Invitación postergada

- Me iré a bañar.
- ¿No me invitas?

A. no respondió.

B. pensó que se trataba de una invitación... pero también podría tratarse de lo contrario. De que fuera una evasión. De que, quizás, ni siquiera hubiera deseo de por medio.

El cuerpo de A. era tentador. Incluso con ropa, la necesidad física de desenvolverlo estaba presente. B. tuvo una visión, una epifanía, del cuerpo de A. develandose entre las volutas de vapor del baño, descorriendose el velo de la espuma, deslizandose del cerco de gotas de la regadera, emergiendo de una tina, salpicando de un jacuzzi, chapoteando de una alberca, retando, susurrando, replegandose, mostrandose, evanesciendo, desvaneciendo.

B. exploraba cada verbo y sorbía de ellos el sabor dulce de la esencia de A. Cada conjugación era una posibilidad de curiosear en el cuerpo de A, más allá de las telas o las texturas.

A. no había respondido y B. recordó el momento en que se conocieron. No hubo roce en los manos, ni profundas miradas. Pero algo en el aroma de los cuerpos se llamaba, una tensión dulce e imposible de determinar.

Desde entonces, había quedado velada la invitación, por lo que B. reconoció que el silencio de A, era sólo una pausa... B. caminó hacia la regadera.

D.

3 comentarios:

Onminayas dijo...

Malditas pausas sin sentido; y el reloj pasando...

Besos, Darina.

Juan dijo...

aw,me recuerda algo esta entrada, pero eso te lo digo, como decimos en el medio, "en corto" ;)

Darina Silver dijo...

Onminayas:

Cuanto tiempo hemos perdido en el silencio.

Juan:

Je, je. Ya me contarás, bajo secreto profesional y Off the record.

D.

Una mujer que caminaba sobre las vías

Se llevó a cabo la fiesta de fin de año de la oficina en la calle de Ferrocarril de Cuernavaca. La verdad yo no ubicaba mucho el rumbo, pero...