Un hombre y sus audífonos

En el autobús nos dieron un par de audífonos para escuchar la película. Pero las manos del hombre sentado a mi lado eran muy grandes y no podían ponerle las gomitas que protegen los oídos de las ondas sonoras...

Así que, tras ver que batallaba para ponerlas, decidí ofrecerle mi ayuda.

- Es una lata que pongan estos audífonos, ¿sabe? mi espíritu es más bullanguero, por mi estaría prendido el radio y esto sería una fiesta.

Me acostumbré mucho a las fiestas, ¿sabe? porque yo soy de Tehuantepec y allá hay fiesta todos los días... Bueno, un tiempo viví por acá, en Texcoco, porque estudié en Chapingo. Soy ingeniero agrónomo... y hasta un tiempo di clases allí.

Si me gustaba dar clases, ¿sabe? siempre andaba buscando como hacer la clase más emocionante. Creo que ya me conocían porque yo alzaba la voz y todo para que no se me durmieran. Una vez que terminé estuve allí ocho años, pero quería hacer otras cosas, salir al campo...

Y no le voy a negar, la tarea en el campo es dura, sobre todo porque hay muchas cosas que hacer pero hay tan poca planeación...

Incluso allí, en Chapingo, hay muchos terrenos que se podrían aprovechar. Y para qué le voy a decir, la universidad todavía no es autosustentable. ¡Y debería serlo! Pues vea, están los muchachos con becas...

Y cuando yo estudiaba si se podía, si era autosustentable... Pero ahora...

Y es que muchas cosas han cambiado. Ya no sabe uno si para bien o para mal.

Como yo: un tiempo trabajé en los ingenios azucareros. Y allí me iba bien, tenía un sueldo decente y estaba como técnico. En el primer escalón, digamos. Pero los ingenios eran privados y después... pues ya sabe, los vendieron y vinieron todos esos cambios.

Y bueno, como yo siempre había trabajo, pues pensé... pero la cosa se puso muy difícil. ¿Verdad? Y anduve buscando trabajo, pero ya no era yo tan joven, hasta que un muchacho que incluso fue alumno mío me llamó y me dijo: "Me encontré su curriculum y hasta dudé que fuera suyo, profesor..."

Y es que si, yo llegaba a puestos y me decían que no, que había fallado yo el examen... ¡Pero como lo iba a fallar, si era de la materia que daba yo!

No querían decirme que era por mi edad. ¿Pero sabe? Con la edad uno entiende algunas cosas, ve uno más cosas, comprende más...

Y ahora lo veo con mis hijos. Y es que a unos no les dan trabajo por ser jovenes, por carecer de experiencia... y a otros por ser mayores, por la edad.

Nota: Esta anécdota no me sucedió hoy, pero se las cuento en este día del adulto mayor. Un abrazo a mis abuelos, gracias a los cuatro (aunque me faltó conocer a mi abuela paterna) por ser un ejemplo de sabiduría, fortaleza y amor. No me alcanzan las palabras.

D.

1 comentario:

Espaciolandesa dijo...

Para empatizar con personas mayores recomiendo "La hoja roja" de Miguel Delibes.

Es como "El extraño caso del perro asesinado a medianoche" en el sentido de que el autor logra que veas la historia a través de los ojos de sus personajes.

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