Nunca me vi tan guapa como en tus ojos

En un cuarto lleno de cien mujeres mexicanas de mi edad, probablente habría 79 que serían más bonitas que yo...

Nunca me he considerado guapa, ni de niña, cuando me veía como una persona muy simple; ni de adulta, cuando, al mirarme al espejo, lo primero que veo es mi nariz y luego me fijo en las mil imperfecciones que vuelven asimétrico mi rostro.

Mi familia tampoco alentó esa falsa concepción que tienen algunas niñas de ser más guapas que cualquiera. Sobre mis atributos físicos, lo más halagador que le sonsaqué alguna vez a mi padre fue: "te ves más espigada con ese vestido".

Así que mi percepción era que más bien me veía como una espiga de trigo... natural y balanceada, pero no mucho más. Y eso en un buen día.

En mí nunca cayeron en tierra fértil conceptos como: "estás bellisima", "eres una princesa", "te ves super guapa". Cuando alguna vez me armé de valor y le pregunté a mi mamá: "¿crees que soy bonita?", ella me sonrió y me dijo alguna intelectualización reconfortante, pero a la vez algo dolorosa, como: "bueno, no eres una reina de belleza, pero tus rasgos son bastante simétricos..."

Así que hasta la fecha no acepto muy bien cumplidos a mi aspecto físico. Simplemente no me los creo.

Esto porque ayer un amigo insistía en que me veía guapa.

Lo cierto es que me he visto bonita algunas veces. Hasta yo debo reconocerlo. En parte porque alguna ropa me favorece o amanezco con ese brillo que nos toca a algunos días en la vida.

Pero eso pasa rara vez.

Sin embargo, hay días que, mirandome en los ojos de alguien, no puedo evitar más que sonreír, seducida también por el reflejo que me sonríe. Esos son días buenos.

D.

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