Ayer regresé a casa después de un día muy ajetreado. Junto a mi venía un hombre con un periódico y, en los rescoldos de comunicóloga que hay en mi, la curiosidad por leerlo fue muy fuerte y comencé mirarlo descaradamente.
Era tanto mi cansancio que ni siquiera me esforcé en disimular que lo leía.
Por eso, cuando el hombre terminó de leer la portada, me dijo:
- ¿Gusta que se lo preste?
Y yo tuve que balbucear algo así como "no, no se preocupe".
Después el hombre me comentó que, debido a que trabajaba en el aeropuerto, le llegaban estas publicaciones:
- Siempre me traigo alguna, le voy variando. No siempre traigo el mismo periódico... Y si, está terrible la situación en el país, pero me distrae en mi camino a casa. Ya ve, anda uno en esto desde las 9. Menos mal que ya voy rumbo a la casa.
Mi trayecto era corto, así que me despedí de él casi enseguida.
D.
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