El trotecillo del oficinista

La señora de la limpieza se encarga de enviarme a comer los martes, para poder limpiar mi lugar...

Y como mi velocidad para comer es semejante a la de una grulla comiendo pescaditos, pues hoy tuve que irme a dar un trotecillo ligero por la zona.

Recordé la iniciativa de un amigo de ir a sex shops en su hora de la comida, así que llegué a la Plaza más cercana.

Sin embargo, una vez allí me corté de entrar, así que di la vuelta en redondo y regresé a la oficina.

La verdad me sorprendió no haber tenido la entereza para entrar. Digo, después de todo es un lugar de sano "esparcimiento".

Pero nunca he entrado sola a uno de estos establecimientos mercantiles... Así que la próxima vez que alguien quiera caminar conmigo en mi hora de la comida, está cordialmenten invitado.

D.

1 comentario:

Espaciolandesa dijo...

A mí también me dio pena la primera vez que quise entrar a la única sex shop que hay en esta pintoresca y colonial ciudad.

Me pasé de largo dos veces.

Finalmente, me armé de valor y entré sin titubear.

Así que tal vez no pueda acompañarte a una a tu hora de comida, pero te comparto mi secreto.

Mantén fijo en tu mente el objetivo (entrar a la tienda) y cruza la puerta sin permitirte ningún titubeo, como si fuera cosa de todos los días. Será más fácil cada vez.

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