Así que vas a entrar en mi pasado... y encontrarás allí las cosas polvosas que olvido, el nombre de los hombres que he dejado y los lugares de mi infancia, ya perdidos.
Así que vas a entrar en mi pasado y serás como sombra, como olvido, uno de esos personales fantasmas que se vuelven poco más que ruido en el murmullo de las cosas cotidianas, que a veces emergen como borbotón oscuro de un río negro.
Así que vas a entrar en mi pasado, en esa colección de suspiros y estremecimientos que han sido, en ese torbellino de boletos rotos, cafés fríos, ambulancias con luces estroboscópicas y pasillos. Cientos, miles de pasillos, como un laberinto de puertas cerradas que se cierran a la vez y azotan.
Así que ya eres parte del pasado, ese pasado tan incómodo, que es mío, que sólo guardo en contadas ocasiones, tela de araña, escondrijo de topo.
No te envidio.
No quisiera vivir en mi pasado, no me mudaría allí, no lo transito.
Ahora que quieres ser parte de mi pasado te deseo suerte, yo seguiré hacia adelante, porque voy camino a vivir en mi futuro, que es un sitio desconocido. Lamento que no hayas querido acompañarme, pero no acostumbro cargar equipaje conmigo.
D.
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