"Todas las familias felices se parecen entre sí. Sin embargo, cada familia infeliz es infeliz a su manera", así comienza Ana Karenina. "La gente feliz no tiene historia" es el final de la novela que apenas terminé. "El abisinio".
No sé si el autor del "El abisinio", Jean-Christophe Rugin, era lector de Tolstoi y quiso hacerle un pequeño homenaje al terminar su novela o sí, es de todos sabido que las personas felices son algo aburridas.
También me lo dijo alguna vez Tomás, mientras discutíamos sobre algo que no tenía que ver con el pavo de Navidad (chiste local, que Tomás entendería) cuando me pasó ese poema de Roberto Fernández Retamar que aún me hace sentir erizados los pelitos del brazo:
Felices los normales, esos seres extraños.
Los que no tuvieron una madre loca,
un padre borracho, un hijo delincuente.
Una casa en ninguna parte,
una enfermedad desconocida.
Los que no han sido calcinados por un amor devorante,
Los que vivieron los diecisiete rostros de la sonrisa y un poco más,
Los llenos de zapatos, los arcángeles con sombreros,
Los satisfechos, los gordos, los lindos,
Los rintintín y sus secuaces, los que cómo no, por aquí,
Los que ganan, los que son queridos hasta la empuñadura,
Los flautistas acompañados por ratones,
Los vendedores y sus compradores,
Los caballeros ligeramente sobrehumanos,
Los hombres vestidos de truenos y las mujeres de relámpagos.
Los delicados, los sensatos, los finos
Los amables, los dulces, los comestibles y los bebestibles.
Felices las aves, el estiércol, las piedras.
Pero que den paso a los que hacen los mundos y los sueños
Las ilusiones, las sinfonías, las palabras que nos desbaratan
Y nos construyen, los más locos que sus madres,
los más borrachos que sus padres y más delincuentes que sus hijos...
Y más devorados por amores calcinantes.
Que les dejen su sitio en el infierno y basta.
Yo no he conocido mucha gente feliz. Sin embargo conozco algunas historias excelentes. Y también muchas familias infelices. Y modos particulares de soñar, enloquecer o desbaratarse.
D.
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5 comentarios:
Se me enchino el bracito también.
Bueno, yo sólo soy feliz cuando llueve, jaja. Un abrazo!
¡Yo quiero ser estiércol!
En busca de ese amor cristiano que hasta la fecha no me ha sido posible totalmente sentir por el prójimo, es que creo que algún día trataré de amar a los normales a los felices.
"La Humanidad se divide entre aquellos que disfrutan metiéndose en la cama por las noches y aquellos a quienes les desasosiega irse a dormir", eso dice Rosa Montero en Instrucciones para salvar al mundo.
Yo creo que en parte la infelicidad tiene más probabilidades de ser contada justo por el insomnio que provoca. Las personas infelices buscan llenar con letras los vacíos. Quizá debería decir buscamos.
Yare:
No ha llovido mucho, últimamente.
Mar:
Acepta la realidad, querida.
No eres.
Y nunca serás estiércol.
Enrique:
No resulta fácil amar al prójimo. Y menos si es feliz.
Marisol:
Cada quien llena sus espacios vacíos como mejor puede...
D.
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