre nosotros.

Rosario Castellanos

2 comentarios:

J. Tomás Martínez dijo...

Cuando llegué al DeFectuoso, hace ya más de 3 años, viví una semana en colonia Agrícola Oriental -tú sabes eso-. En esa primera semana fuimos a la UNAM, al zócalo, y por supuesto, fuimos a la Plaza de las Tres Culturas.

¡Qué pequeña la plaza! No lo podía creer, y pensar que ahí cabe tanto. Cuando tuve oportunidad le escribí a un par de amigos de Guadalajara. Les conté que había conocido Tletelolco... no tuve respuesta. Quizá mi texto parecía demasiado descompuesto, quiero creer, y que por eso no obtuvo comentarios.

Lo cierto es que siempre pienso en un texto de Fadaneli. Él escribió una vez que vio un hombre en un metro de Nueva York con un letrero colgado al pecho que decía "El mundo se va a acabar". Fadanelli luego argumentaba que el tipo era un pobre diablo, un orate más de esos que pueblan el mundo. ¿Cómo que el mundo se va a acabar?- proseguía- el mundo ya se nos acabó. Se nos acabó con Hiroshima, con Auschwitz-Birkenau, con Sarajebo, con Acteal, con el año 68... etc.

Creo, agrego yo, que una parte del mundo se nos acaba siempre con este tipo de cosas. Yo ni había nacido, y la certeza de pérdida nada me la quita.

Muchas cosas nacieron de ese año, claro, pero no quiero hoy ponerme positivo. Nada me lo permite. No tengo ganas.

Darina Silver dijo...

Saludos Godot:

Un amigo me dijo que todos sabían que el dos de octubre no se olvidaba, pero que muchos olvidaban que era lo que no había que olvidar...

Pero creo que siempre hay forma de luchar contra el olvido. Siempre que haya voluntad de hacerlo.

D.

Una mujer que caminaba sobre las vías

Se llevó a cabo la fiesta de fin de año de la oficina en la calle de Ferrocarril de Cuernavaca. La verdad yo no ubicaba mucho el rumbo, pero...