Flores para Rachel

Llegué a presumirle a mis amigos: mi guapísima novia me había invitado a su primera presentación como bailarina profesional...

Claro, Rachel no era todavía mi novia "novia", pero lo sería, en cuanto me viera llegar con un ramo de flores para agradecerle la maravillosa función que daría. Habíamos salido un par de veces y se notaba que disfrutaba mi presencia.

Lo único malo era que la función de Rachel sería al día siguiente del cumpleaños de "Tuercas", así que le dije que no me dejara poner muy ebrio, para llegar con mi futura novia a tiempo.

Claro, al baboso del "Tuercas" se le olvidó y me corrió de su casa a las cinco de la madrugada, cuando se acabó la fiesta, que afortunadamente quedaba a unas calles de mi hogar.

Llegué medio arrastrandome y me metí bajo las cobijas, pero tenía tan claro que en pocas horas le robaría un beso a Rachel, así que alcancé a poner el despertador entre las nubes de mi borrachera, que alcanzó proporciones míticas.

Al llegar la hora, la alarma fue cruel en su repicar. La cabeza me zumbaba y no quería moverme. Pero le había dicho a ella que iría: "estaré en primera fila", aseguré... aunque sabía que el dinero que tenía para la quincena apenas y me alcanzaría para comprar un asiento en las filas de atrás.

Tomé el transporte que me llevaría al teatro donde se presentaba Rachel, con la cabeza todavía zumbandome. Me había bañado, pero el olor del alcohol se desprendía de mi propia piel, como si fuera un indigente.

El camión pasó enfrente del mercado de flores de San Angel y subieron tres chicas muy guapas, con un ramo de margaritas... Claro, las margaritas sólo enmarcaban su belleza, las tres eran hermosas, pero una de ellas, la que llevaba las flores, tenía tremendo escote, que mostraba un generoso par de tetas que se me antojaron muchisimo...

Quizá me le quedé viendo demasiado tiempo, porque ella puso cara de enfado y subió las flores a la altura de su escote, para cubrirse.

Fue entonces que vi de nuevo las margaritas y recordé: no le había comprado las flores a Rachel.

"Bueno... no será tan malo. La abrazaré, la felicitaré... no se ha perdido nada..."

Me bajé en la zona cultural donde estaba el teatro donde Rachel haría su debut... Recordaba su hermoso cuerpo y la imaginaba bailando frente a mí. Compré mi boleto en las últimas filas e hice un esfuerzo sobrehumano para no quedarme dormido.

No recuerdo bien el espectáculo, sólo recuerdo que ella se veía guapísima.

Al terminar, sólo quería verla a ella... la esperé afuera y al verla salir, me di cuenta: llevaba un ramo de margaritas que un grupo de sus amigas le habían regalado. Entre ellas, la chica que venía con el generoso escote...

Sólo le hice una señal de saludo, desde lejos, y me fui.

D.

4 comentarios:

Onminayas dijo...

De un patetismo soberbio...

No sé por qué me ha recordado a mí mismo, muchísimos años atrás.

Besos.

fher dijo...

¿Cuánto realmente le importaba Rachel? Digo, porque si tanto la deseaba hay cosas que no se pueden hacer. Por ejemplo pedirle a un amigo que NO ME DEJE emboracharme cuando yo debería ser rsponsable de eso, o salir a robar si es necesario con tal de cumplir la promesa de la primera fila. Qué se yo, lo veo desde como actuaría yo ante esa sitación, tal vez esté equivocado.

Besos

Darina Silver dijo...

Vaya...

Quién lo hubiera pensado, Onminayas. Me ha sorprendido tu última afirmación.

Fher:

Bueno, quizá lo vez desde tu profesión de caballero andante... ¿Será por eso?

D.

Onminayas dijo...

De aquellos despojos,
nacen hoy todos estos versos...

Una mujer que caminaba sobre las vías

Se llevó a cabo la fiesta de fin de año de la oficina en la calle de Ferrocarril de Cuernavaca. La verdad yo no ubicaba mucho el rumbo, pero...