Nostalgia de la vieja guardia

En estos tiempos que corren, la mujer a mi derecha, una periodista de la vieja guardia, mira con enfado la mesa: no parece ver nada que le guste a su alrededor. La mayor parte de los reunidos en el salón son menores que ella y llevan tabletas, teléfonos celulares, laptops y escriben a toda velocidad.

Ella da un sorbo a su café y espera. Sabe que aún no llega la sección de preguntas, que es cuando sacará su armamento. De pronto, un conocido se sienta en la silla vacía a su lado:

- ¡Que milagro! ¿Cómo estás?
- Yo muy bien, gracias, me enviaron para sacar la nota en el boletín de la empresa X. ¿Y tú? Me enteré que recortaron a tu equipo de trabajo.
- Sí, a varias secciones. Les dieron cuello como a 5 personas, sobre todo de la sección de Vida y Estilo. Pero en tecnología no me quitaron a nadie.

Un suspiro de tranquilidad se le escapa involuntariamente al hombre. Debe tener unos 50 y tantos años.

- De hecho ni me tocaba venir, pero mi secretaria me agendo y acá estoy.

Los dos comentan lo mal que está la profesión, lo terrible de la proliferación de los "Boletineros", que sólo se quedan con lo que dan las empresas o las secretarías.

Se reverencia el tiempo de las maquinas de escribir, de los correctores de estilo que tomaban su tiempo, en que no salía la nota directamente de los cuartos de prensa al portal.

Otros tiempos.

Tiempos en que la comercialización y la redacción estaban claramente definidos, antes del ejercicio del freelanceo, donde los sicarios de la información y los mercenarios del boletín rondaran cuanto medio impreso y digital existe.

- Oye, ¿y qué van a presentar? ¿Una pantalla?
- No, es un teléfono.

La mujer da un sorbo más a su café. Decide no hacer preguntas.

Se escapa otro suspiro involuntario.

D.

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